Margaret O'Brien y su familia abandonan la ciudad y se mudan a un pequeño pueblo donde nacieron sus padres, pero nada funciona como debe ser. Desde que llegan Margaret se siente constantemente vigilada. ¿Quien es? y ¿Que quiere?
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Margaret Moloney Parte 1
Capitulo 7
Margaret Moloney Parte 1
Sábado 22 de agosto de 1942.
Hoy con pluma y hoja en mis manos, me dispongo a narrar esta historia... Mi historia. Antes de que mis manos se tornen incapaces de escribir y mis ojos se nublen para siempre, siento que esta dolencia que me aqueja me consume lentamente. Cada día, mi cuerpo se debilita más, pero aún así, no he dejado de albergar esperanza en mi corazón.
Mi nombre es Margaret Moloney nací el 20 de septiembre de 1887 crecí con mi hermano mayor y mis padres en esta misma casa que nunca quise dejar atrás pues está llena de mis recuerdos más hermosos. Pero sobre todo aquí conocí al amor de mi vida.
La historia de cómo conocí a Henry Walsh fue muy graciosa, yo tenía 15 años en esa época, fue en 1902 el había llegado recientemente de Inglaterra y estaba trabajando con su padre como comerciantes. Habían traído desde Europa hermosas telas para vender y joyería muy fina, mi madre quería comprar nuevas cosas y ese fue el motivo de su visita, recuerdo que yo estaba en mi habitación cuando escuché un carruaje llegar, pronto mi padre tocó la puerta de mi habitación para pedirme que bajara a escojer unas cosas, me sentí tan emocionada que baje muy rápido y terminé cayéndome en el piso cuando entraba a la sala de estar. Fue algo muy vergonzoso sin embargo un joven me sostuvo y me ayudó a levantar cuando ví sus ojos eran tan azules y profundos que me cautivaron, tenía el cabello oscuro y era algo era unos años mayor que yo tal vez unos tres o cuatro, pero eso no importa ya que él también sintió lo mismo cuando me vio. Nuestras miradas se conectaron en ese instante y se podría decir que fue amor a primera vista.
Esa mañana no solamente compré telas para vestidos nuevos sino que estaba segura que había conocido a mi futuro esposo después de que se fueron fui corriendo a decirle a mi madre que quería comprar otras cosas pero que me gustaría ir a la tienda del señor Walsh para ver qué más habían traído desde Europa mi madre no le gustó la idea sin embargo le dije que mi nana o ella me podían acompañar y eso la convenció. Después de eso a los pocos días volví a ver a Henry su sonrisa cuando me vio fue la misma que yo tenía, por suerte mi nana me había acompañado y le dije que me esperara fuera de la tienda ya que no me gustaba ser molestada mientras compraba y aquí fue el primer contacto...
Fue la compra más larga de mi vida y así siguieron mis visitas por las próximas semanas y no hizo falta más que eso para saber que ambos estábamos enamorados, muchas veces él me visitaba para llevarme mercancía y otras yo iba a la tienda pero desde aquel primer encuentro, Henry y yo comenzamos a vernos con frecuencia. Cada vez que su padre y él venían a nuestra casa para vender algo Henry encontraba una excusa para pasar tiempo conmigo. Nos sentábamos en el jardín, bajo la sombra de los viejos Arce, y hablábamos durante horas. Me contaba historias de su vida en Europa, de los lugares que había visitado y de las aventuras que había vivido, a mí me encantaba escucharlo atentamente, esa era la parte mas reconfortante de nuestras reuniones.
Con el tiempo, nuestra amistad se transformó en algo más profundo. Henry me regalaba pequeñas joyas y telas finas, pero lo que más valoraba eran las cartas que me escribía. En ellas, me confesaba sus sentimientos y me hablaba de un futuro juntos. Yo guardaba cada carta con cariño, sabiendo que nuestro amor era verdadero.
Una tarde, mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, me aventuré a la tienda del padre de Harris. Era un lugar fascinante, lleno de telas exóticas y joyas deslumbrantes. Allí estaba Henry ayudando a su padre a organizar las mercancías. Al verme entrar, una sonrisa iluminó su rostro y se acercó rápidamente.
—Margaret, qué sorpresa tan agradable— dijo, sus ojos azules brillando con una calidez que siempre me hacía sentir especial.
—Hola, Henry— respondí, sintiendo un leve rubor en mis mejillas. —Pensé en venir a ver las nuevas telas que trajeron.—
Mientras caminábamos entre los estantes, Henry me mostraba las últimas adquisiciones. Sus manos rozaban las mías de vez en cuando, enviando pequeños escalofríos por mi piel. Nos detuvimos frente a un hermoso rollo de seda azul, y Henry, con una sonrisa traviesa, tomó un trozo y lo envolvió suavemente alrededor de mis hombros.
—Te ves hermosa— susurró con sus ojos fijos en los míos.
El ambiente en la tienda se volvió más íntimo, y el bullicio del mercado exterior parecía desvanecerse. Henry se acercó un poco más, y pude sentir su aliento cálido. Mi corazón latía con fuerza, y antes de que pudiera decir algo, él inclinó su rostro hacia el mío.
Nuestros labios se encontraron en un beso suave y tierno. Fue un momento mágico, donde el tiempo pareció detenerse. Sentí que todo en el mundo estaba en su lugar, y supe que, sin importar lo que el futuro nos deparara, siempre recordaríamos ese primer beso en la tienda de su padre y ese primer beso, también fue mi primer beso. Aún puedo recortar la sensación de mariposas en mi estómago La sensación del tiempo deteniéndose a mi alrededor solo él y yo una sensación que nunca más volveria a sentir.
Sin embargo, no todo fue fácil. Mis padres, aunque apreciaban a Henry y a su familia, tenían otros planes para mí. Querían que me casara con un joven de buena posición en nuestra comunidad, alguien que pudiera asegurarme un futuro estable. Pero mi corazón ya pertenecía a Henry, y no podía imaginar mi vida sin él.
Un día, todos fuimos a un festival cerca de las cataratas y Henry me llevó a un claro en el bosque, lejos de las miradas curiosas de los demás. Allí, con un cielo lleno de destellos naranjas del atardecer y el ruido del agua cayendo en el fondo, me pidió que me casara con él. Me prometió que, sin importar las dificultades, siempre estaríamos juntos. Con lágrimas en los ojos, acepté su propuesta, sabiendo que nuestro amor era lo suficientemente fuerte para superar cualquier obstáculo.