Soy Salma Hassan, una sayyida (Dama) que vive en sarabia saudita. Mi vida está marcada por las expectativas. Las tradiciones de mi familia y su cultura. Soy obligada a casarme con un hombre veinte años mayor que yo.
No tuve elección, pero elegí no ser suya.
Dejando a mi único amor ilícito por qué según mi familia el no tiene nada que ofrecerme ni siquiera un buen apellido.
Mi vida está trasada a mí matrimonio no deseado. Contra mi amor exiliado.
Años después, el destino y Ala, vuelve a juntarnos. Obligándonos a pasar miles de pruebas para mostrarnos que no podemos estar juntos...
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Una junta
POV SALMA.
Me puse de pie, intentando mantener la compostura mientras explicaba la importancia de nuestra asociación con los inversionistas. Pero mi mirada se cruzó con la de Emir, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Me estaba mirando fijamente, con una intensidad que me hacía sentir nerviosa.
Intenté enfocarme en lo que estaba diciendo, pero no podía evitar sentirme consciente de su mirada. Me sentí como si estuviera desnuda frente a él, como si pudiera ver más allá de mis palabras y mi fachada.
—La asociación entre nuestras empresas será beneficiosa para ambos. Podremos expandir nuestros mercados y aumentar nuestra presencia en la industria—
Emir no apartó la mirada de mí, ni siquiera cuando Ozan intervino para agregar algo.
Intenté mantener la calma, pero mi corazón latía con fuerza en mi pecho. No sabía qué quería Emir, ni qué estaba buscando. Pero sabía que no podía dejar que me afectara. Tenía que mantener la profesionalidad, tenía que hacer mi trabajo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la junta llegó a su fin. Emir se levantó de su silla, su mirada nunca abandonó la mía.
—Gracias por la presentación. Pensaremos en la oferta y mañana le daremos una respuesta—
Me puse de pie, intentando mantener la compostura, y extendí mi mano para estrechar la suya. Emir la tomó, y en el momento en que nuestras manos se tocaron, sentí una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo.
Su mano era cálida y fuerte, me sentí envuelta en una sensación de familiaridad. Era como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que nos tocamos, y sin embargo, se sentía como si fuera ayer.
Mientras nuestras manos estaban unidas, Emir me miró a los ojos, y pude ver una chispa de reconocimiento en su mirada. Me sentí como si estuviera viendo al hombre que una vez conocí, al hombre que amé con todo mi corazón.
La sensación fue intensa, y me sentí mareada. Retiré mi mano de la suya, intentando romper el hechizo que nos envolvía. —Mañana, entonces— dije, intentando sonar profesional.
Emir asintió con la cabeza, y se dio la vuelta para salir de la sala de juntas.
—¿Nos vamos a casa?— la pregunta de Ozan me saca de mis pensamientos.
—Claro— respondí sin pensar, me coloqué de pie y lo seguí.
Fuimos directo al estacionamiento y entramos en mi auto. En total silencio conduje a casa.
Cuando llegamos a casa el fuerte llamado de Senre me sobresalto.
—Mamá—
—¡Por Dios cariño!— ella ríe a carcajadas y no hay nada más lindo que escucharla reír.
—¿Verdad que te asuste?—
—Claro que si, cariño— digo al tiempo que me agacho y le doy un fuerte abrazo.
—¡Papá!— se separa de mí y va corriendo en cuanto ve a Ozan entrar. Me pongo de pie y veo como mi pequeña hija corre a los brazos abiertos de él.
Esa escena es muy dulce, y me agrada ver que mi hija se siente feliz.
—¿Cómo estás, princesa? ¿Qué tal tu día en la escuela?— pregunta Ozan mientras entra con ella en brazos.
—Bien, papá. Cómo todos los días, aunque...—
—¿Aunque que?— le interrumpe.
—No pude jugar con mis amiguitos porque me dolió mucho aquí— le señala la parte de atrás de la cintura.
—¿Aún te duele?— me apresuro a preguntarle.
—No, mamá. Fue solo por un momento—
—Creo que con un poco de cosquillas ya no te dolerá más—
—No, papá— veo a Senre bajarse y salir corriendo mientras ríe por toda la casa.
Volteé los ojos y subí a mi habitación para tomar un baño.
Después de un día tan intenso, un baño relajante era justo lo que necesitaba. El agua caliente y los aromas calmantes me ayudaron a aliviar la tensión de mis músculos y a calmar mi mente.
Salí del baño envuelta en una toalla y me fui directo a mi guardarropa, me coloqué un vestido ligero después de aplicarme mi crema corporal de siempre.
Peiné mi cabello mirándome al espejo y bajé al comedor y me senté a comer con Ozan y mi hija, disfrutando del ambiente. Todo parecía normal, como siempre.
—Salma— Ozan llamó mi atención, dejé de comer y lo miré. —Mañana tendrás que reunirte con los inversionistas para que te den la respuesta —dijo, con su voz seria.
Asentí con la cabeza, intentando parecer tranquila. Pero mi corazón comenzó a latir con fuerza al pensar en la reunión. Y entonces, hice la pregunta que me estaba inquietando.
—¿No estarás presente? —
Ozan me miró y sonrió ligeramente. —No, tengo una reunión con un proveedor que no puedo posponer. Estoy seguro de que podrás manejar la situación sola, Salma. Eres más que capaz—
Mi corazón se hundió al escuchar sus palabras. La idea de estar a solas con Emir me asustaba. No sabía cómo reaccionaría, no sabía cómo podría controlar mis emociones. Intenté mantener la calma y seguir comiendo, pero mi mente ya estaba en otra parte, pensando en la reunión del día siguiente y en cómo podría enfrentarla sola.
Después de terminar de cenar lleve a Senre a la cama y le leí un cuento, esto siempre me había parecido una forma de desconectarme del estrés del día.
Cuando se durmió me fui a mí habitación, Ozan se encontraba sentado apoyado a la cabecera de la cama, ya estaba en pijama y leyendo un libro.
Me fui nuevamente al guardarla para colocarme mi pijama y me fui directo a mi lado de la cama, cubriéndome hasta la cabeza con la manta, y cerré los ojos, intentando dejar que la fatiga del día me llevara a un sueño profundo.
Pero, a pesar de la tranquilidad del momento, mi mente no parecía dispuesta a dejar de pensar en la reunión del día siguiente con Emir. La idea de enfrentarlo de nuevo, de tener que manejar mis emociones y mantener la compostura, me estaba generando una ansiedad que no podía sacudir. Intenté enfocarme en mi respiración, en el ritmo calmado de la noche, pero mi mente seguía vagando hacia el mañana y lo que podría suceder....