Dos jóvenes de mundos opuestos se encuentran por casualidad una noche de Halloween. Ella, proveniente de una familia adinerada y de clase alta, y él, de una humilde familia de escasos recursos económicos en la zona más desfavorecida de Florida. A pesar de sus diferencias sociales, sus miradas se cruzan y surge una conexión instantánea entre ellos, una atracción que parecía destinada a ser efímera.
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Una Oportunidad
Capítulo 7 - Una Oportunidad
—¿Qué es lo que está proponiendo, señorita? —pregunta el padre de Marcos, con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Tomo una profunda respiración, sabiendo que este es un momento crucial. Debo convencerlos de que mi oferta es genuina y que puedo ayudar a Marcos a conseguir sus sueños sin tener que renunciar a su orgullo y dignidad.
—Señor, lo que les propongo es una asociación —le digo, con determinación—. Quiero que trabajemos juntos para ayudar a Marcos a obtener esa beca y acceder a una educación de élite.
Veo cómo el padre de Marcos abre los ojos con sorpresa, y puedo notar que Marcos también está impactado por mi oferta.
—¿Una asociación? —repite el padre, frunciendo el ceño—. ¿Qué quiere decir con eso?
Me acerco un poco más a él, buscando establecer una conexión más personal.
—Señor, lo que quiero decir es que quiero que seamos socios en esto —le explico, con una voz más suave—. Yo pondré a su disposición todos mis recursos y conexiones para ayudar a Marcos a conseguir esa beca. Pero a cambio, quiero que ustedes se involucren activamente en el proceso.
Veo cómo el padre de Marcos me mira con cautela, y puedo entender su desconfianza. Después de todo, ¿por qué una joven de mi clase social estaría interesada en ayudar a alguien como él y su familia?
—Señorita, perdone mi escepticismo —dice el padre, con una voz que trasluce su incertidumbre—. Pero, ¿qué es lo que usted obtendría a cambio de todo esto? No puedo creer que simplemente quiera ayudarnos sin pedir nada a cambio.
Asiento con comprensión, consciente de que debo ser completamente transparente.
—Señor, entiendo su desconfianza —le digo, con sinceridad—. Pero le aseguro que mis intenciones no son obtener nada a cambio, más allá de la oportunidad de ver a Marcos cumplir sus sueños.
Veo cómo Marcos me mira con una mezcla de asombro y emoción, y siento que mi corazón se llena de una calidez que no había experimentado antes.
—Señorita, no puedo aceptar su oferta —interviene el padre de Marcos, con firmeza—. No puedo dejar que mi hijo se convierta en una especie de proyecto de caridad para alguien de su clase social.
Siento que la frustración me invade, pero me esfuerzo por mantener la calma. Sé que debo encontrar la manera de convencerlos de que mi oferta no es un acto de caridad, sino una verdadera asociación.
—Señor, le aseguro que no es mi intención menospreciar su orgullo o su dignidad —le digo, con sinceridad—. Al contrario, quiero que seamos socios en esto, que trabajemos juntos para ayudar a Marcos a alcanzar sus sueños.
Veo cómo el padre de Marcos me mira con desconfianza, y sé que debo ser aún más convincente.
—Mire, sé que mi familia y la suya tienen orígenes y realidades muy diferentes —le explico, sin dejar de mirarlo a los ojos—. Pero eso no significa que no podamos encontrar una forma de colaborar y apoyarnos mutuamente.
El padre de Marcos parece estar sopesando mis palabras, y puedo ver que poco a poco sus defensas se van debilitando.
—Señorita, ¿qué es lo que usted espera obtener de todo esto? —pregunta, con una voz más suave.
Sonrío con sinceridad, consciente de que este es el momento de ser completamente transparente.
—Señor, lo único que espero obtener es la oportunidad de ver a Marcos cumplir sus sueños —le digo, apretando suavemente la mano de Marcos—. Quiero ser testigo de cómo su determinación y su talento lo llevan a alcanzar grandes logros.
Veo cómo el padre de Marcos me mira con una mezcla de sorpresa y cautela, y sé que debo ir un paso más allá para convencerlo.
—Señor, sé que mi familia y la suya tienen orígenes y realidades muy diferentes —le digo, con una voz más firme—. Pero eso no significa que no podamos encontrar una forma de trabajar juntos y apoyarnos mutuamente.
Veo cómo el padre de Marcos me mira con una expresión que refleja su lucha interna. Puedo entender sus dudas y su desconfianza, pero también siento que poco a poco está empezando a ceder.
—Señorita, ¿está diciendo que usted está dispuesta a poner todos sus recursos a nuestra disposición, sin pedir nada a cambio? —pregunta, con cautela.
Asiento con determinación, consciente de que este es un momento decisivo.
—Sí, señor. Eso es exactamente lo que estoy proponiendo —le digo, con una sonrisa sincera—. Quiero que trabajemos juntos para ayudar a Marcos a conseguir esa beca y acceder a una educación de élite.
Veo cómo el padre de Marcos intercambia una mirada con su hijo, y puedo sentir la tensión que los envuelve. Sé que deben estar sopesando si pueden confiar en mí, si mi oferta es genuina o si hay algo más oculto.
—Señorita, le agradezco su interés por Marcos —dice el padre, con una voz más suave—. Pero me temo que no podemos aceptar su ayuda. Nuestra dignidad y nuestro orgullo son lo más importante que tenemos, y no queremos que nadie, ni siquiera alguien de su posición, interfiera en eso.
Siento que la frustración vuelve a apoderarse de mí, pero me esfuerzo por mantener la calma. Sé que debo encontrar la manera de convencerlos de que mi oferta no es un acto de caridad, sino una verdadera asociación.
—Señor, entiendo su preocupación —le digo, con una voz suave pero firme—. Pero le aseguro que mi intención no es menospreciar su orgullo o su dignidad. Al contrario, quiero ayudarlos a fortalecerlos.
Veo cómo el padre de Marcos me mira con escepticismo, y sé que debo encontrar la manera de romper esa barrera.
—Mire, sé que mi familia y la suya tienen orígenes y realidades muy diferentes —le explico, sin dejar de mirarlo a los ojos—. Pero eso no significa que no podamos encontrar una forma de trabajar juntos, de ayudarnos mutuamente.
El padre de Marcos me mira con cautela, y puedo sentir que empieza a bajar un poco sus defensas.
—¿Qué es lo que está proponiendo, señorita? —pregunta, con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Tomo una profunda respiración, sabiendo que este es un momento crucial. Debo convencerlos de que mi oferta es genuina y que puedo ayudar a Marcos a conseguir sus sueños sin tener que renunciar a su orgullo y dignidad.
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