Angelo Stromboli aceptó el compromiso sin conocer a su futura esposa, pero tal como se la imaginó; así era Gina, y a pesar de decir que nunca se iba a enamorar de una mujer como ella, tarde se dió cuenta que no podía vivir sin su amor.
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Capitulo Siete
🍇 𝓐𝓷𝓰𝓮𝓵𝓸 🍇
—Estas son las escrituras de La Simblia. Ahí están especificados los linderos de los cuales serán propietarios y este es el contrato de compraventa para que lo lea y lo firmemos. —Sigifredi pone atención como empiezo a leer las escrituras y el contrato.
Estoy leyendo las escrituras y el contrato junto a mi padre y caigo inmediatamente en cuenta de algo: ¡la entrada al mar Tirreno no está incluida!
¡Zorro mañoso! Esa entrada es sólo una pequeña lengüeta a Piombino, pero es súper importante para el negocio, pues la uva saldría directamente al mar Tirreno para ser trasladada a mi planta en la isla de Elba.
—¡Esto es una maldita trampa, señor Pastori, usted me engañó! ¡La entrada al mar es súper importante en este negocio y usted deliberadamente no la incluyó! Dígame, ¿qué es lo que pretende con esto? —me levanto de la silla y tomo a Sigifredi del cuello de la camisa.
«En ese instante, tanto los guardaespaldas de Pastori como los de los Stromboli entraron a la sala de juntas a separar a sus jefes».
—Tranquilos, muchachos. Aquí el señor Angelo se va a calmar, ¿cierto? —Sigifredi le habla a sus guardaespaldas para que no me hagan nada.
—Hijo, deja que Sigifredi explique por qué no incluyó la salida al mar. —Papá trata de mediar en la situación, mientras que yo ya me he calmado. Me siento nuevamente mirando fijamente a mi “suegro”, esperando una explicación.
—Les incluyo la salida al mar Tirreno como un anexo al contrato con una condición. —Habla Sigifredi.
«Ahora es su as bajo la manga, y su sueño de estar emparentado con la familia Stromboli ahora será una realidad».
—¡Yo sabía que esto era deliberado! ¿Cómo es posible que haya caído en su trampa, señor Pastori? ¡Hablé! ¿Qué es lo que quiere por esa salida al mar? —Yo ya no hablaba, gritaba de la rabia que tenía.
—Quiero que haga un matrimonio verdadero con mi hija Gina. Que en estos dos años me dé un nieto que será todo un Stromboli Pastori y será el heredero de toda mi fortuna. Y para que eso se cumpla, lo más lógico es que la debe enamorar. Esa es mi condición para anexar la salida al mar a los linderos de las escrituras. —El maldito del Sigifredi se salió con la suya. Sabía que me tenía entre la espada y la pared. Que si quería ese terreno y los beneficios que la salida al mar me daba, iba a aceptar.
—¿Usted cree que yo voy a hacer vida marital con una mujer como su hija? ¡Eso NUNCA! Además, ¿qué clase de padre es usted que juega con la vida de un hijo? ¡Eso es inhumano e injusto para ella! ¿Cómo decide su destino sin tener en cuenta sus sentimientos? —Yo no podía del coraje que tenía en esos momentos, quería tirar todo lo que había en esa sala de juntas al piso, incluido mi suegro.
—Yo no lo veo así. Gina algún día me lo agradecerá y usted también. Pero tranquilo, Angelo, que si no está de acuerdo, "La Simblia" ya es suya, y el paso de la carga de uva al mar pagará el impuesto al ayuntamiento. No hay problema. —Sigifredi puso la última carta en la mesa.
—Aceptamos, señor Pastori. —Habló mi papá, que siempre está callado, pero habla cuando menos se espera.
—¡Papá! ¿Por qué decides por mí? ¡Yo no haré eso! —Se me quieren salir los ojos de las cuencas de la rabia que siento. Hasta mi papá está de acuerdo con esa locura.
—Hijo, es lo mejor. Yo ya estoy muy viejo; y ya quiero un nieto de mi hijo mayor. Gina es una mujer que viene de buena familia, una de las más importantes de Sicilia. Además, si no tenemos la salida al mar, el pago que se debe hacer para el paso de las cargas de uva generaría una pérdida a la ganancia que tendríamos al poseer La Simblia. —Papá dio su dura opinión.
«Ojalá este cabezota ceda, y podamos tener el terreno con su salida al mar Tirreno», pensó Antuan.
Estoy en una encrucijada: yo, ¿enamorar a una gorda? Yo, ¿el dueño de una franquicia de gimnasios? Yo, ¿un hombre que cuida de mi cuerpo y de su apariencia personal con una mujer que creo que en la vida ha hecho ejercicios? Además, ¿tener un hijo con ella? Dios, todo sea porque este terreno sea mío. Maldito Sigifredi Pastori, ¡algún día me desquitaré, viejo mañoso!
—Está bien, acepto. —Me acomodó en la silla, mirando fijamente a Sigifredi, esperando que hable, como será que se manejará el anexo de linderos a las escrituras.
—¡Qué bien, Angelo! Es la mejor decisión que pudo tomar. —El señor Sigifredi no cabía en la alegría. Sus planes estaban saliendo como tenía planeado.
—Querrá decir: la mejor decisión para usted y su familia, señor Pastori. Obviamente, voy a tener un beneficio, pero a costa de algo que no tenía planeado hacer ¡NUNCA! —Estoy más que irritado, y lo único que quiero es que se cierre el resto del negocio e irme a Roma lo más pronto posible para conocer a mi esposa, empezar con la farsa de matrimonio y enamorarla para que le dé a Pastori su anhelado nieto.
—Sigifredi, ¿entonces cómo se hará el anexo de la entrada al mar en las escrituras de "La Simblia"? —Ahora el más sensato para hablar es mi papá, el cual está más ansioso que todos para que este negocio se cierre, pero lo sabe disimular.
—La salida al mar Tirreno seguirá siendo administrada por mí por el período de dos años. En ese lapso de tiempo me pagarán a mí cada mes un arrendamiento por su uso, pero un bajo valor comparado al impuesto que se debe pagar al ayuntamiento por su uso. Si mi hija en esos dos años se embaraza, cuando nazca mi primer nieto, inmediatamente la salida al mar será totalmente de su propiedad, señor Stromboli. Pero si pasan los dos años y no hay nieto, o ustedes no llevan una vida marital normal, ese terreno volverá a ser exclusivamente mío. Usted se divorciará de mi hija, teniendo que pagarle al ayuntamiento cada vez que saque la uva al mar Tirreno —dice Sigifredi, seguro de que aceptaré la propuesta.
—¿Dónde tengo que firmar? Ya quiero irme de Florencia. Estoy decidido, señor Pastori, a ser su yerno con todas las de la ley. —Ya que más da, lo veré solo como un negocio más de los muchos que he cerrado desde que soy el CEO de "Vinícola Stromboli".
—Este es el otrosí de los linderos que se le van a anexar a las escrituras. Y este es el nuevo contrato de compraventa de "La Simblia". Léanlo bien, señores Stromboli, ahí está todo lo que hemos hablado bien especificado.
«Ya Sigifredi cumplió con su misión: alejar a su hija de un vividor, casarla con el primogénito de los Stromboli y asegurar su heredero de sangre Stromboli Pastori».