Colágeno

—¿Qué fue todo eso amiga?—curiosea, lucía.

—Bueno que estaba intentando darle una oportunidad a José Alfredo, pero después de lo que me dijiste imposible—Le digo encogiendo mis hombros.

—Amiga, ¿por qué no me habías dicho nada?

—¿Si te lo hubiera contado, acaso tú no me hubieras dicho la verdad?—le preguntó arqueando una ceja.

—Amiga sabes qué te hubiera dicho, pero con más tacto—enseguida suelta una carcajada.

Yo solo niego lo loquita que es, a veces llegamos al club enseguida entramos y nos vamos al mismo lugar, lucía ya le había avisado a Gustavo que vendríamos está noche

—¿Lucia que paso con Mila?—le grito, ya que la música no deja escuchar.

—Dijo que nos alcanzaría aquí, que tenía algo que hacer.—Se ríe.

Vuelvo a negar Mila es más loquita aún, enseguida llega un chico con una espumante botella de champán, que delicia que te traten así, como una princesa, claro todo por ser amiga de Lucía, en un rato más llega Gustavo a saludar, según él tiene que saludar a sus clientes más importantes, nosotras no somos clientes porque no pagamos nada.

Él se sienta en el sofá junto a Lucía, comenzamos una charla, bueno todo lo que la música lo permite.

Después de un rato llega Mila dando gritos y contoneando sus caderas, me da la mano jalando para qué me levanté y baile con ella, lo hago, no me queda de otra.

Después Mila pasa, por un lado, de Gustavo lo saluda con mucha confianza, luego abraza a Lucia, en ese momento Gustavo está como nervioso, se levanta, se despide y se marcha, vi todo eso muy raro, sé que Mila es algo alegre por decirlo, pero no creo que esté coqueteando con Gustavo es el enamorado de nuestra amiga, así este de más de bueno hay que respetar, así que quito esos pensamientos de mi cabeza.

En el club nos hicimos varias fotos, Lucía como siempre quiere subirlas a todas las redes sociales, yo muy poco lo hago por Douglas, se molesta de una manera increíble, para evitar discusiones prefiero no hacerlo.

Así pasamos otra noche tomando riendo divertido, Gustavo no volvió, pero si nos envió unos snacks y otra botella de champán.

Otra vez estoy en mi casa, me doy un baño, me tiro a la cama, me duermo enseguida.

Al despertar son pasadas las dos de la tarde, Gracias a Dios que Douglas no me llamo a sermón, nuevamente me encuentro en esta casa, sola, yo sola con mi soledad se me hace un nudo en la garganta, de pensar que terminaré mi vida así como estoy ahora.

Pido comida a domicilio, la verdad no me apetece cocinar nada, el chico que trajo el domicilio, es un descarado, me miro de los pies a la cabeza, no les voy a negar, es un chico muy guapo, pero debe tener no más de 25, lo que hace es recordarme a mi hijo.

—¡Es usted una mujer muy hermosa!—Me dice el muchacho con total descaro.

—¡Gracias! —Le respondo Con educación.

Cuando le doy el dinero el niño atrevido me toma de la mano dando un beso en ella, para mi mala suerte José Alfredo llegó en ese instante.

—Katrina, ¿qué significa esto?—Dice parado aún lado del muchacho, quien está rojo de la vergüenza.

—Muchísimas Gracias, joven es usted muy amable, —Le doy un beso en la mejilla, miro de reojo a José Alfredo, que está que arde de la ira.

—¿Entonces no me vas a explicar esto?

—Un domicilio que pedí, ¿Algún problema?

Entro a la casa, dejando la bolsa en la cocina, busco un plato para servirme.

—¡No estoy hablando de eso!—Dice aún más furioso.

—¿Entonces de qué?—Pregunto restándole importancia.

—Mira las fachas en las que estás vestida, coqueteando con ese niño.

—Mi ropa no tiene nada de malo, no estaba coqueteando con nadie, ¿Acaso eres tu el único que puede andar con chicas menores que tú?

—¿De qué demonios hablas?—levanta la voz.

—Dime tú, acaso no fuiste tú quien vino el otro día a pedir una oportunidad, suplicando y después que sales de aquí te va a revolcar con aquella morena.

José Alfredo se queda mudo mirando mis ojos fijamente, —¿De dónde sacas eso?—Dice suavizando el tono de su voz.

—¿Es mentira? Nada más responde, ¿es mentira?—Me cruzo de brazos.

Nuevamente, se queda callado—Si la busque—Admite—Es que ese día, en la cena, pensé que te querías quedar conmigo, pero no me dijiste nada, así que no lo pensé, salí de aquí y la busque, pero te juro que fue ese día nada más.

—Su voz es de súplica.

—Ah, entonces te fuiste excitado de mi casa, a buscar otra, muy buena respuesta José Alfredo te felicito, ahora te puedes ir, por favor, quiero disfrutar de mi comida, no quiero que me dé indigestión—Le digo con naturalidad.

José Alfredo me mira suplicando con la mirada.

Yo me siento a comer, pero antes de hacerlo—Cierras cuando salgas —Le digo sin mirarlo.

Escucho los pasos, alejarse, luego el sonido de la puerta, respiro profundo, tengo dolor de cabeza, ahora esperar la llamada de Douglas reclamando quien sabe que cosas.

Termino mi comida y subo a la habitación, coloco un programa de belleza que están dando en la televisión.

Allí me quedo toda la tarde donde a ratos veo la tele y a ratos duermo.

Por un momento me quedo pensado en como Gustavo se puso cuando Mila llegó, y en como ella lo había saludado con tanta confianza.

Con ese pensamiento me quedo dormida nuevamente.

El sonido de mi alarma me despierta al otro día.

Varios mensajes reposan en el buzón de entrada, no lo he abierto, Pero ya me imagino de quién pueden ser, seguro de los dos hombres más controladores que tengo, suspiro bueno que tenía.

La nostalgia se apodera de mí, pero rápidamente me levanto entrando al baño para tomar una ducha fría, que me ayuda a despertar de mis sueños.

Me coloco un pantalón corte alto que deja ver aún más mi silueta, con una camisa turquesa de mangas largas y unos zapatos altos, el cabello suelto y maquillaje suave, cojo mi cartera y salgo rumbo al salón de belleza, donde mis empleados ya están esperando por mí.