Giorgia Bellini, una joven de 22 años, proviene de una familia conservadora y con una madre feminista. Tiene poco interés por las relaciones personales y el sexo. Su vida cambia cuando descubre que su mejor amiga, Livia Vespucci, también de 22 años, está en una relación con un novio dominante. Aunque Livia asegura estar feliz, Giorgia empieza a sospechar que algo no está bien.
Preocupada por los comportamientos controladores del novio de Livia, Giorgia investiga el BDSM por Internet y descubre que lo que está viviendo Livia no es una práctica sana, sino abuso. Decide llevarla a una comunidad de BDSM, con la excusa de querer aprender, pero su verdadero objetivo es que Livia se dé cuenta de que su relación no es BDSM, sino abuso.
Mientras Giorgia se adentra en este mundo, conoce a un dominante que cambia su perspectiva sobre el amor y el control. Ahora, debe enfrentar un dilema: ¿puede ayudar a su amiga sin arriesgar su amistad y su propio corazón?
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Cuesta soltar.
Giorgia se siente abrumada. Sale de aquel lugar con miles de cosas en su cabeza y, aunque parezca mentira, le ha resultado interesante. La idea de descubrir todo lo que dijo ese hombre la atrapa.
«¿A qué se refiere con que aún faltan cosas por saber?» Su mente es un lío de emociones encontradas. Aunque tiene curiosidad, se siente algo mal porque, al parecer, no es tan malo, aunque sí lo parece.
—Tierra llamando a Giorgia —bromea Pía, quien la observa desde hace un rato.
—Disculpa, creo que me perdí un poco —sonríe de manera tímida.
—¿Estás bien? Creo que deberías decidir, esto no es para ti, te noté incómoda.
—No, estoy bien, es solo que... estoy sorprendida.
—Y esto es solo el comienzo. En este mundo, o lo amas o lo odias, y yo lo adoro —sonríe con amabilidad.
—¿Tú... tienes a un amo? —La joven niega, riendo.
—No, un amo es como un esposo o algo parecido. Soy una sumisa en busca de un dom.
—¿Tú... eres amarrada y golpeada? —Pía se carcajea.
—Por supuesto que sí, pero quita esa cara de horror, no es como parece. También me han colgado del techo, pero es una sensación maravillosa —su risa no desaparece.
—¿De verdad te gusta eso? —Pía solo asiente.
—Verás, no se trata del dolor, se trata de entregar el control y sentirte libre. La cara de Giorgia es un poema al escuchar aquello.
—Eso es machista. —Pía lleva una mano a su boca y la otra a su barriga, sin dejar de reírse.
—Necesitas venir más seguido, no tiene nada que ver que una mujer sea sumisa con el machismo, te lo aseguro. Giorgia mueve su cabeza de un lado a otro y suspira mientras siguen su camino.
En otro lugar, Livia se encuentra con Mateo. Este la llamó varias veces, y en cuanto vio sus llamadas, corrió a encontrarse con él. Ella sabía que él actuaba mal, pero no podía desprenderse. Él la entendía, él estaba con ella, él la quería.
—¿Te gusta? —Un ramo enorme de rosas es entregado a Livia por Matteo, quien se acerca y la besa.
—¿Puedo saber por qué te fuiste ayer? No sé lo que te ocurre, ya no eres la misma. Al parecer, mi amor no es suficiente. La cabeza de ella se mueve con rapidez, negando.
—No es eso, Matteo, es que... no supe cómo seguir, todo eso me abrumó, lo siento. Él suspira pesado, gira la cabeza hacia un lado, una de las comisuras de sus labios se eleva y luego se coloca serio para observarla de nuevo.
—No te preocupes, aún te falta un poco, pero te tendré paciencia. A veces se me olvida que no eres el tipo de mujer que suelo tener. El cuerpo de Livia tiembla; esa sensación de miedo que de a ratos la domina aparece. El dolor en su pecho regresa y sabe que él la va a dejar.
—Matteo...
—No, tranquila Livia, yo decidí estar contigo y debo asumir que no eres una buena sumisa.
—Pero puedo serlo... —Mateo se acerca a ella asintiendo de manera lenta y pausada.
—Lo sé, pero hoy quiero que veas que voy a perdonar tu insolencia. No debería, pero te amo. Livia se derrite de ternura. Matteo toma su mano y la guía hasta el auto. Una vez allí, le hace una señal a su chofer y este los lleva al lugar que se le ha pedido.
—Tranquila, Livia, vamos. Verás que solo estás estresada por la universidad. Deberías relajarte. Ella mueve su cabeza en acuerdo con Matteo.
—Me relajé hoy, pero ya debo regresar mañana a la universidad.
—Solo lo acepto porque debo viajar mañana por negocios y no sé cuándo regresaré, pero quiero que te quedes en el apartamento. Allí estarás segura. Livia no quiere discutir y solo asiente.
El auto estaciona frente a la playa, y él la ayuda a subir a un yate lujoso. Quiere consentirla y hacerla olvidarse de lo de ayer.
Livia, al ver el lujoso yate, se siente culpable. Él la trata tan bien, y ella solo quiere dejarlo.
—Entre, su majestad —La guía hasta el interior, un lugar hermoso. El color blanco contrasta con los cuadros dorados, la mesa de cristal negra con dorada, y la alfombra roja que se siente suave al caminar.
Livia observa en silencio, dejando que el ambiente la envuelva. Todo es tan perfecto, tan único, pero no puede evitar sentir esa punzada de culpabilidad que la sigue, como una sombra. Matteo la observa con una sonrisa en los labios, pero sus ojos reflejan algo más, como si pudiera leer su mente.
—¿Te gusta? —pregunta con voz suave, pero con un dejo de duda, como si quisiera asegurarse de que ella realmente lo disfrute, pero también que lamente haberse ido.
Livia asiente, aunque su mente sigue divagando. Se siente atrapada entre lo que quiere y lo que teme. A veces siente que Matteo la entiende, otras veces, que la está presionando a ser algo que no sabe si puede ser.
—Es hermoso, Matteo. —La voz de Livia tiembla ligeramente, pero él no parece notar la inquietud. La guía hacia el salón principal, un espacio lleno de luces suaves y muebles de lujo. Cada rincón parece sacado de un sueño, pero Livia no puede sacudirse la sensación de que todo esto está demasiado lejos de lo que ella es realmente.
—Quiero que disfrutes de este día, Livia. Es solo para ti. Olvídate de todo lo demás, de la universidad, de tus preocupaciones. Hoy, solo importa lo que tú sientas.
Ella lo mira, buscando sinceridad en sus ojos, pero lo único que encuentra es una calma fría. Matteo parece ser un hombre que siempre tiene control, que todo lo sabe, pero ella aún no se siente completamente segura. Al parecer esto que al principio
parecía fascinante es desgastante.
—Y... ¿tú qué quieres? —La pregunta sale de sus labios sin pensarlo. Matteo la mira sorprendido, como si no esperara una pregunta tan directa.
—Lo que quiero es que seas feliz, que encuentres lo que necesitas y eso soy yo, tu me necesitas a mí —Su tono es suave, pero hay algo en sus palabras que la hace dudar aún más.
Livia cierra los ojos un momento, dejando que el viento de la playa la acaricie. Sabe que este es un punto crucial, un momento en el que tiene que tomar una decisión. Pero ¿qué pasa si no sabe qué es lo mejor para ella? ¿Y si todo lo que ha hecho hasta ahora ha sido un error?
—Voy a intentar, Matteo. Lo haré, solo... necesito tiempo. —El sonido de sus palabras la reconforta, pero también la llena de incertidumbre. ¿Realmente está lista para lo que se le viene?
Matteo sonríe, su expresión más relajada. La toma de la mano y la lleva hasta la cubierta del yate, donde el sol comienza a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos. El paisaje es impresionante, pero Livia no puede dejar de sentir que está flotando en un mar de dudas.
—Tómate este tiempo que estaré fuera, Livia. Pero recuerda yo necesito una verdadera sumisa alguien que pase su vida conmigo y eres tú.
Esas palabras pesan tanto para ella.
El sonido del mar y el viento parecen alejar por un momento las voces en la cabeza de Livia, pero solo por un instante. Ella sabe que la calma es solo temporal y que en cualquier momento volverá ese lado de Matteo que la inquieta.
Rodrigo.
Pía.
Livia.
Giorgia.
Matteo.
Si será cierto 🙂 de tomate tu tiempo.
O no lo pienses mucho y dadme 🫴 la respuesta.. 🫢🙂🙂🙂🙂