En el corazón del bosque de Lunasombra, dos clanes de lobos han estado en guerra durante generaciones: los Luminara y los Sombraluna. La historia sigue a Lyra, una joven loba del clan Luminara, que es valiente pero ingenua, y a Kael, el heredero del clan Sombraluna, cuya vida ha sido marcada por la venganza.
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Capítulo 8: Ecos del Pasado
La reunión secreta había encendido una pequeña llama de esperanza, pero Lyra y Kael sabían que aún quedaba un largo camino por recorrer. Mientras los líderes de los clanes continuaban con sus discusiones, los jóvenes lobos se dedicaron a descubrir más sobre la profecía que parecía guiar sus destinos.
Lyra decidió buscar a Faelan, el anciano que había mostrado interés en la posibilidad de paz. Sabía que él podría tener más información sobre la profecía y cómo podría ayudarles en su misión.
—Faelan, necesito hablar contigo —dijo Lyra, encontrándolo en la biblioteca del clan Luminara.
El anciano levantó la vista de un antiguo pergamino, sus ojos llenos de sabiduría.
—Claro, Lyra. ¿En qué puedo ayudarte?
Lyra se sentó frente a él, su expresión grave.
—He estado investigando sobre la profecía de los lobos destinados —dijo ella—. Creo que podría ser la clave para unir a nuestros clanes. ¿Qué sabes al respecto?
Faelan asintió lentamente, como si esperara esa pregunta.
—La profecía habla de un amor que puede superar cualquier obstáculo —dijo Faelan—. Un amor que puede unir a dos clanes en guerra y traer la paz. Pero también advierte sobre grandes desafíos y sacrificios.
Lyra sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Qué tipo de sacrificios?
Faelan la miró con seriedad.
—La profecía es vaga en ese aspecto, pero sugiere que aquellos destinados a cumplirla deberán enfrentar sus propios miedos y prejuicios. Deberán estar dispuestos a arriesgarlo todo por el bien de sus clanes.
Lyra asintió, sabiendo que sus propias experiencias con Kael ya habían puesto a prueba su valentía y determinación.
Mientras tanto, en el campamento Sombraluna, Kael también buscaba respuestas. Se acercó a Thane, quien había mostrado apoyo hacia sus esfuerzos por la paz.
—Thane, necesito tu ayuda —dijo Kael, encontrándolo en la caverna sagrada del clan.
Thane levantó la vista de un antiguo libro, sus ojos llenos de comprensión.
—¿Qué necesitas, Kael?
Kael se sentó junto a él, su expresión resuelta.
—He estado investigando sobre la profecía de los lobos destinados —dijo Kael—. Creo que podría ser la clave para unir a nuestros clanes y detener esta guerra. ¿Qué sabes al respecto?
Thane asintió, como si ya supiera la importancia de esa pregunta.
—La profecía habla de un amor poderoso y duradero —dijo Thane—. Un amor que puede superar cualquier obstáculo y traer la paz a nuestros clanes. Pero también advierte sobre grandes desafíos y sacrificios.
Kael sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué tipo de sacrificios?
Thane lo miró con gravedad.
—La profecía sugiere que aquellos destinados a cumplirla deberán enfrentar sus propios miedos y prejuicios. Deberán estar dispuestos a arriesgarlo todo por el bien de sus clanes.
Kael asintió, sabiendo que sus propias experiencias con Lyra ya habían puesto a prueba su valentía y determinación.
Con nueva información sobre la profecía, Lyra y Kael se reunieron en su lugar secreto para discutir sus hallazgos.
—Faelan me dijo que la profecía habla de grandes desafíos y sacrificios —dijo Lyra, sentándose junto a Kael en la cueva.
Kael asintió, su expresión grave.
—Thane me dijo lo mismo. Debemos estar preparados para enfrentar lo que venga, Lyra.
Lyra tomó la mano de Kael, sintiendo su calidez.
—Lo sé, Kael. Pero juntos, podemos superar cualquier cosa.
Kael la miró con determinación.
—Sí, Lyra. Juntos.
Las semanas siguientes estuvieron llenas de discusiones y planes. Los líderes de ambos clanes continuaron reuniéndose en secreto, explorando la posibilidad de un tratado de paz. Pero no todos estaban de acuerdo con este enfoque. Algunos lobos, tanto en el clan Luminara como en el clan Sombraluna, seguían siendo hostiles a la idea de una alianza.
Una noche, mientras Lyra y Kael se encontraban en su lugar secreto, una sombra oscura emergió de los árboles. Ambos lobos se pusieron en guardia, listos para defenderse.
—¿Quién está ahí? —preguntó Kael, su voz firme.
De la oscuridad surgió una figura conocida. Era Damon, su expresión llena de furia y traición.
—Sabía que algo andaba mal —dijo Damon, su voz llena de veneno—. ¿Cómo pudiste, Kael? ¿Cómo pudiste traicionar a tu propio clan por una Luminara?
Kael se puso delante de Lyra, protegiéndola con su cuerpo.
—Damon, escucha —dijo Kael, tratando de calmar a su amigo—. No se trata de traición. Se trata de encontrar una manera de detener esta guerra.
Pero Damon no estaba dispuesto a escuchar. Con un rugido, se lanzó hacia Kael, sus garras brillando bajo la luz de la luna. Lyra se interpuso rápidamente, bloqueando el ataque con sus propias garras.
—¡Detente, Damon! —gritó Lyra—. ¡No tienes que hacer esto!
Damon la miró con odio, sus ojos llenos de rencor.
—Tú no entiendes nada, Luminara. Esta guerra es lo único que conocemos. No podemos simplemente dejarla atrás.
Kael se acercó lentamente, manteniendo una postura defensiva.
—Damon, sé que estás herido y enojado —dijo Kael—. Pero debemos encontrar una manera de superar esto. Por el bien de nuestros clanes.
Damon se detuvo, respirando con dificultad. Durante un largo momento, pareció debatirse internamente. Finalmente, con un gruñido de frustración, se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad.
Lyra y Kael se quedaron allí, respirando con dificultad, conscientes de que su misión se volvía aún más peligrosa.
—Esto es solo el comienzo —dijo Lyra, su voz temblando ligeramente.
Kael la tomó de la mano, su agarre firme y reconfortante.
—Lo sé, Lyra. Pero mientras estemos juntos, podemos enfrentar cualquier desafío.
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