Un Arsenal Peligroso

–¡Oh, vamos! Soy tu primo preferido, o lo seré una vez que te des cuenta de lo genial que soy –dice bajando sus brazos sin haber recibido ningún tipo de saludo.

 –Yo no tengo primos –le respondo vacilante, ya que una vez que te enteras de que en realidad tienes un padre que creías muerto, te empiezas a cuestionar todo, que es justo lo que me está pasando en este momento.

–Claro que lo tienes. Eso es justo lo que soy. –Inclina su cabeza hacia un lado, mirándome entretenido–. Tu padre, mi tío.

Apunta primero en mi dirección y luego a su pecho, como si no fuera lo suficiente rápida o inteligente para captarlo. Esto se pone cada vez más extraño.

–¿Así que estás diciendo que no sólo tengo un primo, sino también un tío del que no sé nada? –pregunto, ya sintiendo un dolor de cabeza empezando a formarse.

–Técnicamente es una tía de la que no sabes nada. En cuanto a mí, no te preocupes por conocerme, ya lo harás. De hecho, estoy sin techo en estos momentos. Ya sabes, uno no puede meterse con la mujer del líder de Los Toros sin tener que desaparecer durante un tiempo. Entonces, cuando fui dónde mi tío Carlos para dejarle saber que tenía que dejar la ciudad por algunos inconvenientes menores, lo escuché hablando de ti y me dije, oye, David, por qué no vas a quedarte con tu prima preferida. –Hace una pausa y me guiña un ojo antes de continuar–. Aprovechas

de conocer a la misteriosa Jess de la que sólo has oído hablar, mientras que se enfría el asunto ese de la mujer que le puso los cuernos al toro con mi persona. Ja, que ironía, le pusieron los cuernos al toro, ¿entiendes? Bueno,

como decía, lo pensé, lo decidí y aquí estoy. –Sacude su cabeza en afirmación, habiendo terminado su monólogo.

Y con eso es que decido que en realidad si es mi primo. Su tendencia a parlotear me recuerda a mi hermana. Lo miro ahora y puedo ver algunos de mis rasgos reflejados en su rostro, sólo que en masculino. Y es sorprendente que no descubriera las similitudes nada más mirarlo. ¡Claro, a quién me recordaba era a mí. Por eso pensé que lo conocía!

Sonrío un poco en respuesta a su sonrisa que no ha hecho más que crecer a lo largo de su explicación. Y puedo decir que es de esas personas con las que es fácil llevarse bien.

–Así que déjame ver si entiendo... Estás suponiendo que voy a dejar que te quedes en mi casa, mientras se enfríen las cosas con Los Toros, sea lo que sean Los Toros.

–Sí, esa era la idea. –Pone cara de cachorro y me pregunto por qué estoy considerándolo cuando hace unos pocos minutos ni siquiera sabía que existía. Y luego pienso en posibles mentiras para decirle a mi mamá. No es que me guste mentirle, lo odio, pero si se entera que sé sobre mi padre, se va a armar una grande. Me estremezco de sólo imaginarlo.

–Por muy primo que seas, no te conozco. ¿Cómo podría dejar que te quedes en mi casa? Apenas y sé que te llamas David –le digo, a lo que sacude su mano descartando mis preocupaciones.

–Eso lo resolvemos fácilmente. Te diré todo sobre mí. Déjame pensar. –Da golpes a su barbilla, reflexionando antes de continuar–. Sí, soy David Reyes González. Para resumir, te diré que soy escorpión, veinte años. Me gustan las mujeres, mucho. Sobre todo si están comprometidas, le agrega emoción, ¿sabes? De todos modos, mi tío Carlos dice que un día perderé alguna parte del cuerpo. –Se inclina y baja la voz–. En concreto una parte que realmente me gusta tener. – Luego continúa con su voz a volumen normal–.  Tío Carlos también me enseñó el negocio, pero sabes lo aburrido que en realidad es. Puros números, llamadas y negocios. Aburrido. La última vez que estuve

trabajando en el negocio sucedió un pequeño incendio. Pensé que mi tío explotaría de lo furioso que estaba, pero le expliqué que había leído en Internet una teoría interesante que simplemente se salió de control en la práctica. No decía más que papeles importantes, información importante y cosas así, dejé de escuchar después de un tiempo. Así que ya verás, todavía está un poco molesto conmigo, por lo que no puedo pedir quedarme en una de sus casas. Y los hoteles son tan extraños, impersonales, ¿sabes? Desde que ya han pasado cuatro días del pequeño experimento fallido, ya debería haber dejado de estar enojado, pero no. David esto... David aquello. –La última parte la dice con la voz más profunda. Supongo que representado a su tío Carlos, mi padre. Mi vida está fuera de control, pero no tanto como el parloteo incesante de David.

Cuando abro la boca sin saber bien que va a salir, pero necesitando decir algo antes de que a mi nuevo primo se le ocurra empezar a hablar nuevamente, veo un cambio en la cara de David. Su perpetua sonrisa da paso a una expresión de curiosidad mientras mira sobre mi hombro. También miro para saber que captó su atención y me conmociona lo que veo.

Christopher corre en nuestra dirección un poco lejos aún. Y un segundo después está en el suelo bajo el peso de Sujeto 1. Mi desaparecido guardaespaldas. Supongo que tiene sentido que no salieran a protegerme antes, ya que conocen a mi primo, pero lo que no tiene sentido es lo que estoy viendo.

Dejo salir un sonido sobresaltado, mientras David pregunta en una voz en partes iguales de entusiasmo y confusión: –¿Sabes quién es ese? –Y luego antes de que pueda decir algo continúa–. Y yo que pensé que las pequeñas ciudades no tenían ninguna entretención.

Mientras me doy vuelta y corro en la dirección de un Christopher luchando en el suelo, me pregunto por qué este día todavía no termina.

Me acerco a Guerreo, que se está defendiendo. En realidad está ganando la batalla y comienza a ponerse de pie. Otros dos sujetos se acercan, supongo que sujeto número 2 y 3. Cuando Christopher se pone de pie, veo la luz roja en su pecho de nuevo. ¡Esto es demasiado! Los únicos lugares altos cercanos, son los edificios que quedan cerca del puente, al principio de la calle. Cabe suponer que se encuentran allí. Miró a Sujeto 1 a la cara, espero que con una expresión amenazante para que se aleje, pero en realidad no creo que asuste a nadie. Sin embargo, veo como retrocede y los demás hombres comienzan a bajar su velocidad.

Sujeto 1 hace un gesto con la mano y mágicamente la luz desaparece del pecho de Christopher. Como no confío en estos hombres, me acerco y lo abrazo. Seguramente no le dispararán si estoy al medio. Después de todo soy la hija del jefe, algún beneficio ha de tener.

Miró a Christopher, que me mira sorprendido e irritado a partes iguales, lo que me confunde. Me acerco más a él, de forma inconsciente, su esencia me está volviendo algo loca, debo decir. No había notado antes lo atrayente y sensual que puede llegar a ser el aroma de un hombre.

Ok, estoy oficialmente agotada.

 –Jess –me dice bastante cabreado–, no vuelvas a ponerte en la línea de fuego. Nunca más, ¿me oyes? Por nadie y mucho menos por mí.

Increíble, le acabo de salvar su pellejo, y no irradia más que enfado creciente.

–Te estás escuchando –espeto–. Idiota. No te iba a dejar morir. No conozco a estos tipos, en cambio a ti te conozco y te quiero –digo en voz alta para que escuchen los guardaespaldas. Mis guardaespaldas, aun no me acostumbro. Espero que le informen a mi padre. Después de todo, acepté ayudarlo. Debo hacer que esto funcione y que llegue a los oídos de El Emperador, mi papá, que estoy con Guerrero.

Muchas cosas pasan a la vez, los hombres se sorprenden y se miran entre ellos confundidos y descolocados.

Mi primo ríe y le escucho decir: –Mi primita se las trae. Esto va hacer que mi tío explote. Aunque pensándolo bien, se le va a olvidar mi pequeño accidente. Gracias, prima –termina y se ríe más fuerte.

Pero la reacción que más me sorprende es la del hombre que tengo al frente. Se tensa y me mira con muchas emociones cruzando su rostro. Sé que está perdido, y en otro momento incluso sería gracioso verlo tan confundido. Lo miró haciéndole un gesto, que espero entienda, para que juegue mi juego. Sin embargo, el hombre sigue

perdido. Sí, definitivamente visto desde afuera debe ser hilarante.

Al fin veo en su expresión que entiende de qué va todo esto. ¡Por fin! Para ser un tipo tan brillante, a veces no es muy listo. Un conflicto pasa por sus ojos, que no logro entender. Finalmente sus ojos me miran con determinación, la decisión ha sido tomada. Dios, como me gustaría leer las mentes en este momento, o por lo menos la suya.

Me toma más fuerte por mi cintura, sorprendiéndome, y me dice con voz firme y autoritaria: –Es por la misma razón por la que no te puedo dejar hacer eso nunca más en tu vida. No lo quiero volver a repetir.

Al menos la última parte la dice de verdad, todavía está furioso. Lo veo, lo siento. Sin esperarlo, me acerca más a él, acuna mi rostro y me besa.

Dios, es ahora cuando me voy a desmayar.

Guerrero me besa sin pedir permiso, seguro. Toma todo lo que quiere de mí y yo lo dejo. Su sujeción en mi cintura se hace más firme y me acerca más a él. Gimo al sentir su fuerza, lo que en él provoca un gemido ronco en respuesta.

Este es el mejor beso que me han dado, tan dominante y apasionado. Su sabor, sus labios, su lengua... Oh, su lengua.  Sé que estoy perdida, en realidad siempre lo estuve. Nunca tuve alternativa. Esto está mal, pero lo hace más emocionante, y se siente bien. Muy bien. Me acerca más, eliminando el espacio entre ambos. Con una mano presiona mi espalda contra él y con la otra sube hasta mi rostro tomando mi cabello. Mis manos por si solas van a su pelo y tiran fuerte de él. Christopher gime roncamente, provocando un escalofrío en mi columna.

Una parte de mí piensa que este no es el mejor lugar, con mi primo, guardaespaldas, y a unos pasos de mi casa. Deben estar todos los vecinos atentos, ¡como odio a los chismosos! Sin embargo, nada me importa. Nada podría arruinar este momento.

Un jalón me separa de Guerrero.

Sujeto 1.

Lo miro furiosa. Él apunta a mi pecho y veo tres luces rojas en él. Miro a los demás y todos tienen esas luces en sus cabezas y pechos.

–Ok –dice mi nuevo primo–. Creo que ha llegado la hora de presentarles a los Toros. Como pueden ver no son muy amistosos.