El Omega Del Dragón.

Un nuevo día había llegado, Beryl recibió su desayuno en la habitación siendo Angela quien se lo llevó, pero aun no quería salir de la habitación, tenía que tomar una decisión y era verdad, siendo un omega corre más peligros ahí fuera, pero quedarse significa ser un sirviente más y tener que soportar a la autonombrada esposa del dragón. Al menos no le dieron una fecha límite para tomar esa decisión, así que puede tomárselo con calma, pues su plan es permanecer con vida y siendo un omega débil, es muy difícil que lo logre si sale del castillo.

Al salir a caminar, decisión ir en busca de los guardias del castillo, ya que notó que si los había y ellos deben de saber pelear, por lo que espera que ellos le brinden ayuda. Pero, justamente al dar la vuelta por un pasillo, se encontró con esa mujer llamada Vania, quien al verlo hizo un gesto de desagrado y cubrió su nariz y boca con un pañuelo que llevaba en la mano.

— no entiendo como mi esposo sigue permitiendo que un sucio omega se quede en nuestro hogar.— expresa molesta.

Beryl se cruza de brazos, observando a la mujer y le molesta que se exprese de él de esa forma, además que se da sus aires de superioridad, así que sonríe y levanta el mentón con una expresión arrogante.

— ten cuidado con lo que dices, en una de esas, tu esposo te echa a la calle, después de todo, es mejor un belleza de veinte años que una que ya se esta arrugando.— responde con burla.

— a mi no me hablas de esa forma, soy la señora de esta castillo, así que más respeto omega o te enviaré como alimento de los demonios.— responde furiosa.

—¿tú?, mejor cuídate, quizás el alimento de demonios sea otra.— se acerca a la mujer y le sostiene ambas manos.

Vania se extraña de esto, pero ve como el chico hace que ella coloque sus manos sobre su cabeza y entonces forcejea.

— ¡no!, no me pegue, por favor...me iré, pero por favor no me lastimé...señora por favor....perdone a este sucio omega, no me acercaré a su esposo.— grita y solloza para después tirarse al piso.

Vania se extraña al ver el comportamiento del omega.

— señorita Vania, ¿que cree que esta haciendo?— una voz varonil resonó en el pasillo.

Al voltear, Vania se encontró con la mirada de enojo de Frederick, no sabía ni que decir, pero antes de poder hablar y defenderse, Beryl se acerco a rastras ante él y agacha la cabeza.

— por favor perdone a este sucio omega, no me acercaré a usted para que su esposa no se enoje.— solloza.

《Jodete con esta, perra.》sonríe con malicio ocultando su cara.

— señorita Vania, ¿por qué este omega cree que usted es mi esposa y porque lo ha agredido?—

Vania sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante la mirada fría del dragón.

— n-no se...yo le juro que no le pegue, jamás he dicho ser su esposa.— responde nerviosa.

— ¿no le pego?, ¿y que es lo que vi?, señora Rina, usted también lo vio, ¿cierto?— pregunta Frederick.

Rina quien estaba tras Frederick, deja salir un suspiro y mira con severidad a Vania.

— así es su alteza, la señorita Vania estaba tirando de los cabellos de su invitado y no es la primera vez que insinúa que es su esposa, actuando con agresividad en contra de los sirvientes.— responde Rina.

— es mentira, Rina, no puedes acusarme falsamente.— se arrodilla.— por favor majestad, créame.

— suficiente.— Frederick toma del brazo a Beryl y le ayuda a ponerse de pie.— señorita Vania, ya no puede negar lo que ha hecho, es mejor que preparé sus maletas, se irá de este castillo.

Beryl se pone de pie, pero cubre su rostro mientras solloza y Frederick pasa su mano sobre la cabeza del pequeño omega, esto solo causa que Vania se vea más molesta.

— no es justo majestad, hasta ahora nunca he tenido problemas, pero tan pronto trajo a ese sucio omega, se me acusa falsamente y me echa del palacio, ¿acaso vale más ese sucio omega?— señala Vania furiosa.

— ¡basta!, no se trata de quien vale más y quien no, omega o no, sigue siendo una persona. Y ya he tolerado suficiente tus aires de superioridad. Largo, Rina, ya sabes que hacer.— ordena.

— por supuesto majestad. Vania, sígueme, debes empacar.— ordena Rina.

— no, no me iré, no me pueden echar, majestad yo he sido su esposa por diez años, no es justo.— se cuelga de su brazo.

— no eres mi esposa, te salve, es todo, pero he tenido suficiente.— responde Frederick.

Ya se estaba frustrando al escuchar a esa chica. Rina llama a otras doncellas para que se lleven a Vania y Rina va tras ellas. Beryl por su parte, se limpia la cara con la manga de su ropa y se acomoda el cabello.

— debo reconocer que eres buen actor, pequeño omega.— observa a Beryl.

— se lo merece, me cansa la gente que se cree superior. Además no le hice nada y se las tomo contra mí.— se queja.

Ya no había rastros de lágrimas en sus ojos y solo estaba ahí tranquilo, pese a que Frederick lo ha descubierto. Para el dragón, ese omega era bastante curioso.

— ¿a donde ibas?, esta zona no es adecuada para ti, los caballeros suelen pasar aquí seguido.—

— precisamente iba a ver a los caballeros, he leído sobre el mana, pero aún no logró nada, así que creí que los caballeros podrían darme clases de espada y pelea.— responde emocionado.

—¿por qué querrías aprender todo eso?, ¿planeas irte?— pregunta.

— aún no decido, es difícil, porque irme, sería peligroso, quedarme, sería solo para trabajar. Yo no estoy para trabajar, estoy para tener una vida de rey.— presume.

—¿a si?, ¿que te hace creer que mereces esa vida?— le da curiosidad.

— soy bello, mírame, un rostro hermoso con un par de ojos felinos, cintura pequeña y un trasero que cualquiera envidiaría. Merezco vivir como rey.— se halaga así mismo.

— ciertamente tienes buen rostro.— levanta el rostro del omega con el dedo en su mentón.— pero eres un plebeyo, un noble no se casaría contigo, menos un rey.— se burla.

Le pega la mano.— ¿eso crees?, si me lo propongo, hasta tú me suplicarias por que yo sea tu esposa.— guiño, guiño.

— o quizás seas tú, quien me supliqué, pequeña rata rosa.— le sonríe con burla.— mejor decídete ya.

Frederick se aparta del pequeño omega y se marcha del lugar, mientras que Beryl, esta decidido a que los caballeros le ayuden a entrenar.

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