SOLO TE AMARÉ A TI.

... Esther.

Desearía saber si un día me van a cambiar de área, llevo dos meses trabajando aquí, pero no he tenido oportunidad de hablar sobre mi cambio. Amber me dice que debo ser paciente. Tal vez tiene razón, es sólo que me desespera trabajar en algo qué no me gusta.

— ¿Señor ya se va? — Amber se levantó de su asiento, gire la cabeza y vi al padre del señor.

— Mi presencia ya no es requerida. Fue un gusto conocerte Esther.

— Igualmente. — Sonreí ligeramente y le di la mano, esté me vio con ternura, sus ojos verdes son iguales a los de su hijo, pero cálidos en lugar de fríos. Hablando del jefe tirano.

— Quiere café. — Aviso Amber al colgar el teléfono. Me hace llevarle café más de seis veces al día. Sólo una de esas veces lo toma, el resto me hace viajar en vano, y no puedo reclamar, eso es lo peor.

Acomodo mi traje sastre y voy por su café. Lo dejo en su escritorio y el me agarra la mano antes de salir. Lo que hizo me sorprende. Aunque no lo suficiente, jalo mi mano hasta que la libero.

— Tenemos una reunión con los dueños de un hotel. La quiero ahí para tomar nota. — Asiento y salgo. ¿Qué carajos fue eso? ¿Por qué agarraría mi mano? Me asustó, pero intente no darle importancia.

En pocos minutos sale y voy detrás de él. Llegamos a la sala de juntas y mis ojos se encuentran con la sonrisa más hermosa del mundo.

— Dylan. — Susurro sin quitarle los ojos de encima.

— Siéntese. — La voz de mi jefe me hace apartar la mirada, me siento y observo de reojo al amor de mi vida. Preguntándome que hace aquí. Tal vez le dieron el proyecto.

— Buenas tardes. Mi nombre es Dylan Harrison, y vengo en representación de la constructora Sharp. — Dylan explica su proyecto y puedo ver la emoción en sus ojos, el entusiasmo y una pisca de nerviosismo. Sus ojos y los míos se encuentran de vez en cuando, tengo ganas de ir y abrazarlo, mis piernas quieren, mi corazón quiere. Pero mi mente me mantiene en la realidad. No puedo hacer eso. Arruinaría su presentación. Tranquila Esther, tranquila.

— Esa es la imagen que mis jefes quieren proyectar. Gracias. — Todos aplauden, yo en especial. Estoy orgullosa de él, logró lo que quería. Por fin va a ser el encargado de su propio proyecto.

Dylan.

Quería darle la sorpresa a Esther, ella siempre ha confiado en mi, desde que empezamos la carrera me ha dicho que lograré grandes cosas, ha estado conmigo en las buenas y malas. Me ayudó con dinero cuándo me faltaba para la renta, me invitaba a comer cada vez que lo necesitaba, nunca me ha exigido que la lleve a restaurantes caros, que le compré regalos costosos o la lleve de viaje.

Y aunque me encantaría hacer todo eso por ella, en éste momento no tengo esa posibilidad, en éste momento tengo que trabajar para salir adelante.

Verle esos ojos orgullosos me lleno el alma. Es la chica más maravillosa que he conocido en mi vida. No la cambiaría por nada del mundo.

— Te atrapé princesa. — Sus labios se unieron a los míos en cuanto estuvimos solos.

— ¿Por qué no me dijiste? — Sentí reproche.

— Quería darte la sorpresa.

— Estoy orgullosa de ti. Sabía que lo lograrías.

— Todo es por ti. Voy a llegar muy lejos y te haré mi esposa.

— Si tú me lo pidieras en este momento sabes que... — Puse mi dedo en sus labios.

— Lo sé. Pero en éste momento no tengo nada que ofrecerte.

— Con tu amor me basta.

— El amor no paga las cuentas princesa. Y no quiero que salga por la ventana.

— Yo también trabajo.

— No vamos a empezar una discusión, ¿verdad? — Ella negó.

— ¿Fuiste al hospital?

— Estuve un poco...

— Te dije que fueras. — Me vio furiosa.

— Lo siento amor. Te prometo que hoy sin falta voy.

— Más te vale. — Amenazó, me encanta cada faceta de esta señorita. La amo, solo Dios sabe cuánto la amo.

Esther.

Mi día se volvió mejor después de besar a Dylan unas cuantas veces, si Amber no interrumpe creo que hubiéramos hecho el amor en la sala de juntas.

Qué cosas estoy pensando, no puedo creer que eso pasara por mi cabeza. No en un momento cómo esté, se que Dylan no está del todo bien, ese sangrado que tuvo hace tres meses me dejó muy preocupada. Si no va al médico hoy juro que lo arrastrare allá.

En la tarde me llamo, pregunté y por fin recibí lo que quería.

— Hoy me revisaron. Todo está bien.

— Gracias a Dios. Me tenías muy preocupada.

— Te lo dije. Soy un hombre sano.

— No descuides tu salud, no trabajes de más o me enojare.

— Si amor, lo que órdenes.

... Mi quinto aniversarios llegó. Cinco años con el, me preguntaba que haríamos, en el primer aniversario tuvimos nuestra primera vez, fue el momento más especial de mi vida, me sentía nerviosa, las manos me sudaban, la piel me sudaba, el casi se detuvo al verme en ese estado, le suplique seguir, yo lo quería, quería estar con el. Y lo conseguí. En nuestro segundo aniversario nos casamos de mentira en una iglesia, nos dijimos votos y todo, en el tercero mis padres nos regalaron un viaje en crucero, y en el cuarto estuvimos juntos haciendo un vídeo con nuestra historia de amor. Fue gracioso recordar nuestro primer encuentro. Yo estaba corriendo con mi grupo de amigas, mi resistencia no era la mejor así que me detuve un momento, no elegí el lugar indicado, un balón de basquetbol casi golpea mi cabeza, de no ser por el fuerte cuerpo que lo bloqueo. Dylan preguntó si estaba bien, había recibido el balonazo por mi, pero pregunto si yo estaba bien, nuestros ojos no dejaban de verse, el no dejaba de verme. Los nervios eran demasiado. Respondí en un susurro, "estoy bien" y me aparte. Al girarme, su vista estaba puesta en mi. Nos sonreímos sin saber que, desde ese día, nuestros corazones empezarían a latir por el otro.

— Llegaste temprano. — Se sentó a mi lado. Raro, siempre elige estar en frente.

— Estaba un poco ansiosa. — Quizás hoy era el día en que por fin me iba a proponer matrimonio. — Te ves muy guapo. — Quise besarlo y me evadió. — ¿Qué pasa? — Nunca ha evadido mis besos.

— Terminemos.

— ¿Qué? — Ésto tenía que ser una broma. — No es gracioso.

— No estoy bromeando. Terminemos.

— ¿Por qué? ¿Qué hice mal? — Tomé su rostro con mis manos. El las aparto de manera brusca.

— No me toques. — Mis ojos se llenaron de lágrimas.

— Dylan tu no eres así. — Tomé su mano está vez. — Dime qué está pasando. Nunca nos hemos ocultado nada. Dime qué pasó.

— Te engañe. — Todo mi ser tembló. — Te fuí infiel. — No pude contener más las lágrimas.

— ¿Cómo pudiste?

— Estaba aburrido de lo nuestro. Llevamos cinco años juntos, quería probar algo nuevo. Me gusta demasiado. Ya empezamos a salir. No puedo estar con ambas a la vez. — Se levantó.

— Dylan no es verdad. — Sujete su mano con fuerza. — Tú no me harías eso. Estás mintiendo. No sé por qué lo haces pero mientes. Tu jamás estarías con otra.

— ¿Por qué no? — Se rio. — ¿Por qué estoy enamorado de ti? — Otra vez rio. — No seas ingenua, los hombres se cansan de la misma comida. Eso me pasó contigo. No quiero saber más de ti. No me busques. No me fastidies. Te quiero lejos.