Cuatro años después. Un carruaje llega al ducado de Vertron donde en el patio de la mansión hay un gran escándalo. Una joven de cabellos plateados, baja del carruaje elegantemente.
Nadie esperaba esta repentina e inesperada visita. Antes la creían muerta pero ahora ¿Qué pasará cuando la vean?
Segunda Temporada de: La Villana Desea decir Adiós
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Capítulo VII
Ya había pasado un día desde el regreso de Anya Vertron. Era de día y aunque por muy pronto que fuera, la joven Villana se estaba preparando para asistir al colegio porque sus clases no se podían posponer más, y pues para ella, era una buena razón para no convivir mucho con la familia Vertron quienes podían causar su final en cualquier instante.
Parecía una mañana tranquila, la bella joven de cabellos plateados se alistó sin prisa y con ayuda de algunas sirvientas que el Duque había escogido especialmente para su cuidado.
Agradecía que nadie la haya molestado el día de ayer, estuvo todo el día encerrada en su habitación, pero al estar en esta Mansión; no esperaba mucho pues sabía que aquí no podía estar tan tranquila como ella deseara.
Al terminar de prepararse, camina hacia el comedor a desayunar. Sabía que debía toparse con los rostros que no deseaba ver, pero era obligación de ella comer este día con sus padres porque así lo dictaba la conducta de los nobles.
—"Tediosas Normas."— Pensó la joven Villana mientras entraba al comedor y se sentaba en su asiento de siempre. El que acostumbraba y recordaba que siempre era de ella.
—Buenos días, Duque y Duquesa.— Saludó Anya haciendo una reverencia con gracia a pesar de su herido pie y luego tomó asiento. El rostro del Duque reflejó dolor al escuchar a su amada hija decir "Duque" en vez de "Padre". La culpabilidad lo inundó de repente.
Alice se encontraba en silencio más de lo usual, o de lo que recordaba la joven de cabellos plateados. Y... la Duquesa como siempre, la miraba con disgusto pero fingiendo comodidad.
Empezaron a comer en silencio, algo muy extraño por parte de esta familia que la joven Villana recordaba como "Armoniosa". Aunque a Anya no le desagradaba ese hecho, tampoco se sentía muy cómoda al respecto.
—¿Cómo te encuentras, Anya?— Cortó el inquietante silencio el Duque con su pregunta.
La joven de ojos opacos, lo observó con indiferencia. —Bien, Duque.— Contestó fríamente al hombre demacrado que recordaba antes que era Formidable y reluciente.
Ya no hubo más preguntas, ni indicios de conversaciones. El desayuno terminó en silencio y los Vertron se retiraron de la mesa rápidamente para irse cada quien a sus asuntos.
Anya se dirigió al carruaje y con la ayuda de Hans, su caballero; se subió al carruaje cómo cuando era una niña. La costumbre aún permanecía allí y solo hacía sonreír a ella por ello, dejándolo pasar por esta vez. —Ya no es necesario que me ofrezca su mano para subirme, Hans.— Comentó la joven antes de que cerrara la puerta.
—... Ofreceré mis manos siempre para usted, mi señorita. Pero si ellas le molestan, no lo haré. — Respondió Hans con una voz baja.
Anya sonríe por su respuesta. —No me molesta.— Dice mientras Hans le cierra la puerta del carruaje para marchar hacia el colegio.
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^^^___Mansión Murphy___^^^
La tía Ariadne estaba sentada en el sofá bebiendo el té mientras Abigail y Denis se encontraban sentados acompañándola.
—Muy pronto iremos a la Mansión Vertron.— Recordó la elegante mujer de cabellos rubios sonriendo.
—Sí tía, ya que ya se acerca el debut de Anya ¿No es así?— Respondió la bella joven de cabello rojizo naranja entusiasmada.
Ariadne sonríe contenta dejando delicadamente la taza de té en la peculiar mesa de vidrio. La servidumbre camina de un lado para otro, ocupadas ordenando numerosas maletas de su maestra y los jóvenes maestros.
—¡Exacto! Vamos a darle una sorpresa grata a nuestra pequeña gatita blanca jajajajaja.— Exclama la bella mujer rubia riéndose a carcajadas y la joven encantadora también la acompaña riéndose.
En cambio, el apuesto joven solo niega con la cabeza sabiendo que a Anya no le gustaba que le llamaran de ese modo.
—... Entonces encendamos un poco más la chispa.— Exclamó Ariadne dándole una mirada pícara a Nana, la mayordoma.
Ella captando su orden, sacó monedas de oro de su chaqueta y se los mostró a los sirvientes. Estos al tomar la indirecta, sus ojos iluminados; apresuraron más el paso.
—Sí. Aunque nos quedemos en esa casa de basura, Jajajaja.— Exclamó levantándose frenéticamente del asiento.
—¡Den! Vamos, tú también.— Ordenó entusiasta la tía Ariadne.
Debes solo rodó los ojos nuevamente y levantándose dijo: —Aunque nos supliqué o nos amenace ¡No nos iremos hasta que ella se venga con nosotros! Ja, ja, ja.—
Se rio fingidamente. Pero la tía y Abigaíl se la creyeron y siguieron.
—Eso, JAJAJAJA.– Hablaron al unísono.
Y todo el ambiente se lleno de risas maliciosas. Pues sabían perfectamente que nadie aguantaría su comportamiento.
Forzando a Artemisa ha tener una deuda de honor por su vida, haciendose el imprescindible hasta el último momento.😤🙎♀️😒