Azul Zetas nació en un entorno complicado, marcada desde su infancia por el abandono y el maltrato. Su madre biológica la dejó en casa de su abuela materna, que no le brindo el amor que se merecía, siendo maltratada y abandonada a su suerte. Un trágico incendio en la casa de su abuela marcó un giro inesperado en la vida de Azul. Fue la única sobreviviente, gracias a la intervención oportuna del oficial de investigación Franco Coen, que se sintió conmovido por la situación de Azul y decidió llevarla a casa de sus padres, intentando ofrecerle un refugio seguro. A pesar de las buenas intenciones de Coen, la ley lo obligó a devolver a Azul a su madre biológica. De nuevo, Azul se encontró en un hogar sin amor, bajo el techo de su abuelo materno, un policía abusivo y alcohólico. Un nuevo incendio llevo a qué Azul quedé bajo el cuidado de unos tíos que la tenían como sirvienta. El oficial Coen la acomoda en un internado para liberarla del sufrimiento. ¿Encontrará la felicidad y el amor aquí?
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23° Única testigo
#AZUL#
El oficial Franco me llevaba en el auto y me percató que no es el camino hacia el internado.
-¿Dónde vamos? Le pregunto.
-Azul, te buscaba para pedirte un favor, se que es difícil para ti, recordar el pasado, que te provoca ansiedad, que te hace mal, pero está vez necesito que recuerdes. Me dice.
Mis latidos se aceleran, mi respiración se intensifica, de solo pensar en ello me hace mal.
-¿Por qué? Le pregunté con la voz rota.
-Despues de tantos años, logramos dar con los posibles responsables del negocio que hacían con niños, y necesitamos de una testigo, que los identifique, que los haya visto. Me dice.
-Pero no recuerdo, yo le juro que no me acuerdo. Le respondo nerviosa.
-Se que está en tu memoria, y como defensa lo guardaste en el fondo de tu subconsciente, pero podemos abrir esa puerta, no debes preocuparte. Me dice.
-¿Cómo? ¿Cómo lo van a hacer? Le pregunto nerviosa.
-Yo voy a estar todo el tiempo contigo, también Nico. Me explica.
-Me estás asustando. Le aclaró.
-No debes tener miedo, hay un especialista, que puede indagar en tu subconsciente, y obtener la información necesaria, devolviendote la memoria, puede ser doloroso, pero necesario para darles el castigo que se merecen al encerrarlos de por vida. Me explico de manera calmada, como siempre le gustaba hablarme.
- Me van a operar. Le pregunto sin entender de que manera me harían recordar.
-No. Nada de eso. Me responde.
Llegamos al lugar donde el trabajaba, no era una comisaría común y corriente, de las que conocía, parecia un edificio de oficinas.
Al bajar del auto, el oficial Franco me lleva del brazo, cuando cruzamos la puerta las miradas de los hombres, que abrían la boca como sorprendidos, era notoria. Cada uno tenía un escritorio con su computadora, vestian de traje, no con un uniforme de oficial, ahora que los veía así, me puse a pensar que el oficial Franco tampoco usaba uniforme, solo sabía que era oficial porque me lo dijo y enseñó su identificación.
-Avisa que llegue. Le ordenó a uno que estaba en la entrada de una oficina, ese hombre me miraba sin pestañear.
Tener tanta atención hacia mi me incomoda.
-ESCUCHO. Le hablo fuerte el oficial Franco.
-He, si señor. Dijo chocando nervioso con el porta papeles que tenía en el camino.
Entro a la oficina y al rato salió.
-Ya puede ingresar. Le dijo al oficial Franco, pero me miraba de manera intensa, como no queriendo perder ni un detalle de mi persona.
Ingresamos a la oficina, había un hombre de mediana edad, con barba y pelo corto oscuro, mismo estilo que el oficial Franco, estaba leyendo unos papeles.
-Aqui traje a Azul. Le anuncio el oficial Franco.
Levanto la mirada, era serio, solo abrió un poco los ojos, pero su expresión no la cambio. Se paró aproximándose a mirarme, era muy alto, hombros anchos, acomodo su saco.
-Siganme. Ordenó con una voz grave y áspera.
Caminamos atrás de él a pasos lentos, voy prendida del oficial Franco al sentir las miradas sobre mi persona, era como si me desvistieran. Llegamos a una puerta, este hombre serio la abrió, el lugar estaba oscuro.
-Esperen prendere la luz. Dijo serio.
Sentí un fuerte aroma a cigarro, y alcohol, me tapó la nariz, sumado a la oscuridad, en mi mente venían fragmentos de recuerdos que creí olvidado, sonidos y voces pasadas que me aturden sin razón.
-¿Estás bien?, te veo pálida. Me susurra el oficial Franco.
-Quiero irme. Le susurré.
-Pronto, solo será un momento. Me responde.
-Sucede algo. Me preguntó serio ese hombre de traje con su voz áspera y grave, una vez que encendió la luz.
-Hay un fuerte olor a cigarro y alcohol. Le respondo tomando aire para responder.
-Eso te molesta. Me pregunta.
-Si. Le respondí.
-Bien, fíjate en estas fotos, quien te resulta conocido. Me dice serio, poniendo una carpeta sobre él escritorio de la oficina donde ingresamos.
Ese olor a cigarro y a alcohol empezaba a ponerme más incómoda de lo que me sentía, y más cuando ví en una de las fotos, la imagen de un hombre, eso alteró mis emociones.
-¿Conoces a alguien? Escucho que me pregunta el oficial Franco. Sin responder me salgo de ahí a tomar aire, todo me estaba descomponiendo, sentía que el aire me faltaba.
-Azul. Escucho al oficial Franco y me abrazo por él, sollozo en silencio contra su cuello.
-Tranquila, se que es difícil, solo responde si conoces a alguien de las fotos. Me pide al hablarme al oído y brindarme un beso en la frente.
-Ya no puedo regresar ahí. Le respondo.
-Esta bien, mira, señala al que conoces. Me dice al tener con él la carpeta. Temblorosa dirijo mi mirada en las imágenes.
- No estoy muy segura, se me presentan muchos rostros, como fragmentos de recuerdos. Le respondo.
- Solo señala aquellos que se presentan y me ocuparé de investigar. Me susurra al oído.
Suspiro pesado, no quise mencionarlo adelante de ese señor, pero ese olor a cigarro combinado con alcohol me resultaba muy familiar, me ponía nerviosa, con la necesidad de ocultarme al ser como una señal de alarma de peligro.
Me abrazo por el oficial y le susurro.
-El olor que sentí ahí adentro me resultó familiar. Cómo si ya lo hubiera sentido antes, me provocó miedo, como ese que me hacía esconder cuando venían por mi, pero agarraban a mi madre, me recordó imágenes que quiero olvidar. Le dije.
- Si te doy una hoja y papel, podrías dibujar esas imágenes que se te presentan. Me consulto.
- Pero no aquí, aquí no me agrada. Le respondí.
Me guío a la salida subiendome de nuevo a su vehículo, me abrocho el cinturón y se subió ante el volante poniéndose en marcha.
-LA VAS A LLEVAR HACER VER CON EL DOCTOR. Escuché que le hablo ese hombre.
Me quite la tiara y solté mi cabello, tenía la necesidad de ocultar mi rostro en el mismo, como un refugio seguro.
Llegamos a una casa en una esquina poco iluminada, el oficial se desabrochó el cinturón.
-Voy a ver si está mi amigo, ya vengo. Me dijo.
Esto lo sentía como si ya lo viví, era extraño, como si se repitiera algo nuevamente.
En eso abrió la puerta el oficial Franco.
-Si está, ven. Me dijo ayudándome a descender del vehículo.
Mi corazón bombea acelerado, siento que se va a salir de mi pecho.
-Hola Azul. Me saludó el doctor.
- Nico, la traje aquí para que puedas verla, sobre lo que te comenté. Escuché que le dijo el oficial Franco.
-Claro, pasen, vamos a mi estudio. Respondió.
Cada movimiento pasaba ante mi como cámara lenta, como una película que es rebobinada y las escenas se repiten una y otra vez. El aroma del lugar es familiar, ese aroma suave y fresco. Todo se veía tan familiar, como si hubiera viajado en el tiempo, me sentía pequeña de golpe.
-Hay unos aperitivos y jugo por si quieres. Me dice el doctor enseñándome eso en una charola sobre la mesa. Me aproxime tomando la pequeña caja de jugo entre mis manos.
-Esa noche llovía. Susurré.
- Prosigue. Escucho al oficial Franco que me facilita unas hojas y un lápiz.
Me senté y dejé que lápiz baile sobre la hoja, al plasmar los rostros que se me presentaban en la memoria.
-Al parecer sirvió lo que propuso el especialista. Escuché que susurro el doctor.
-Mmm, shhh. Escuché que le respondió el oficial Franco como si le hiciera callar.
Suspiré resoplando y solté el lápiz.
-¿De qué hablan? Les pregunté.
-Tu y tu bocota. Le dijo molesto el oficial Franco a su amigo.
-Son estos. Me dijo el oficial Franco tomando la hoja con los retratos dibujados.
-Tiene talento de poder retratar. Admiro el doctor.
-¿De qué especialista hablaban y que propuso? Insisto en mi pregunta.
-Al que te presente, es un especialista en hacer recordar, él propuso que con la atmósfera adecuada, se te podía hacer recordar, y por lo que veo funcionó. Me dijo enseñándome la hoja dónde dibuje esos rostros.
-Entonces recrearon todo a propósito. Le digo.
-Era necesario, sos la única testigo con vida. Me dice.
-Me puede llevar al internado, tengo clases temprano. Le pido al sentirme incomoda en ese lugar y sobre todo porque siento que jugaron con mis emociones.
-Mañana temprano te llevo, avisé en el internado que te quedas conmigo, ahora te llevo a casa. Me respondió el oficial Franco.
Suspiré molesta, no quería ir a su casa, no quería verme con Nahuel.
Me guío a su vehículo.
-Estás enojada, por lo que pasó. Me dice.
No estaba muy errado, pero la verdadera razón era otra, no tenía ánimos de ver a Nahuel.
-Azul, lamento que fueron así las cosas, pero entiende la importancia de esto, al encerrarlos, ya no tendrás la preocupación de que puedan encontrarte, ya no tendrás que tener perfil bajo. Me explica con voz pausada, para justificar su accionar.
-No tengo ánimos de andar exponiendo de dónde provengo, así que no me molesta no tener que decir nada. Le respondí, mirando mis manos y suspirando pesado.
Él me retira el cabello de la cara, lo coloca atrás de mi oreja.
-No estás enojada conmigo. Me consulta.
-No, sé que siempre me ha cuidado, y le estoy muy agradecida. Le respondo.
-Pero algo te molesta, se te nota, no sabes ocultar tus emociones. Me dice.
Al parecer no puedo ocultar nada.
-La verdad me sentí usada, que jugaron con mis emociones, como un ratón de laboratorio. Le respondo, al no querer revelarle que estoy así por Nahuel, era una verdad a medias.
Él frunce los labios, asiente y veo que pasa saliva por su garganta al sostenerme la mirada.
-Me disculpo. Dijo en un susurro acariciando mi mejilla y le sonrió en respuesta.
Se acomoda poniendo sus manos en el volante, iniciando la marcha.
Llegamos a su casa, todo estaba a oscuras.
-Al parecer estamos los dos nada más, se ve que al final Nahuel se contentó de nuevo con Aira y pasará con ella la noche. Por otro lado Dante habrá encontrado dónde pasar la noche. Comento.
Escuchar que Nahuel pasaría la noche con Aira, lo sentí como una puñalada contra mi pecho, no me gustaba imaginar a Nahuel con otra, pero era una posibilidad, al parecer solo me veía como a una niña, y buscaba con quien hacer cosas de parejas a puertas cerradas, cosas que conmigo no haría por ser menor, eso le habrá detenido en su accionar cuando me beso, por eso no fue más de solo un beso, que lo sentí tan especial, y al parecer para él solo fue uno más.
" Que tonta fui al querer pensar que significaba algo más para él, como lo fue para mí", reflexionó frustrada.
Ingresamos a la casa, el oficial Franco tocó el interruptor pero no se encendió la luz.
-Se ve que hay un corte. Me dijo encendiendo la luz de su celular para ver por dónde caminaba.
-Dante duerme en el sofá. Le comento al ver en la oscuridad, estaba vestido recostado a medias con una pierna colgando.
-Ah, cierto que vez en la oscuridad. Comento al dirigir su luz hacia donde le dije.
-Se ve que estudiaba, hay libros próximos a él. Le digo.
-Dejémoslo que duerma, vamos a acomodarte en una habitación. Me dijo señalando a qué lo siga.
-Descansa aquí, ahí tienes mantas, y ten está remera, así duermes comoda. Me señalo.
-Gracias. Le dije al verlo salir.
Me quite el vestido, lo acomode en una silla y me puse la remera, me undi entre las sábanas, suspiré tratando de no pensar para poder dormir. En eso escucho que mi celular vibra.
📱Hola.
Atendí sin mirar quien era.
📱Azul, ¿Cómo estás?
Escucho a Jhon.
📱Bien, estoy por dormir.
Respondí.
📱Bueno, nos vemos en clase.
Me dice.
📱Si, nos vemos.
Le dije y corto.
Coloco el celu bajo la almohada y cierro los ojos, suspiro hondo vencida al fin por el sueño y solo puedo sentir el perfume de Nahuel, ni durmiendo puedo sacármelo de mi memoria.
Me despierto molesta conmigo misma y lo veo durmiendo a mi lado boca abajo con su traje y zapatos puestos.
Continúa con está historia!.