Dylan, El Hijo De La Otra

Al otro día y como lo estaba haciendo últimamente Dylan se preparaba para salir temprano de su casa cuando su madre lo detuvo antes de que se fuera.

— ¿Dylan aún estás molesto conmigo o por qué últimamente te vas más temprano de lo normal?.— Le pregunta la mujer triste parándose frente a él.

El chico de pelo largo la miró y vio en el rostro de su madre se reflejaba una gran tristeza por lo que soltó un suspiro pesado.

— No voy a negar que me desconciertan ciertas cosas de tu pasado, el cual te has empeñado a esconder de mí. Sin embargo la razón por la que salgo temprano no es nada que tenga que ver usted madre.— Le dice serio el chico.

— ¿Entonces?.— Pregunta curiosa Sofía al pensar que su hijo tiene una posible novia.

— No es nada de lo que estás imaginando.—Le dice al darse cuenta de las sospechas de su madre.— Es solo que conocí a una persona mayor y lo he invitado a tomar un café.— Le confiesa el joven.

Sofía al saber la razón por la que sale un poco más temprano su hijo, lo abrazó y le dió un beso en la mejilla como cada mañana deseándole siempre lo mejor.

Lo despidió desde la puerta de su casa como diario lo hace y después se fue a su trabajo en la panadería de Brandon donde ha laborado desde que estaba embarazada Dylan.

Mientras tanto Dylan como siempre tomó el autobús que lo lleva a la Universidad y de inmediatamente se dirigió a la cafetería donde se encontraría con Edward. Aunque no sabía si el anciano iría, aún así él se dirigió hacia allá llevándose una sorpresa al llegar.

El anciano estaba sentado en una de las mesas hasta el fondo leyendo atentamente un periódico.

Dylan al verlo de inmediato se dirigió hacia él.

— Buen día Edward.— Le saluda amable.

— Llevo más de veinte minutos esperando, ¿no habías dicho que eres enemigo de la impuntualidad?.— Le reclama el anciano dejando de lado su periódico para ver al chico.

— Lo siento mucho, es lo más rápido que puede llegar el transporte público.— Le contesta el chico sentándose.— ¿Por cierto usted vive cerca de aquí?.— Le pregunta curioso el joven.

— Si, yo no necesito tomar transportes. Además me gusta caminar para ejercitar mis piernas.— Le dice el anciano sonando muy convincente.

Después de eso los dos pidieron un café americano con un toque de vainilla y un par de panecillos de avena con miel.

Comenzaron a desayunar mientras conversaban sobre el trabajo de medio tiempo de Dylan en el gimnasio y el por que había decidido tomar la carrera de dentista pediátrico.

Dylan nostálgico le contó a Edward que cuando era niño había sufrido varios problemas dentales los cuales no los cubría su seguro de salud por lo que sufrió por varios días dolores de muelas en lo su madre reunía el dinero necesario para pagar el tratamiento que necesitaba.

— Tal vez sea un trauma que tenga de niño y hasta suene infantil y gracioso por lo que me decidí por esta carrera, pero realmente desde niño siempre lo quise hacer.— Se ríe el chico con tristeza.— Además sin mencionar que es una de las pocas carreras que me puedo costear.— Le dice un poco apenado mirando el café en su taza.

Edward al escucharlo y tener la oportunidad para hacer preguntas personales acerca de la vida privada del chico no pierde la oportunidad y sin ser tan obvio le pregunta mirándolo fijamente para ver su reacción.

— ¿Y tú padre no te ayuda a costear tus estudios?.—

— Lo que pasa es que yo no tengo padre, nunca lo he conocido.— Le contesta el chico levantando la vista mostrándole una pequeña sonrisa.

El anciano al escuchar su respuesta frunce el ceño por que él creía que se enojaría o tal vez le inventaría un pretexto o algo, sin embargo una vez más el chico lo dejó sorprendido con su madurez.

— ¿Y no lo quisieras conocer?.— Le pregunta Edward expectante a la respuesta del chico.

— No.— Contesta Dylan en un tono frío y sin vacilar.

— ¿Al menos sabes cómo se llama?.— Indaga el anciano.

— No lo sé y tampoco es que me importe.— Le dice el chico soltando un suspiro pesado.— La verdad es que cuando era niño si deseaba saber como se llamaba, como era o el por qué no estaba a nuestro lado. Pero me di por vencido cuando le preguntaba a mi madre y ella siempre se ponía triste y me contaba una historia que pensándolo bien ahora ya no sé si sea verdad.— Dice el chico con tristeza.

— ¿Qué te dijo?.— Pregunta el mayor curioso mirando fijamente cada moviente del joven.

— Eso es algo muy personal de ella y a mí no me incumbe andar contándolo, pero le puedo decir que es una historia de amor donde el hombre se marchó sin saber que yo venía en camino.—

Edward al escuchar esa razón negó con la cabeza mientras apretaba su puño con fuerza bajo la mesa.

— No sé si mi madre me diga que ese hombre se fue sin saber de mi existencia para no lastimarme, cuando tal vez él es un cobarde que me rechazó y me despreció cuando se enteró que yo venía en camino dejando a mi madre a su suerte apenas a sus diecinueve años.—

El anciano al ver al chico molesto arremetiendo contra su padre el cual jamás ha conocido le preguntó una cosa que lo hizo pensar y enojar aún más.

— ¿Y si él que crees que tuvo la culpa aquí no la tuvo y es todo lo contrario a lo que crees qué harías?.—

— ¿Me está insinuando que mi madre es la culpable por haberse entregado a ese poco hombre?.— Pregunta enojado el chico mirándolo serio.

Edward ve como el chico carismático y amable de pronto se convirtió en una bestia salvaje sacando de inmediato las garras para defender a su madre.

Algo que sin duda le llamo mucho la atención.

Le encantó demasiado ver el carácter de Dylan.

El anciano al ver al joven molesto posó sus codos sobre la mesa y recostó su barbilla sobre sus puños para ver fijamente a los ojos al chico sin mostrarle ningún miedo, al contrario quería ponerlo a prueba y ver la reacción que tendría con lo que le diría.

— Me has dicho que no sabes ni el nombre de tu padre, ¿cierto?.— Le pregunta directamente.

— Eso es verdad.— Contesta el chico sin titubeos.

— Ahora te pregunto Dylan, ¿no te has puesto a pensar qué tal vez sea un hombre casado y con familia por eso tú madre no te ha dicho nada de él?.—

Sin duda las palabras de Edward le calaban muy en el fondo a Dylan quien de inmediato recordó la conversación que había escuchado en la cocina de su casa entre su madre y Brandon.

El chico aún no procesaba esa pregunta cuando el anciano le volvió hacer otra.

— ¿Qué harías si tú padre aparece?.—

^^^Continuará….^^^

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