Un amor casi imposible, donde uno le huía por seguridad y el otro le seguía sin cesar hasta que se cansó.
El profesor de filosofía, serio y tranquilo, se dejó llevar por la pasión que despertó una torta afrodisíaca junto a su "Rusita" sin saber que hubo consecuencias. Al sentirse abandonado y buscarla, sin éxito; decidió disfrutar de extensos viajes para olvidarla.
Ella disfrutó la mejor noche de su vida, teniendo que huir en la mañana, llevándose consigo un pedacito de él. Pero por problemas familiares, demoró en volver a España.
Ahora deben bautizar a su ahijada e inevitablemente, volverán a verse... ¿Qué pasará? ¿Sus sentimientos seguirán intactos? ¿Qué dirá Isaías cuando sepa el secreto de Eliani?
NovelToon tiene autorización de Tamara Gallo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Muy cerca
De nuevo en la mejor cafetería, la empleada me sonríe con amabilidad.
—Isaías, ¿Cómo estás?— pregunta.
—Bien y, ¿tú?— contesto feliz— ¿Has vuelto de tus vacaciones?
—Sí, ya extrañaba estar aquí— me guiña el ojo y le sonrío.
La bonita señora de 40 y pocos años, está muy enamorada de su jefe, pero él alega no estar en edad de romance con 55.
Además, dice que Regina es una niña a su lado, lo que no ofende a la mujer, ya que bromea con que él debe cumplirle el sueño de ser su colágeno.
—¿Sigue siendo terco?— indago mientras ella va a la máquina.
—¿El café de siempre?—pregunta y asiento— Sigue de terco, pero yo no me rindo. Sé que me mira cuando supuestamente, yo no lo hago. Él muere por estos huesitos— Menea su cuerpo y largo una sonora carcajada, llamando la atención de los clientes.
—Tú no cambias— digo tratando de respirar.
—Por supuesto que no. No cambiaré por él, pero si sigue así el resto del año, lo que haré es cambiar de hombre.—dice sería y aparentemente decidida.
—Mereces un bonito amor.— Ella deja mi vaso de café frente a mí y se apoya en la mesada mientras hablamos.
—Tú también, querido— acaricia mi mejilla y sentimos la puerta del local abrirse.
—Buenas tarrdes— pronuncia Konstantin sentándose en la barra conmigo.
—Hola— digo serio porque no me gusta que me sigan.
—Señorra— se dirige a Regina— Necesito dos cafés negrros y purros, dos pasteles de chocolate y dos pastilás. —Ella asiente y él vuelve a hablar— Grracias.
—¿Le llevas a tu prima?— indago.
—Sí.— contesta secamente.—¿Esperrarrás esos dos días parra verrla?
—Creo que no tengo opción.—lo miro— No sé dónde vive, trabaja o cuando visita a mi cuñada.
—Mmm— hace un gesto con su boca, pero no dice más.
—¿Me dirás?—indago probando suerte.
—No te dirré dónde vive. O cuando ve a tu cuñada porrque no sé, perro prronto sabrrás la dirrección de su trrabajo. —sonríe y Regina le da las cosas, él paga y me mira— No coquetees con mujerres o ella no estarrá contigo— se levanta y se va.
Frunzo mi ceño ante esas palabras y cuando creo darme cuenta, salgo del local corriendo, donde solo puedo ver una limusina yéndose. Voy hasta mi moto para seguirla y noto que ambas ruedas están desinfladas.
—Ay rusita, me vas a pagar el estar huyendo de mí— murmuro.
Entro y Regina me ve preocupada.
—¿Pasó algo?
—¿Recuerdas sobre la mujer que muchas veces hablé?
—Sí, mi niño.
—Estuvo en esa limusina y le sacó el aire a las ruedas.— Regina empieza a reír y yo igual.
—Te dejo inmovilizado para que no la sigas.
—No sé si por eso o celos
—¿Y eso por qué?—pregunta confundida.
—El primo me dijo que ella no querrá estar conmigo si coqueteo con mujeres y nuestra interacción podía parecer eso— nos señalo a ambos y ella abre los ojos sorprendida.
—Ay, querido. Si tuviera veinte años menos, no dudaría en conquistarte— bromea y yo termino el café, casi frío.— Pero esa chica no me vio bien, sino jamás dudaría de ti o sentiría celos de mí— finaliza.
—No importa Regi, lo importante es que con su acción demuestra que todavía siente algo por mí—digo sonriendo como idiota.
—Entonces... te dejó a pie, ¿Llamarás a un taxi o quieres que te lleve cuando cierre?
La oferta de Regina es muy válida, pero aunque me gustaría quedarme aquí, quiero llegar al acantilado.
—Tengo que ir a otro lugar, pero ¿puedo dejar la moto en el garage?— consulto, ya que en el fondo tienen uno muy seguro.
—Por supuesto, sé que a Rafael no le molestará. —hace un gesto con la mano, restando importancia— Pero solo si usas mi auto para que vayas a donde quieres y luego eres mi chófer —dice entre risas.
—Acepto— le sonrío y ella me tiende las llaves.— Eres una genia— agarro su mano y la beso.
—Tener a un Belmonte de chófer es mejor— se ríe y salgo.
Voy hasta la moto y empujo hasta el fondo. Entrando en el garage, dejo la moto y veo el pequeño auto que me ofreció su dueña.
Verifico que tenga suficiente combustible y empiezo el viaje hasta mi lugar favorito.
Enciendo la radio y lo primero que escucho es una canción romántica, la cual canto a todo pulmón, feliz de seguir siendo correspondido.
Mi corazón empieza a acelerarse sin control porque llegando a mi destino, estaciono a varios metros del banco y puedo observar a una mujer rubia de espaldas. Mi mente crea la posibilidad de que sea Eliani y mis piernas se quedan casi sin fuerzas al imaginarla junto a mí, nuevamente.
Respiro profundamente y abro la puerta del auto para salir, meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón para que no se noten mis nervios y empiezo a caminar.
Ella no se mueve, solamente su pelo gracias a la brisa que hay.
—Buenas tardes— digo al colocarme a su lado, manteniendo mi distancia.