Código Cupido

El CEO de la empresa tecnológica no solía viajar mucho, pero este contrato era demasiado importante como para no supervisarlo en persona.

Por eso, Leonardo, Gabriel y Zack estaban en el aeropuerto, listos para volar a otra ciudad.

—Solo serán tres días —explicó Leonardo, revisando unos papeles—. Cerramos el trato, hacemos las pruebas y volvemos.

Zoe asintió, tratando de mantenerse tranquila.

Todo iba bien. El viaje fue tranquilo, sin ningún inconveniente.

Hasta que al llegar al hotel anunciaron el problema con las habitaciones.

—Lo sentimos, el sistema de reservas tuvo un error y solo hay dos habitaciones disponibles.

Leonardo soltó un suspiro de fastidio.

—No hay problema, Gabriel y yo compartimos una y Zack toma la otra.

Pero Gabriel, que ya tenía un presentimiento desde la noche en que fue a casa de "Zack", vio una oportunidad dorada.

—No, Leo, toma tú una solo. Yo compartiré con Zack.

Zoe casi se ahoga con su café.

—¿QUÉ?

Gabriel la miró con una sonrisita.

—Vamos, compañero. ¿O es que roncas?

—Eh… no… es solo que…

—Genial. Entonces está decidido.

Zoe sintió su alma abandonar su cuerpo.

...🎮🎮🎮🎮🎮🎮...

Entraron a la habitación, Zoe quería morirse.

Gabriel tiró su maleta en la cama y se estiró.

—Bueno, Zack, parece que somos compañeros de cuarto.

Zoe tragó saliva.

—Sí… jeje… qué suerte.

Gabriel notó lo tensa que estaba.

—¿Todo bien?

—¡Sí, sí, claro!

—Porque parece que te pusiste nervioso.

Zoe rió forzadamente.

—¡Para nada! ¡Solo… estoy cansado!

Gabriel la miró fijamente.

—Está bien. Voy a ducharme.

Zoe sintió un alivio momentáneo.

Pero cuando Gabriel cerró la puerta del baño, Zoe cometió un error fatal.

Se quitó la camisa.

Con la intención de cambiarse rápido, ni siquiera notó que Gabriel había salido a buscar su teléfono.

Hasta que escuchó su voz.

—¡OH, POR DIOS!

Zoe se congeló.

Se giró lentamente…

Y ahí estaba Gabriel, con los ojos como platos, viéndola en sujetador.

El silencio fue mortal.

—¡ESTO NO ES LO QUE PARECE! —gritó Zoe.

Gabriel se cubrió los ojos.

—¡¿CÓMO QUE NO?! ¡TIENES PECHOS, ZACK!

—¡NO ES ASÍ! ¡BUENO SÌ! ¡LO PUEDO EXPLICAR!

Gabriel bajó lentamente la mano, aún impactado.

—¿Entonces… quién eres?

Zoe suspiró, dándose por vencida.

—Mi verdadero nombre es Zoe.

Gabriel aún estaba procesándolo.

—… Zoe.

—Sí.

—¿Y por qué demonios te disfrazas de hombre?

—Es una larga historia.

Gabriel se cruzó de brazos.

—Pues tenemos tiempo.

Y así, Zoe le contó todo.

Su sueño de ser desarrolladora.

Cómo no conseguía oportunidades solo por ser mujer en el mundo tech.

Cómo se le ocurrió la loca idea de disfrazarse de hombre para conseguir el trabajo.

Cómo se metió en este lío que ahora no podía controlar.

Gabriel se quedó en silencio un momento.

Zoe esperó lo peor.

Pero en lugar de enojarse… Gabriel soltó una carcajada.

—¡Eres increíble!

Zoe parpadeó.

—¿No estás enojado?

—¡Por supuesto que no! Pero esto es de película, Zoe.

Zoe suspiró aliviada.

—Entonces… ¿no dirás nada?

Gabriel sonrió con diversión.

—Mi instinto me dice que esto será demasiado divertido como para arruinarlo.

Zoe se llevó una mano al rostro.

—Eres un desgraciado.

Gabriel se encogió de hombros.

—Lo sé.

—Pero gracias.

Gabriel sonrió más sincero esta vez.

—Tranquila. Tu secreto está a salvo conmigo.

Gabriel se levantó, tomo su maleta y antes de salir de la habitación se dió la vuelta y le dijo

— Creo que mejor duermo con Leo, le diré que apestas — dijo y soltó una carcajadas antes de salir de la habitación.

Pero lo que ninguno de los dos sabía, era que este viaje apenas empezaba a ponerse interesante.

...🎮🎮🎮🎮🎮🎮...

Al día siguiente, durante la reunión con los clientes, Zoe brilló.

Explicó el código, las fallas y las soluciones con una seguridad increíble.

Leonardo no pudo evitar notarlo.

Había algo en él… en Zack… que le atraía.

Pero eso era imposible.

Él no era gay.

Se repitió esa frase mentalmente unas cincuenta veces.

Pero luego, Zoe se rió de un chiste de Gabriel, y Leonardo notó cómo su risa le provocó un cosquilleo en el estómago.

—Mierda.

Gabriel, sentado al lado, notó la expresión torturada de Leonardo.

Y en su mente, se moría de la risa.

Este viaje iba a ser épico.