Qiang fue secuestrado por chén debido a una obsesión reprimida que sintió por el, aunque internamente su cuerpo le grita que huya, pero existe una valiosa razón para creer que vale la pena continuar en las llamas
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Una razón para vivir.
La noche se hizo más oscura que de costumbre, su corazón estaba ansioso y lleno de preocupaciones.
No sabía si su bebé había comido, o dormido tal vez ni siquiera los habían alimentado correctamente.
A eso de las tres de la mañana se puso de pie y por primera vez puso sus pies fuera de la pequeña casa en donde vivía y camino hacia la mansión.
Antes de llegar fue interceptado por un guardia que le sugiere volver. Él se niega rotundamente.
Comienza a alegar y Chén baja.
Chén: ¡¿Qué crees que haces?! Hui Ying necesita descansar ella acaba de tener dos hijos.
Qiang: ¡y yo uno! ¿Dónde está mi hijo? Grita enojado.
Sus hijos están bajo su techo y cuidado ¡el mio no!
Chén: Él está con sus hermanos, te dije que él va a ostentar el apellido y los privilegios de ser parte de esta familia. No puede estar escondido en esa casa en donde vives. Por él no te preocupes nadie se atrevería a ponerle las manos ensima.
Qiang seguía aferrado en los barrotes de la reja que le impedían el ingreso a la casa grande.
Por primera vez sintió de golpe la diferencia tan grande de poder que había entre ellos. Su respiración se cortó abruptamente y perdió el conocimiento.
No sabe cuanto tiempo estuvo inconsciente ni como volvió a la casa, el hecho era que ya había amanecido. Se levantó rápidamente y se organizó preparó rápidamente las cosas del bebé y se sentó ansioso esperando que Chén se lo llevará. Paso todo el día, la tarde y la noche sentado en el mismo lugar mirando la gran reja que dividía sus mundos.
Así pasaron 3 días en los que Qiang se levantaba temprano y organizaba todo para esperar a su hijo y que al llegar la noche no volvía y se acostaba a llorar. Sus pechos dolían pues el bebé nunca los tomó y él se negaba a aliviar su dolor tal vez porque este dolor era la prueba de que él era el padre de Feiyu y que su hijo era real.
Esa mañana llovía muy fuerte las aves se negaban a salir de sus nidos y los animales buscaban un refugio seguro para sus crías.
Qiang ese día no se arregló ni preparó el biberón, su largo cabello despeinado cubría su pálido rostro y sus anchas ropas la delgadez de su cuerpo.
Alguien abre la puerta principal y escucha un leve quejido, rápidamente se pone de pie y corre a la entrada y allí estaba Chén con un gran paraguas cubriendo bien al bebé para que la lluvia no lo mojara.
Qiang corre con sus brazos abiertos y recibe al bebé. Se sienta en el piso con su niño en brazos revisando detalladamente cada parte de su pequeño cuerpo y así este quedará grabado en su memoria. Por primera vez ve sus enormes ojos azules, por primera vez ve su pequeña boca.
Qiang: No te pareces en nada a mí (dice mientras sonríe)
Chén: Es igual a ti (lo dice en un tono amable y lleno de amor)
Sus palabras para Qiang no significan nada incluso en el tono en que las diga para Qiang son solo eso, palabras vacías.
Qiang quería atesorar cada momento con el pequeño, le dio el pecho y lo baño mientras le cantaba una hermosa canción de cuna.
"Tu barca es de madera por la orilla
Blanca princesa que nunca ¡duerme por la noche oscura! Cuerpo y tierra de nieve. Duerme por el alba, duerme!
Ya te alejas dormida
Tu barca es bruma, sueño, por la orilla!"
tararea esto mientras camina con el bebé en brazos por toda la casa quien a su vez descansa plácidamente.
Chén esta hipnotizado por esta imagen que hay frente a sus ojos hacía mucho tiempo no veía a Qiang así de feliz, con sus ojos llenos de luz y amor
Él era la persona que amaba y esta persona le había dado el hijo que más amaba, pero aun así y teniéndolos bajo su control sentía que no los podía alcanzar era como si intentara tomar el agua en sus manos por mucho que apretara sus manos el agua saldría en medio de sus dedos libre y tranquila viviendo y existiendo solo para ser amada a la distancia.
Chén: Ya debemos irnos.
Qiang se detuvo frente a él unos segundos mirándolo a los ojos fijamente.
Chén: No es que quiera hacerte daño ni lo hago para torturarte, así está establecido él es un Ling y su vida ya está establecida en ese orden. Te prometo que lo traeré más seguido solo espera... ah y por último se me había olvidado decirte no le puedes decir nunca que eres su Padre.
Como un balde de agua fría se sintieron sus palabras. Aunque era obvió que así sería, era lógico después de todo legalmente no era su hijo aun así ¿Cómo asimilar esto? ¿No es tu hijo?, fuiste tú quien lo tuvo en su vientre, fuiste tú quien sintió como se habría tus entrañas mientras él venía a este mundo. Y aun así y después de pasar por todo esto solo debes quedarte parado hay mirando como se llevan esa razón de vivir, el motivo por el que te levantabas temprano y agradecías el nuevo día, él motivó por él cada violación valió la pena, el motivo que te mantenía con vida. Aunque tal vez sea egoísta condicionar su vida a la mía. Todo esto pasaba por la mente de Qiang quien sin darse cuenta ya había entregado al bebé. Sintió unos labios fríos en su frente era obvio que era Chén. Esta vez ese beso era como la señal de benevolencia que tiene un amo a su sirviente, era como siéntate y espera como un buen perro y tendrás tu recompensa.
Sea cual fuera su agonía esta vez no podía renunciar, en un pasado no perdía nada ahora lo puede perder todo. ¿Vale la pena el sacrificio? La respuesta es sí
vale cada maldito segundo, vale cada gota de sangre, vale cada maldito golpe, vale mi vida.