Leonardo , Ethan Morgan el peor villado y más temido de la historia.
El se obsesiono con la protagonista trato de ganar su amor pero ella siempre lo rechazaba entonce secuestro y abusó de ella la torturo de muchas forma por que ella no lo amaba así que cuando rescantaron a la protagonista el fue sentenciado a guillotina ademas de ser torturado de una horrible manera fue sentenciado publicamente a morir .
Aquí dentro yo he renacido en el cuerpo del villano .
¿ Como lograre evitar mi muerte ? Tendre que hacer muchos arreglos a este retrasado mundo y desde luego aprender todo para ser un buen duque cambiare mi final .
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La historia de mi abuela
Ethan
Han pasado tres semanas desde la última vez que la vi sonreír. Tres semanas en las que, con pequeños avances, logré que mi madre me hablara más. Aunque sus palabras eran simples y distantes, había algo en ellas que me inquietaba. Me hacía preguntas que, por muy fáciles que parecieran, no sabía cómo responder:
—¿Estás bien? ¿Dormiste bien?
No sé qué esperaba escuchar de un bebé como yo, pero esas preguntas me hacían sentir algo cálido, un tipo de preocupación que no había conocido antes.
He aprendido más sobre el ducado gracias a dos personas que, sin obligación alguna, se preocupan por mí. La primera es Sara, una sirvienta de manos cálidas y voz suave. Me visita con frecuencia, siempre con una sonrisa, y me cuenta historias sobre mis padres o los rumores que circulan por la casa. Su presencia es reconfortante, como un rayo de sol en medio de un cielo gris.
El segundo es Bastian, el mayordomo del ducado. Es un hombre serio, pero hay una dulzura en su trato hacia mí que no puedo ignorar. Siempre llega en las mañanas, aunque a veces me sorprende en las tardes. Hoy fue uno de esos días.
La puerta se abrió lentamente, dejando entrar una brisa ligera.
—Disculpe la intromisión a esta hora, joven maestro Ethan.
Era Bastian, como siempre, con su porte impecable y esa voz firme que, de alguna manera, me tranquilizaba. Se acercó a mí con la misma suavidad de siempre y, sin esfuerzo, me levantó en sus brazos para llevarme a la ventana. El cielo teñido de tonos naranjas y rosados parecía un lienzo infinito.
—Joven maestro, como bien sabe, mi nombre es Bastian Lennox. Pero para usted, solo soy Bastian —dijo con una sonrisa tenue mientras me acomodaba con cuidado.
Desde el tercer día de mi nacimiento, Bastian ha estado a mi lado. No entiendo por qué se preocupa tanto por mí, pero no puedo evitar sentirme agradecido. Hay algo en su mirada que me hace pensar que, para él, no soy solo el hijo del duque.
—Sus ojos... —susurró de repente, con un brillo melancólico—. Son iguales, y a la vez no, a los del actual duque. Si el hermano mayor del duque viviera, yo diría que usted es su hijo. Pero, aun así, no hay duda de que es un digno heredero del apellido Morgan.
Sus dedos acariciaron con delicadeza un mechón de mi cabello.
—Su piel es tan blanca como la nieve, su nariz perfilada y esas pestañas largas... Pero sus cejas, tan finas y levemente inclinadas, y la forma de sus ojos... Son idénticos a los de la señorita Leonor.
Leonor. Ese nombre me quedó grabado. ¿Quién era? ¿Por qué se refería a ella con tanta nostalgia?
Balbuceé algo sin sentido, intentando hacerle saber que quería escuchar más.
—¡Oh! ¿Quiere que continúe, joven maestro?
Asentí con torpeza, y Bastian rió suavemente antes de seguir.
—La duquesa Leá Morgan fue una mujer extraordinaria. No le gustaban las fiestas ni los eventos sociales, como se esperaba de una dama de su estatus. Desde los ocho años se preparó para dirigir el ducado, desafiando las críticas de la nobleza. Su padre, el antiguo duque, rechazó volver a casarse tras la muerte de su esposa, insistiendo en que ella siempre sería el amor de su vida. Así que, cuando llegó el momento, entregó el ducado a su hija, la joven Leá.
A mis oídos de bebé, sus palabras se sentían como fragmentos de un cuento lejano. Pero algo dentro de mí se removía con fuerza.
—A los dieciséis años, la duquesa se hizo cargo del ducado por completo. Poco después, conoció al emperador del reino Drake, y ambos se enamoraron profundamente. Tuvieron tres hijos: el príncipe Leonardo Alonzo Drake Morgan y los mellizos Matteo y Laoise. Pero la felicidad no duró... —Su voz se volvió más baja, más densa.
Los mellizos murieron en un accidente. Pude sentir la tristeza en las palabras de Bastian, como si él mismo hubiera perdido algo aquel día. Y con su pérdida, la duquesa quedó destrozada. Fue entonces cuando tomó una decisión que cambiaría el destino de nuestra familia.
—Al no tener herederos directos, la duquesa adoptó al hijo ilegítimo del emperador —dijo, mirándome con una expresión que no pude descifrar—. Ese niño creció para convertirse en el actual duque, su padre, joven maestro.
Mi padre... ¿No era hijo de sangre de la duquesa? ¿Era un bastardo? El peso de aquella revelación se hundió en mí de una forma que no entendía del todo. Algo oscuro se agitó en mi pecho.
Bastian se inclinó y me arropó con delicadeza en la cuna.
—Ya es tarde, joven maestro. Mañana le contaré más.
Me dio un beso suave en la frente antes de retirarse en silencio. La habitación quedó en penumbras, pero mi mente no podía descansar. Una duda persistía en mi interior, creciendo como una sombra.
¿Quién era la señorita Leonor? Y, más importante, ¿quién era realmente yo?
No se supone que sigue siendo un mocosillo de 4-5 años??? KDJAKDJAJDHAKDH