BL.
⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️
Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.
Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.
Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.
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Capítulo 6: Una inesperada "conocida".
Los rayos del sol se colaron a través de la fina cortina blanca directo a su rostro. Alfred se removió en la cama y se cubrió la cabeza con la manta, para después asomarse un poco por debajo de esta.
Aun se sentía cansado, pero sabía que tenía que levantarse y dirigirse al muelle, su plan de hoy era preguntar por alguna embarcación que se dirigiera hacia Moet, si tenían suerte irían directo al Puerto Menguante, sino acabarían en otro. Lo peor que podía pasarles ahora era recorrer un poco más de Moet mientras buscaban la posada de Kerba.
Con un suspiro se levantó y fue directo a ducharse, el agua tibia se deslizo por su piel y cabello llevándose consigo el cansancio de su cuerpo.
Se sentía mejor después de un buen baño, observo su reflejo y se acomodó el cabello, este tenía pequeñas gotas como cuentas y los rulos comenzaban a formarse. Luego de no habérselo cortado le llegaba casi hasta los hombros, era un poco incómodo, así que se lo ato, algunos cabellos rebeldes no pudieron ser sujetados por la liga por lo cuál descansaban desordenadamente en los lados y en su frente.
Cuando fue hasta la cocina se llevó una grata sorpresa: Hugo ya estaba despierto y había preparado un sencillo desayuno que consistía en unas galletas de arroz con mermelada, sobre la mesa humeaban dos tazas de café.
—Buen día.
—Buen día—. Alfred se sentó con una pequeña sonrisa, después procedió a contarle a Hugo lo que había averiguado ayer, su hermano no lo miro, pero Alfred sabía que lo estaba escuchando. Al final de su relato ya ambos habían terminado de desayunar.
— ¿Estás seguro?, sabes que Ara no está en sus cinco sentidos.
—Ella no está loca—. La defendió. —Le creo, aunque...
—Aunque no crees lo de la primavera en la montaña.
—Es algo difícil de creer, las estaciones del año son pasajeras. ¿Cómo puede ser posible que siempre sea primavera en una montaña?, no tiene sentido.
Hugo solo se alzó de hombros y se levantó para recoger las cosas de la mesa.
— ¿Entonces iremos al muelle?
Alfred asintió.
—Cuanto antes, mejor.
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El aire salado impacto de lleno contra sus rostros, haciéndoles fruncir levemente el ceño. El camino al muelle les tomo una media hora en carreta, la tarifa por su transporte fue de cincuenta monedas de plata.
—Nos robaron con el transporte.
—El hombre solo tomo un desvió por nosotros, está bien—. A Alfred le parecía un precio justo, después de todo el viejo señor los había acercado hasta el muelle cuando originalmente su ruta no pasaba por aquí. —Además solo nos dio un aventón.
Miro a su alrededor, las embarcaciones estaban por todas partes, algunas ya en la distancia del basto mar, bajo del brillante sol, otras apenas habían llegado o simplemente les estaban dando mantenimiento o cargando con pesadas cajas de madera.
—Hugo, separémonos y...—. Mientras hablaba volteo a ver a su hermano, este tenía el rostro levemente girado hacia la dirección opuesta que había estado mirando Alfred hace poco, una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.
—Es Mairy.
— ¿Quién?— Estaba desconcertado.
—Mairy, una amiga. Espérame, iré a hablar con ella—. Y sin más se fue dejándolo solo, Alf vio cómo su hermano prácticamente corría para ir a ver a esa tal Mairy. Un sentimiento de leve irritación se apodero de él.
¡Bien, buscare yo solo!
Refunfuñando se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la embarcación más cercana, había un hombre de mediana edad limpiando el brillante casco blanco del barco. Al notar como Alfred se acercaba a él dejo lo que estaba haciendo y se acomodó su sombrero.
— ¿En qué puedo ayudarlo?— Su aliento era tan salado como el mar.
—Quería saber cuándo zarparía y cuál sería su parada.
—Hace unos días llegue de Eura, no planeo ir a ningún lugar por el momento. ¿A dónde necesitabas ir?
El hombre parecía sincero mientras decía eso, así que Alfred naturalmente se relajó un poco y se sintió más cómodo.
—Moet, el Puerto Menguante.
—No muchos barcos de aquí van allí, ¿quieres asegurarte un viaje?, deberías de haber ido al puerto del este o al país de Eura—. Los ojos color miel miraron a ese hombre con aroma salado por un tiempo, sin decir nada. ¿Cómo podía permitirse viajar hasta el puerto del este o siquiera a Eura?, sería un gasto tremendo para el dinero contado que tenían. Ni siquiera sabía si la plata que tenía le serviría para un viaje directo a Moet. El hombre quizá noto como las cejas de Alfred se fruncían o simplemente se inquietó por la mirada fija de este, se acomodó nuevamente el sombrero y suspiro. —Eso no significa que ningún barco se dirija a Moet, desconozco cuál. Sigue buscando.
—Gracias—. Finalmente se movió y comenzó a alejarse, solo para ser llamado nuevamente por el hombre.
—Hijo, mi amigo es un gran exportador de té, su barco está más adelante. Pregúntale a donde se dirige esta vez, siempre está exportando por los cuatro países para que su producto llegue a los diferentes pueblos. Lo reconocerás porque siempre usa un traje negro. Buena suerte.
Alfred nuevamente volvió a darle las gracias, pero esta vez con una sonrisa y ojos brillantes. Sin más comenzó a prestar más atención, sus ojos vagaron por barcos de varios colores, algunos verdes, otros celestes que parecían mezclarse con el mar u otros simplemente eran de color gris oscuro, como una nube de tormenta.
Se detuvo al ver un gran barco marrón, nada destacaba de este, pero muchas personas estaban subiendo cajas, lo que más llamo su atención fue ver a una persona pulcramente vestida con un traje negro sosteniendo un jarrón extraño, al parecer estaba custodiando el trabajo de la gente que abordaba las cajas al barco desde el muelle.
—Señor—. Saludo al acercarse a él, su vista se dirigió hacia el jarrón de porcelana que tenía una magnifica pintura de un hermoso atardecer.
—Joven—. Le devolvió el saludo eh inmediatamente notó su mirada. — ¿Le gusta?
—Es un jarrón muy hermoso, ¿Qué contiene?—. Su curiosidad fue más fuerte que él y miro directamente los ojos oscuros del mayor mientras le preguntaba.
—Las cenizas de mi difunta esposa.
—Oh—. ¿Qué se supone que tenía que decir ahora?, inmediatamente comenzó a sentirse nervioso al oír la respuesta. No se esperaba algo así, su vista se dirigió a la pintura en la porcelana. —De seguro amaba los atardeceres.
—Ella era ciega.
—Lo siento—. Murmuro deseando que se lo tragara la tierra. ¿Por qué tuvo que abrir su boca?
— ¿A que vino?— El tono del hombre había sido bastante agradable mientras mencionaba a su esposa, pero ahora era helado cuando le pregunto eso a Alfred. Instintivamente cerro la boca, ¿ante esta persona, ahora hostil, estaba bien preguntarle?
No sabía por qué comenzó a sentirse algo inquieto, él era un hombre ya mayor, pero ante el comportamiento de esta persona solo deseaba darse la vuelta y largarse. Aun así le mostro una pequeña sonrisa.
Era como un zorro en el mar.
—Yo...
— ¡Alfred!
Inmediatamente el nombrado se volteo y se encontró con los ojos algo ansiosos de Hugo.
— ¡Te dije que me esperaras!— Lo sujeto del brazo y lo arrastro lejos bajo la atenta mirada del otro hombre.
—Gracias—. Suspiro aliviado en su corazón.
— ¿Eh?
—No importa, ¿hablaste con tú amiga?
Hugo sonrió y se pasó una mano por el cabello.
— ¡Si!, ella nos llevara hasta el puerto Menguante en Moet.
—...—.
—Olvide mencionarte que ella tiene su propia embarcación, accedió a llevarnos siempre y cuando le paguemos.
¿Qué era esta casualidad?, ¿al fin los cielos le mostraban clemencia?
— ¿Cómo es que no sabía de la existencia de esta amiga tuya?... Olvídalo.
Inicialmente Alfred se estaba volviendo a irritar, ¿su hermano no podía ser más considerado con él?, ¿si sabía que su amiga tenía una embarcación por qué no se lo menciono antes?
Quería decir algo, rezongarlo más bien, pero al ver esos brillantes ojos oscuros se encontró con que no podía decir nada en absoluto y un bajo suspiro salió de sus labios entre abiertos.
—Bien—. No pudo pronunciar mucho y levanto su mano para revolver el poco cabello de Hugo. Había hecho un buen trabajo, estaba bien. Ya no se molestaría, después de todo su hermano no sabía que su amiga estaba por los alrededores, ¿de qué había que culparlo? — ¿Algo más que deba saber?
—Mañana zarpa el barco a las cinco.
Alfred estaba un poco sorprendido.
— ¿De la tarde?
—De la mañana.
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Cuando ambos hermanos llegaron a casa se dispusieron a empacar cosas, Alfred saco de arriba de su armario una mochila negra polvorienta, no se había usado en años debido a que era ridículamente grande y espaciosa, normalmente a sus expediciones llevaba bolsos chicos, pero esta vez era diferente, se irían a Moet que estaba al otro lado del mundo.
Cuando el polvo se acento guardo un par de mudas de ropa, tanto suyas como de su hermano, no sabía por cuanto tiempo estarían fuera de su hogar.
— ¿Guardo cosas filosas?— Hugo se asomó por detrás de la cortina, Alfred giro su rostro con una ceja levantada.
—Supongo, independientemente de que "cosas filosas" sean—. Enfatizó.
Como si se sintiera juzgado por la mirada de su hermano, Hugo levanto ambas manos relevando dos cuchillos y una navaja. Alf lo miro en silencio mientras pensaba. ¿En el puerto Menguante revisarían sus cosas?, ¿qué pasaba si encontraban eso?, sería una desgracia si apenas pusieran un pie en Moet y su primera parada fuera la cárcel.
—No estoy seguro—. Confesó. —No sé si sea buena idea llevar objetos así.
— ¿Qué pasa si nos atacan en el camino como la última vez?, ¿o ya te olvidaste?
Alfred sabía que tenía una pésima memoria, pero recordaba ese incidente, que de hecho ya había sido hace un tiempo, dos años, relativamente, mientras se instalaban en un precario campamento a las afueras de Layare, habían sido atacados por bandidos, aunque no habían sido golpeados, habían sido amenazados con armas de pólvora. Esto había sido una sombra psicológica en su mente y ahora Hugo había avivado las llamas de este miedo dormido.
El miedo de que a su hermano le pasara algo y él no pudiera hacer nada.
—Bien, dámelas—. Alfred extendió una mano y Hugo le pasó la navaja y ambos cuchillos, se aseguró de guardarlos muy bien en uno de los bolsillos internos de la mochila.
— ¿Estamos seguros de que queremos hacer esto?
Alfred abrió y cerró su boca, casi se le escapa un "prefiero haces esto que trabajar en Arel", pues aun no le había mencionado el pequeño detalle de que había traspasado la deuda de Hugo a sí mismo.
—Si. ¿Sabes?, todo esto me hace sentir un poco extraño.
— ¿En qué sentido?— Pregunto con curiosidad mientras miraba a su hermano empacar.
—No sabría decirlo—. Alfred cerró algunos bolsillos de la mochila que ya estaban llenos de cosas, tenía tanto ungüentos como los cuchillos que Hugo le había dado. —Es solo un sentimiento extraño, una presión en mi pecho. Más parecido a una premonición.
— ¿Qué te dice esa premonición?— La expresión de Hugo había cambiado, ahora sus ojos estaban cubiertos con una leve sombra.
Alfred sacudió la cabeza.
—No me gusta.
No sabía qué clase de sentimiento era ese, era como si esperara encontrar algo en verdad, pero a su vez sabría que eso probablemente le causaría dolor.
— ¿Sientes algo...— Alfred se enderezo y lo miro. —como en la cabeza?
— ¿Qué?— Estaba totalmente desconcertado por esa pregunta, Hugo se mordió el labio, como si hubiera preguntado algo fuera de lugar.
¿Hugo pensaba que se estaba volviendo loco?
—Olvídalo, supongo que no. No me hagas caso.
Alfred comenzó a sospechar que su hermano ocultaba algo, pero si no quería decirlo, que así fuera. Él no lo presionaría para saberlo, aunque se estaba muriendo de curiosidad por dentro.
Hugo finalmente salió de su habitación sin mencionar nada más.
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
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