Latentis

La rueda se detiene quedando su cabina en lo alto, desde ahí pueden observar las luces de las ciudades que hay en las islas, incluyendo los palacios, desde ese punto tienen la mejor vista.

—Toma—dice Daphne pasándolo unos dulces a Arthur 

—Gracias, la vista desde aquí es muy hermosa—menciona él 

—Si desde aquí se puede ver casi todo el reino, además tienes una hermosa vista del cielo—señala arriba 

El lugar se ilumina con una lluvia de estrellas que pasa rápido, en cada año que se celebra este festival de primavera está complementado con una lluvia de estrellas.

—Esto es maravilloso—responde el asombrado

—Lo es y eso que no has visto el reino celestial—dice ella 

—Y ese reino es de duendes—bromea él 

—No, es de ángeles de donde tú perteneces—responde ella 

El guarda silenció, ósea no pensó que conocería a la familia de su madre, le preocupa que no lo acepten por ser un híbrido mitad humano, más con eso de que no buscaron a su madre para ayudarla, aunque según recuerda nunca vio que su madre tuviera alas.

—No te preocupes por nada, si ellos no te aceptan puedes vivir aquí en Elfyris, ya que en el mundo humano quieren verte muerto—hace una pausa—nunca pensé que conocería al hermano de mi ex prometido—menciona ella 

—Ex prometido, acaso fuiste prometida de Theo—pregunta él 

—Lastimosamente si—responde ella 

—No te gustaba—responde él 

—No, me parecía un chico tonto, mimado, y además era mujeriego y yo no quiero ser cornuda—dice ella 

—Entiendo por lo menos ahora eres libre—menciona él

Daphne guarda silencio, ella siempre ha sido libre incluso en su vida pasada ósea si tuvo novios, y pasó momentos agradables nunca se llegó a casar y si no hubiera sido porque murió es seguro que no se hubiera casado y hubiera permanecido soltera disfrutando de los placeres de la vida hasta morir.

Pero aquí donde vive ahora no ha disfrutado a ningún chico es más ni lo ha pensado además tenía que respetar el compromiso aunque el príncipe no lo hiciera, pero ahora es libre y podría llegar a encontrar un buen chico con quien disfrutar la vida.

Una sonrisa se forma en sus labios volteando a ver a Arthur, pues el chico no está nada mal incluso es más guapo que su hermanastro, quizás pueda comerse a ese ángel caído.

—Por qué me mira así—dice Arthur sintiendo un escalofrío 

—eh, nada es solo que me dio hambre —dice ella rápido 

Sí, pero hambre de otra cosa será, voltea a ver el suelo notando que ya la rueda ha comenzado a bajar, dos vueltas más y se bajan de la rueda de la fortuna encontrándose con sus familiares quienes están en una mesa disfrutando de la comida.

Los elfos comienzan a danzar en medio de la plaza, la música se ajusta al sonido de los cantos de los árboles, el viento se mueve levantando pétalos de flores que comienzan a caer sobre los danzantes.

Arthur está que no cabe en su silla de la emoción que siente mientras observa cómo bailan los elfos casi como si hicieran un ritual a la luna, nunca había visto algo así que si alguien viene a contarle es capaz de no creerle, pero la cosa es diferente por qué lo está viendo incluso piensa que esto debe de ser un sueño del que no quiere despertar jamás.

—Esa es la danza de viento—le menciona Daphne

—es tan hermosa, los movimientos son tan precisos que no puedo dejar de mirar —responde él 

—Lo son, solo los elfos que la han estudiado por más de diez años son capaces de dominar dichos pasos—habla Daphne 

Dos horas más tarde ya estaba cada uno en sus habitaciones Daphne cayó dormida en un instante que tocó la cama.

Mientras que Arthur aún se encontraba observando el cielo estrellado, su mente divaga en qué estará pasando en su archiducado desde que su abuela murió a él le ha tocado tomar el cargo de archiduque aunque su padre no estuvo muy feliz que digamos, pero varios nobles lo han apoyado, así que el emperador no puede hacer nada.

Cómo había quedado en dar un paseo en Pegasus con Arthur se levantó temprano, primero salió a hacer un poco de ejercicio.

Al regresar a su habitación se pone unos pantalones color café y una camisa blanca, cuando empezó a entrenar le tocaba hacerlo con vestidos y como era muy molesto decidió crear unos pantalones para mujeres y aunque debe de respetar las reglas de este mundo y no usar ropa demasiado de ajustada así que creo pantalones flojos y camisas flojas para estar cómoda.

Lista salió hacia el comedor ya, Arthur ya debe de estar ahí esperando por ella, al entrar se encuentra con el chico que se le queda viendo como si tuviera dos cabezas.

—Tengo algo en la cara—pregunta ella 

—Está usando pantalones princesa—pregunta él 

—No como vas a creer estoy usando una sábana—responde ella poniendo los ojos en blanco 

—Qué graciosa, pero se ve muy linda—dice él ya agarrando confianza 

—Gracias, terminemos de desayunar y nos vamos—responde ella 

Arthur asiente y comienza a comer, la comida está tan deliciosa que incluso quiere pedirles la receta, pero lo hará después hoy quiere disfrutar el día.

Al terminar se quedan viendo directo a los ojos, Daphne es la primera en levantarse, el chico no se queda atrás y juntos salen caminando hacia el establo donde se encuentran el Pegasus.

En el establo ya el Pegasus está listo para volar, mientras que los demás caballos se encuentran descansando y comiendo.

—Estamos aquí, escoge el que gustes—señala al Pegasus 

—El de color negro me gusta—dice él 

—Bien su nombre es rayo, mientras yo iré con trueno—menciona ella 

Daphne pega un salto y se sube a trueno, este se emociona relinchando, ella lo acaricia suavemente tomando la correa mientras que Arthur apenas se está subiendo a rayo.

Ambos Pegasus comienzan a correr hacia el final de la isla dejándose caer al vacío, Arthur pega un pequeño brinco del susto sintiendo como el aire rosa su rostro mientras se elevan por el cielo.