Última parte de la saga Casualidad o Destino, continuando y culminando con la historia de Carlos y Lizbeth, así como de su descendencia, mostrando las experiencias, que puede vivir una persona sin importar, la edad que se tenga o la época en la que se encuentre.
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FUNERALES Y TESTAMENTOS
Los procedimientos, funerarios, se llevan a cabo, entregando, ambos cuerpos en la casa familiar, ante los sollozos, de todos los asistentes, los más tristes, sin dudarlo eran todos los nietos, quienes lloraban sin consuelo, pidiendo a los abuelos que despertaran, que no los dejaran solos.
El velorio de los cuerpos se realiza en la casa familiar, acompañados de familiares y amigos, quienes intentan dar consuelo a la familia, los cuales visiblemente afectados, lloran las más grandes pérdidas que han tenido, en sus vidas, al menos los nietos más chicos, ya que los más grandes habían sufrido la pérdida de ambas bisabuelas.
La noche avanza dando paso al día la carroza, llega por ambos difuntos, quienes en vida habían mandado a hacer, un ataúd especial para ambos, así como un pago extra al panteón para que no los enterraran, sino que los incineraran directamente, hasta quedar cenizas solamente, cuestión que los descendientes sabían.
Al llegar al panteón, la carroza avanza, por el cementerio, con el 99% de la descendencia de Carlos y Liz, tras ella, en un día soleado, con sus hijos y nietos llorando sin consuelo, vistiendo una ropa que esperaban no llegara en mucho tiempo, ya que habían sido elegidos por estos con antelación.
Junior:
No cabe duda, que mis papás siempre eran demasiado previsores.
Aldebaran:
Ni dudarlo, ellos siempre pensaban en todo.
Carolina:
Ellos siempre fueron así, no les gustaba dejar nada al azar.
Carlos III:
No puedo creer que ya no los veré nunca más.
Melina Jr.:
Yo tampoco, puedo creerlo, que aremos sin ellos.
Al llegar al final, del camino, el ataúd es bajado de la carroza por todos los hombres de la familia, hijos, nietos, sobrinos, entregándolos en él ornó, no sin antes ver los rostros de la amorosa pareja una vez más, los cuales están tranquilos totalmente sin ninguna mueca de preocupación o arrepentimiento, pareciendo estar dormidos solamente.
Los cuerpos son dejados dolorosamente, con una tristeza infinita, y después de unas horas, las cenizas son entregadas, siendo cargadas para llevarlas al que se convertiría en el nicho familiar, siendo cargados por todos y cada uno de los miembros de la familia, incluyendo las tres nueras, a las que siempre consideraron parte importante de la familia.
Al llegar al nicho, las cenizas son depositadas por los tres hijos, quienes no pueden parar de llorar y antes de sellarla, cada uno de los miembros se despiden dedicando unas últimas palabras.
Junior:
Adiós, papá y mamá, gracias por darme la vida y amar a mi familia.
Aldebaran:
Gracias, por todo, lo que me enseñaron, siempre estarán en mi corazón
Carolina:
Siempre estarán conmigo, y me aseguraré que ninguno de sus nietos los olvide.
Carlos III:
Abuelitos, seguiré adelante y donde quiera que estén los are sentir orgullosos.
Melina Jr.:
Gracias por todo abuelitos, siempre estarán en mi corazón.
Carlo:
Abuelitos, nunca olvidaré, todas sus enseñanzas
Lizbeth:
Abuelitos, nunca los olvidaré y siempre estarán conmigo
Juan Carlos:
No quiero dejarlos, pero entiendo que ahora nunca estarán lejos de mí.
Lizeth:
Los amo, cuídenos desde él más haya
Charles:
Adiós abuelitos, nunca los olvidaré
Charlotte:
Hasta siempre abuelitos.
Asgard:
Adiós abuelitos queridos.
June:
Adiós abuelitos.
Noel:
Abuelito, abuelita, no se vayan, no me dejen.
Al despedirse, el nicho es sellado, con los nombres de ambos y el epitafio, Padre y Madre amorosos y estrictos, guerreros incansables y amados, un amor infinito y para la eternidad, recuerdo de hijos, nietos y seres queridos.
Al pasar el funeral, todos regresan, a la casa familiar, con los ojos llorosos, y la tristeza, visible en su rostro, iniciando los novenarios de rosarios, esa misma tarde, rezando por el descanso eterno de, Carlos y Liz, sin disminuir, la tristeza de la familia.
Al finalizar, los rosarios, la familia entera es llamada, por Paco, no solo como tío y amigo, sino como albacea de los testamentos de Carlos y Liz, los cuales dejaron sus testamentos en video, siendo proyectados en la televisión, de la sala familiar.
Carlos:
Si están viendo, esto significa que ya he partido, por favor no estén tristes gracias a todos ustedes, mis princesas y campeones, tuve una buena vida, ahora en pleno uso de mis facultades mentales, dividiré mis bienes materiales entre mis hijos y nietos.
A mis hijos, Carlos II, y Aldebaran, les dejo mi anillo y esclava (pulsera), de oro, que siempre les gusto.
A mi hija Carolina, le sedo mi cadena de oro con la inicial de mi nombre.
Para mis nietos, les dejo mis espadas, una a cada uno, incluyendo a mi nieto Carlot, chicos cuídenlas como yo los he cuidado a ustedes.
A mis nietas, les dejo las armas con que, siempre entrenaban, poderosas, elegantes y bellas como ustedes.
A mis nueras, le dejo $10,000 a cada una.
Mi ropa, muchachos, divídansela, como prefieran, lo que les guste y quede es suya, al igual que mi demás joyería, carteras y todo eso.
En cuanto a mis propiedades, la parte que me corresponde, el restaurante será divido de la siguiente manera.
25% Para cada uno de mis hijos, 1% para cada uno de mis 12 nietos, el último 3% será puesto a un fideicomiso, el cual será usado para la educación de mis nietos y biznietos cuando los haya, siendo utilizada la cantidad exacta que se requiera, sea cual sea lo que elijan
El criadero se dividirá de la misma manera.
Les repito, mi familia hermosa, no lloren por mí, parto con gusto, satisfacción y muy orgulloso de todos ustedes, gracias por ser mi familia, les encargo la sala de entrenamiento, úsenla, cuídenla, denle mantenimiento y pásenla a la siguiente generación de la familia Cruz.
Paco:
Bien, ahora procederemos con el testamento de Liz.
Liz:
Hola, mi familia hermosa, si están viendo esto ya partí a mejor vida y como estoy segura de que se los dijo Carlos no estén tristes, que parto sin ningún remordimiento.
Empezaré por mis hijos, a Carlos II, le dejo el reloj que siempre lo divirtió cuando niño, a mi hijo Aldebaran, le dejo mi colección de cuchillos sabiendo tu gusto por la cocina y a mi hija Carolina mis figurillas de porcelana cuídalas como tu padre y yo te cuidamos a ti.
A mis nietas, mis pequeñas, les dejo mis joyas y toda mi ropa, si incluida toda mi lencería, es nueva, son conjuntos que están en sus empaques originales, así que podrán usarlos sin ningún problema, la demás la tire previniendo, así como bolsas y demás son suyas, por partes iguales sé que a cada una les gustaron piezas en específico, cuídenlas y úsenlas para resaltar su belleza, mis coquetas amadas.
A mis nietos, les dejo, las únicas joyas que pueden usar hombres, mis anillos de oro.
A mis nueras, $10,000 pesos a cada una.
En cuanto a las propiedades, se repartirán tal cual lo dijo Carlos.
Y en caso de que se le haya olvidado la casa familiar, es de todos, no se puede vender y pasara de generación en generación.
No lloren, mi amada familia, parto tranquila, dejando todo mi amor a ustedes.