Cuatro años después. Un carruaje llega al ducado de Vertron donde en el patio de la mansión hay un gran escándalo. Una joven de cabellos plateados, baja del carruaje elegantemente.
Nadie esperaba esta repentina e inesperada visita. Antes la creían muerta pero ahora ¿Qué pasará cuando la vean?
Segunda Temporada de: La Villana Desea decir Adiós
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Capítulo VIII
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Numerosos carruajes se hallaban estacionados cerca del colegio. Estudiantes habituales bajaban de ellos acostumbrados para ingresar a esas grandes puertas que los mantenían encerrados hasta que el estudio finalizaba por el día.
Una hermosa joven de cabellos plateados grisáceos se baja suspirando de un carruaje. Toma unos libros entregados por su formidable caballero y se dirige hacia el aula correspondiente que ya no era la misma en la que recibía clases de pequeña.
Un aula desconocida que nunca piso en su otra vida. Se sentía aliviada que las cosas estaban cambiando a su entorno, sin ir por el mismo camino que una vez siguió y aunque eso también le daba un poco de miedo; creía firmemente que debía seguir por ese camino desconocido que seguramente estaba lejos de lo que la antigua Anya quiso o imaginó.
Recordando lo que le había dicho su maestro, siguió el camino hacia su salón sin perderse. Entró y se sentó en el primer asiento que supuso que nadie se sentaba. Rogaba que no hubiera ninguna persona que conociera, no le gustaba la idea de estar cerca de ellos.
—Buenos días, Señorita Vertron. Me enteré de que regresó Ayer, discúlpeme por no ir a visitarla.— Exclamó una joven que se acercó a la joven Villana.
Era Rebeca, la joven que Anya tomó por muerta el año pasado. Había sorpresa en su rostro y un cierto destello de esperanza en los ojos de la joven Villana al notar un milagro en persona.
—Buenos días, Señorita Marshall, no es necesario disculparse. Aún puede venir a visitarme cuando guste.— Respondió Anya amablemente, algo realmente interesante proviniendo de ella. Quizás la habían llegado a cambiar mucho en la Mansión Murphy. ¿Eso realmente estaba bien?
—Tiene razón. Gracias...— Dijo la joven y encantadora Señorita Marshall. De pronto, su actitud se volvió ¿ansiosa? y con manos inquietas y labios que dudaban si decir o no; habló. —Señorita Vertron, no es mi intención ofender ni nada, pero ese asiento es del Joven Calixto...— Indicó la joven un poco apenada.
La joven de cabellos plateados frunció ligeramente su ceño en disgusto por escuchar ese apellido que se refería únicamente a una sola persona. Observó en su alrededor y percibió las miradas juzgonas de sus compañeros que no recordaba conocer.
—¿Ah, si? No sabía... Le agradezco por decirme Señorita Marshall.— Agradeció al suponer que seguramente por eso se acercó a ella en un principio para ayudarla.
Anya se levantó del asiento y se quedó inmóvil a la par de Rebeca al observar que el joven de cabellos negros y ojos azules entró al aula. Al pasar cerca de ella. —Buenos días, Señorita.— La saludó con una leve sonrisa y se fue a sentar en otra parte.
Anya en un deja vú, se sentó en el mismo asiento porque el docente ya había ingresado en el aula para impartir su clase.
—...Jóvenes y Señoritas, antes de hablar sobre las normas de la academia como introducción hacia un nuevo año de estudio. Necesito probar su valor "mágico" para poder facilitarles su estudio en ese ámbito.— Informó el docente mientras sacaba una pluma, un libro y una peculiar tinta color blanco que brillaba ligeramente.
—Pasaré por cada uno de ustedes en sus respectivos escritorios, y espero que cooperen sin causar inconvenientes.— Advirtió mientras se dirigía al primer alumno de la primera fila de escritorios. Luego, abrió su libro en una página vacía y dijo: —Escuchen, lo repetiré solo una vez. Tomen la pluma y escriban su nombre completo en el libro. Según tediosos estudios de la magia, no todos los individuos poseen la misma cantidad o el mismo potencial de magia, por lo que, para saber el nivel de este, se usa la tinta blanca que contiene este recipiente. (Se queja con enfado) No me concierne a mí explicarles en detalle, así que solo diré que cuando el individuo escribe con esta tinta, el color de ella cambiará según el nivel de su magia.— Explicó desinteresado mientras iba por cada alumno como había dicho anteriormente y ellos obedientes, seguían las instrucciones ordenadas.
Muchos colores se notaban en ese libro. Morado, celeste, verde, amarillo, anaranjado... azul, el color más repetido entre los nombres de los estudiantes. Y entre los más destacados y escasos, estaba el color rojo; color que pintó los nombres del joven Arian Calixto y el otro joven, Howard Alioth. Estos dos resultados dieronn satisfacción al docente que antes se encontraba desinteresado.
Entonces, llegó el turno de la joven de cabellos plateados cuyo asiento fue el último de la clase. Con elegancia, escribió su nombre en el último espacio blanco de la página y la expresión del docente, fue de desconcierto. "Anya Vertron" estaba escrito en tinta negra.
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^^^___Mansión Vertron___^^^
Mientras tanto, el Duque que yacía en su despacho sumergido en el trabajo de su día a día. Él se notaba totalmente demacrado. Su cuerpo entero estaba levemente delgado y se hacía notoria su tristeza y culpa que tenía reflejada en su rostro.
Edgar levantó su mano izquierda que sostenía la fotografía y la miró tristemente.
—Creo que... Si Anya no fuera igual a ti. No, si yo no hubiera dejado que tu lejanía y tu muerte me hicieran mal padre. Pienso que en este momento... todo fuera distinto.— Susurró.
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^^^___Academia___^^^
El tiempo pasó tan rápido que Anya ni sintió cuando sonó el timbre por última vez en este día. Tomó sus cosas y se fue de allí.
Pasó por el salón de entrenamiento y al recordar que Theo se encontraba entrenando a estas horas; decidió pasar por un momento antes de volver a la Mansión.
—Princesa... ¿Es usted?— Indaga curiosa una voz algo grave y atractivamente familiar.
Anya volteó a ver al hombre que le habló a una ¿princesa? Cuando lo hizo, se cruzó con unos ojos rosados que la miraban fijamente.
—"¿Me pregunta a mí?"— Se preguntó observando por los lados para mirar si había otra chica que sería la "Princesa" a la que este hombre se refería.
—Es usted... parece que ya regresó a este inapropiado lugar.— Exclamó el joven de cabello negro azabache aún observando a la joven.
—Disculpe...— Habló, sin embargo: —Anya, que sorpresa. ¿Vienes por el duelo? Recuerda que aún no estas recuperada, así que pequeña Señorita, sea paciente.— Intervino el joven Theo con una toalla en sus manos mientras sonreía al ver a su bella hermana.
—No te preocupes, lo sé. Yo simplemente pasé por aquí.— Contestó la joven de cabellos plateados mientras le sonreía de vuelta.
Theo observa al chico de ojos rosados que era unos centímetros más alto que él y le dice un poco serio: —Arian no vino a entrenar hoy, Gael ¿No te dijo?—
—"Asi que ese era su nombre..."— Pensó Anya en su mente mientras miraba a ambos en silencio. —No, no me dijo. Parece que alguien intervino en sus planes de entrenamiento.— Exclamó seguro, observando aún a la joven Señorita con atención.
—Oh, cierto, Anya. Justamente iba a buscarte luego de terminar mi entrenamiento. Te compré unos dulces que seguramente te gustaran.— Dijo Theo entregándole una pequeña bolsa que esparcía un delicioso aroma.
Anya lo aceptó y agradeció por su obsequio. —Me despido entonces. Theo, nos vemos después.— Se despidió para marcharse.
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La joven Villana ya había llegado al ducado y caminó hacia su habitación para descansar antes de almorzar.
La pequeña bolsa que sostenía con su fascinante aroma dulce; hizo que Anya no pudiera resistir comer unos cuantos antes de llegar a su habitación.
Tenían un sabor dulce con un toque amargo que le encantó a la joven. Agradecía nuevamente a Theo por comprarle eso, le gustaron bastantes como para querer compartir con alguien.
—¡A- Anya!— Llamó una voz angelical a la joven Villana que yacía disfrutando de sus bocadillos.
Alice quien había escuchado pasos atrás de su puerta. Se apresuró a salir de su habitación, pues supuso que era Anya quien caminaba por el pasadizo.
Anya solo se detuvo, pero no volteó a verla. Alice pensó que Anya no se volteó porque no quería verla porque seguramente estaba molesta por el suceso del árbol.
—"Ay, no! Aún tengo llena mi boca de los dulces. ¿Qué hago?"— Gritó mentalmente Anya al no desear que alguien la viera en ese estado tan vergonzoso.
—Lo siento... No quise que te pasara eso por mi terquedad.— Confesó Alice arrepentida. Se veía triste, parece que realmente no quería eso.
Lamentablemente, la joven de cabello plateados no pudo responder. Creó malentendidos que le pesaron más a su pequeña y encantadora hermanita.
—"Abigaíl... si no fuera por ti.."— Lamentó Anya sabiendo que su bella hermana Abigaíl le había pegado una de sus mañas terribles.
—Ya sé que aún estás enojada conmigo y también sé que... no puedo pedirte que me perdones. Pero...—
La joven Villana a como pudo, logró terminarse de comer todo lo que tenía en su boca. Y pudo sentir alivio al no estar muriendo de un atragantamiento a causa de su gula.
La joven Alice, entrelazó sus delicadas manos tristemente. —Es que... no sé por qué me sentí así. Sentí, sentí envidia de mi hermana mayor.—
—"¿Envidia? ¿ Por mí? ja..."—
Forzando a Artemisa ha tener una deuda de honor por su vida, haciendose el imprescindible hasta el último momento.😤🙎♀️😒
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Me encantó la historia y los dos libros, pero se hubiera ahorrado el segundo "viaje" y de jar que cada uno recibiera lo que sembró en su camino y dejar de intentar arreglar la vida de los demás y concentrarse en la suya y de sus hermanos. Ya que siempre fueron inocentes en esta dos vidas.🤷♀️😮💨