CONSTANTINE

La pandilla de Zezé tenía a la ciudad aterrorizada, el número de asesinatos y robos había comenzado a aumentar en lo que iba el mes de noviembre.

Los ataque siempre lo recibían mujeres que vivían solas o estaban solas la mayor parte del tiempo.

Zezé había averiguado dónde vivía el policía que le pisaba los talones, busco un lugar que le permitiera vigilar los movimientos de este dentro de su hogar. Mientras que Constantine, ya había empezado a ubicar los lugares por donde se movían los miembros de la pandilla.

La cacería empezaría, los verdugos estaban listos para vengar el honor de la familia. Querían comenzar por los de rango más bajo, los que no iban a ser extrañados, esos eran los encargados de ubicar a las víctimas y vigilarlas.

- ¿Qué tenemos? - pregunta el hermoso griego sentado en el asiento del copiloto con unos binoculares, viendo al hombre entrar a una casa donde solo iban drogadictos.

- Ricardo Pérez, más conocido con Ricky, de nacionalidad ecuatoriana, estuvo preso en su país por porte ilegal de armas y violencia de género. - le dice el pelirrojo de ojos azules.

- No entiendo cómo es que estas basuras logran entrar al país. - dice Constantine sin mover los binoculares.

- La misma pregunta me hago yo. - expresa Luke - Cuando nuestros ancestros llegaron a este país, ayudaron a formar un país de oportunidades. - quedó callado por un momento, luego rompió el silencio - ¿Cómo vas con el asunto del amanerado que custodias?

Constantine se tensó ante tal afirmación.

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Zezé estaba sentado en la azotea del edificio más próximo al edificio donde vive Constantine. Vio a un chico alto y bastante delgado entrar a la habitación que daba vista hacia donde él estaba.

El chico se quitó los pantalones, mostrando un par de piernas bien torneadas, pero lo que vio a continuación, provocó que su cuerpo reacciomara. Eran un verdadero sádico depredador que se excitaba viendo sufrir a las víctimas, jamás las tocaba, sin embargo disfrutaba de verlas sufrir. Era un fetiche que había desarrollado desde muy pequeño cuando su primera víctima por envenenando fue un perrito de la calle.

- Así que no eres un chico. - dijo entre dientes, al ver a la morena quedar completamente desnuda, en lo que se envolvía en una toalla para ingresar al baño.

Entonces la deseó, quería a esa morena para sí, deseaba cogerla de todas las maneras posibles.

En su mente quedaron grabados esos pequeños senos de montículos marrones, el vientre plano y largas piernas.

- Creo que tengo un antojo que pronto cumpliré. - se dijo así mismo, quitándose de en frente, los binoculares, no dejaría vigilar a ninguno de sus hombres, solo él tendría ese privilegio.

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Irika estuvo un rato en la ducha, el agua fría le ayudaba a relajar su cuerpo. Después de un rato, sacó una sudadera de color gris con unos pants marrones. Como gustaba de andar a pie descalzo, decidió quedarse así.

Fue a la cocina para preparar su almuerzo, tenía dos días que no veía a Constantine, suponía que andaba buscando a los miembros de la pandilla. A su mente llegó el recuerdo de la mirada sádica del hombre que lidera, un escalofrío la recorrió.

El vaso que tenía en las manos cayó al piso, rompiéndose en decenas de fragmentos, como si de un mal augurio se tratara.

Se hizo la Santa señal de la Cruz, como queriendo espantar ese mal presentimiento.

Se apuró a recoger los trozos de vidrio, para depositarlos en el bote de basura.

Se preparó un sándwich de pavo para el almuerzo con un jugo de fresas. Se sentó en la mesa y comenzó a masticarlo de a poco, pero a medio camino, el apetito se le fue, debido a que recordó que su familia y la de Joao, debían tener hambre y ella ahí, sin poder hacer nada porque está bajo custodia.

Debía ver la manera de cómo poder empezar a trabajar para enviarles dinero tanto a su madre como a Doña Manuela.

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Como ya era costumbre, Constantine regresó a eso de las 2 de la madrugada, con cuidado entró a la habitación de su huésped. Su salud mental nuevamente se vio alterada, debido a un movimiento que hizo que se le subiera la sudadera, dejando ver un bonito abdomen plano marcado.

Sacudió la cabeza y salió de ese lugar como alma que lleva el diablo, pues él no podía mirar a ese chico de una manera inadecuada.

Entró a la ducha, dejó que el agua cálida, relajara cada músculo de su cuerpo, apoyó las palmas de las manos en los azulejos y la cabeza gacha, ahora debía no solo lidiar con la imagen de esos ojos negros, también debía lidiar con el recuerdo de ese abdomen fino.

Se daba golpes mentales porque él, Lamprou no podía tener ese tipo de preferencias, si su padre se enteraba, lo expulsaría de la familia.

A la mañana siguiente, la policía de Miami reportaba el hallazgo de un cuerpo crucificado con la palabra, ''ERES EL ÚLTIMO''.

Todos los medios de comunicación hablaban sobre el atroz hecho.

''El hombre que fue hallado sin vida, al parecer hacía parte de una de las más violentas pandillas que ha existido en los últimos tiempos en la ciudad de Miami '' - decía una reportera desde el set de grabación.

El comandante Dunne, junto a su cuñado, Kristhof Lamprou, tomaron complacidos de su vaso de whisky, conocían a la perfección la cruz símbolo de la familia proveniente de Mykonos. Aunque el comandante Dunne no aceptaba sobornos, para él, el honor de la familia era primero, en eso se parecen los griegos y los irlandeses miembros de esta numerosa familia de hombres y mujeres aguerridos.

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- ¿Ya saben quién mató a Ricky? - preguntó Zezé muy molesto.

- No jefe, según El Chato, parece cosa de alguna mafia de Europa, que son los que siempre dejan ese tipo de mensajes. - le dice El Simio.

En su cabeza buscaba a quien habían ofendido, pero no recuerda haber tenido problemas con sus distribuidores de armas o drogas. Necesitaba escalar pronto de posición para apoderarse definitivamente de la ciudad, pero antes debía exterminar a ese maldito policía que odiaba con todo su ser. Recordó entonces a la hermosa morena de senos pequeños y piernas largas

Zezé Madeiros.

Tatuaje de payaso con arma.

Según la investigación que hizo un policía brasilero, este tatuaje representa el odio y desprecio hacia la policía y a la vida.