Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
NovelToon tiene autorización de Gena Jim para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO:07
ISABELA:
Los días transcurren con normalidad y paso a paso me voy adaptando a esta vida rutinaria y algo solitaria, la verdad e intentando reunirme varias veces con Amelia, pero sus excusas me hacen pensar que no quiere juntarse conmigo.
Con un suspiro continúo trabajando en mi puesto hasta que el teléfono suena.
—Buenos días.
Respondo con cordialidad.
—Ven a mi oficina.
Escucho la voz de mi jefe y con otro suspiro me levanto de mi asiento y me dirijo a su oficina.
Toco dos veces y entro sin más, dándome cuenta del desorden de papeles que tiene en su escritorio.
—¿Qué necesita señor Romanov?
Él me mira y me entrega una carpeta.
—Llevale esa carpeta a la jefa de marketing, dile que su trabajo no sirve y carece de ideas originales.
Tomo la carpeta en mis manos y asiento retirándome de su oficina.
Con ayuda de uno de los de seguridad llego al cubículo del área de marketing y sonrío feliz al ver a Amelia.
—Amelia, que gusto verte.
Ella levanta la cabeza y me mira fijamente.
—Ah eres tú ¿Cómo estás?
Pregunta con poco entusiasmo y yo me extraño un poco.
—¿Todo bien? Te noto un poco rara.
Ella sonríe algo forzado y toca su vientre.
—Es el embarazo, la verdad que está siendo muy difícil.
Dice con un suspiro y yo asiento comprendiendo.
—¿Eres la jefa de marketing?
Hago la pregunta y ella asiente.
—Así es ¿Deseas algo?
Le entrego la carpeta y ella lo toma arrugando el ceño.
—El señor Romanov dice que el trabajo carece de ideas originales, él necesita que lo hagas otra vez.
Hablo tratando de ser lo más amable posible y Amelia me lanza la carpeta regando todos los papeles en el suelo y varios de los que estaban trabajando nos mira con atención al igual que algunas de las chicas que desde el principio me miraban mal y con desagrado.
—¿Lo haces a propósito?
Pregunta con enojo poniéndose en pies.
—No entiendo de que hablas yo...
—¡Ja! ¿Ahora te haces inocente? Conmigo no vas a usar ese truco Isabela Torres ¿Te crees más que yo tan solo por qué ocupas el puesto de asistente personal del jefe?
—Amelia, esto es un malentendido... Yo no...
—Largate de mi vista, el señor Romanov siempre me ha felicitado por mi excelente trabajo, nunca he fallado en uno por eso soy la jefa de marketing ¿Tu idea es dejarme mal con él?
—Amelia cálmate, el señor Romanov me dió la carpeta para entregártela, yo no tengo nada que ver con esto.
Señalo los papeles que están regados en el suelo y ella se ríe.
—Siempre me has tenido envidia ¿No es así?
Arrugo el ceño sintiendo como mi pecho se oprime con cada una de sus palabras.
—Nunca tendría por qué enviarte, creo que estás equivocada.
—¿Ah no? Déjame decirte esto Isabela, no es mi culpa que tú exesposo no te quiera y se haya divorciado de ti...
No la dejo terminar y me doy la vuelta marchándome, no es obligatorio quedarme a escuchar todos sus palabrerías absurdas.
A pasos apresurados me voy del lugar sintiendo todas las miradas se clavan en mí hasta que desaparezco.
A pasos rápidos subo las escaleras mientras las lágrimas mojan mis mejillas sin poder detenerlas.
—No debes de llorar Isabela, es mejor que saque su verdadero ser desde ahora y no que vivas engañada.
Susurro para mi misma mientras siento que me ahogo en mis propios sollozos que por más que quiero no se detiene.
—No seas estúpida, ya deja de llorar.
Me recrimino limpiando mis lágrimas con furia por haber sido tan estúpida todo este tiempo.
—Perdón bebé, tu mami no tiene las suficientes agallas para enfrentar este mundo tan cruel.
Pasado un tiempo, termino de subir las escaleras y limpio mi rostro de todo rastro de lágrimas y me dirijo a mi puesto de trabajo con la respiración agitada y agotada.
Cuándo tomo asiento, el teléfono suena y por unos segundos solo lo miro hasta que lo tomo.
—Buenos días...
—¿Por qué te ha tomado tanto tiempo regresar? Te he llamado varias veces.
—Señor Romanov.
—La escucho.
—¿Usted necesita algo muy importante? Por qué si no es así ¿Me puede dar un respiro de una hora por favor?
—Señorita Torres, este es su último día de prueba.
—Lo sé.
—Si lo sabe, entonces venga inmediatamente a mi oficina.
Él corta la línea y yo respiro varias veces, y luego camino hacia su oficina.
Sin tocar entro y este me mira fijamente alzando las cejas.
—¿Acaso estaba llorando?
—¿Qué desea señor Romanov?
—Necesito que leas este proyecto y me des tu opinión al respecto, voy a confiar en tu buen criterio.
Alzo las cejas y tomo el proyecto entre mis manos.
—¿Para cuándo necesita respuesta?
—Para dentro de dos horas ¿Puedes hacerlo?
—Sí, puedo hacerlo.
—Bien, entonces toma asiento ahí, cuándo termines me das tu respuesta.
El jefe me señala un pequeño escritorio y sin agregar más hago lo pedido concentrándome en el trabajo.