Como toda chica; Jasmin sueña con encontrar un buen trabajo, conocer un hombre que se fije en ella mas allá de su apariencia y poder tener una vida feliz y amada. En busca de un mejor porvenir para si misma y su mamá, para estar más cerca de cumplir su sueño, Jasmin se ha mudado de país y ha encontrado un trabajo en una prestigiosa compañía.
Su nuevo jefe es el Sr. William Cole, es un hombre apuesto con un problema peculiar; debido a su intensidad como hombre de negocios suele parecer cortante y desagradable con sus empleados y compañeros; todo esto sin mencionar la fama que tiene de ser seductor y mujeriego. Debido a estos rumores infundados, William ha vivido gran parte de su vida sin crear confianza con nadie, esto es hasta que Jasmin llega a su vida. Durante su relación profesional, Jasmin y William descubrirán que tienen mucho en común y aprenderán muchas cosas el uno del otro.
Jasmin estará más cerca de cumplir sus sueños, y William quedará obsesionado con sus curvas...
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Enfrentamiento
—¿Esta? Creí haberte informado que mi nueva asistente se llama Jasmin Díaz.
Como que de un momento a otro el ambiente se percibe extremadamente cargado.
—No me importa su nombre. No la quiero en mi empresa. ¿Me está escuchando?
William se levanta de la mesa y encara a su padre, mientras yo no encuentro qué decir o hacer.
—Perdona a mi padre, verá que no tiene buenos modales —su mano se posa sobre el hombro de su padre—. Te recuerdo que un 50% de la empresa me pertenece. Yo escojo a mis empleados, en especial a mi asistente, así que te ruego amablemente que trates de llevarte bien con Jasmin, ya que tendrás que verla muy a menudo— sonríe, dándole una palmada en el hombro.
—No me importa lo que digas. Esto no lo acepto y te lo dije. Tú como asistente, si realmente tienes principios, debes de saber que ese puesto te queda demasiado grande.
¡Qué señor tan grosero y desagradable! ¿Por qué todos la tienen contra mí? ¿Yo qué he hecho? A este señor ni lo había visto antes. Las víboras querían salir de mi boca de nuevo, pero muerdo mi lengua. Ese hombre es el padre de mi jefe y no quiero decir algo que empeore la situación. El problema claramente es conmigo y eso que ni lo conozco. ¿Todo el mundo tiende a ser así?
—Le pides una disculpa en este preciso momento — esa expresión aterradora volvió a aparecer en el rostro de mi jefe.
—¿Una disculpa? No me hagas reír.
—¿Qué pasaría si hablo con mi madre para sacarte de la empresa? ¿Será que terminará por quitarte ese miserable por ciento que tienes en ella? Te crees dueño y señor, pero quien manda en esa empresa es mi madre y yo— lleva su mano a la barbilla y el rostro de su padre palidece.
—Este chantaje te va a salir caro, William.
—He escuchado una boca cerrarse. Lo único que saldrá caro es tu falta de respeto y educación. Muéstranos tu lado amable, por favor, la Srta. Jasmin está esperando por ti. Queremos escucharte alto y claro — muestra una sonrisa de satisfacción.
—Siento mucho haber sido tan descortés hace un momento, señorita — dice su padre entre dientes.
—No hay problema—estoy en ese momento que no encuentro dónde meterme.
—No se escuchó para nada sincero, pero lo pasaré por alto solo por hoy. Ahora si nos permites, queremos almorzar tranquilos — sin despedirse o añadir alguna palabra más, su padre se aleja de la mesa y William por fin se sienta—. Siento mucho que haya tenido que presenciar esto. Debe sentirse muy incómoda. No le haga caso a mi padre, siempre ha sido así. Si le busca problemas déjeme saber y lo pondré en su sitio.
—Siento mucho ser yo la causante de esa discusión, Sr. William. No entiendo qué sucede o qué he hecho mal.
—Quiero que entienda una cosa. Muchas personas como él vendrán a buscar problemas, pero espero que su decisión sea firme, al igual que lo es la mía. Reconozco que soy bien persistente y más cuando quiero algo, por lo que le pido que permanezca conmigo sin importar las circunstancias.
No sé la razón por la cual no pude aguantar la seriedad del asunto y rio.
—Parece más una propuesta de matrimonio que de trabajo — realmente fue un pensamiento en voz alta y tapo mi boca de la vergüenza. Creo que luego de esto seré yo la que esté despedida.
—Tómelo de la forma que más le guste. Luego de que cumpla con su parte, yo cumpliré con la mía y eso se lo aseguro— sonríe ladeado.
En un milésimo segundo mi risa se pasma por la manera en que me sigue la corriente y no me regaña. Jamás me hubiera atrevido a decir un comentario como ese en voz alta y mucho menos frente a mi jefe. Luego de salir del restaurante me trae a una tienda.
—Voy a comprar el vestido que usará esta tarde— dice al estacionarse.
—¿Qué? Eso no está bien. Ha hecho suficiente con llevarme almorzar estos dos días corridos. No puedo aceptar esto, discúlpeme.
—Debe hacerlo para asistir a la reunión de esta tarde. No acepto un no como respuesta.
—¿Por qué no puedo estar con el uniforme?
—Porque no es una simple reunión.
—Lo siento, pero no puedo aceptarlo.
—Hagamos una cosa. Lo compro hoy y luego lo voy descontando de su cheque. ¿Le parece una buena idea?
—¿Es un requisito obligatorio?
—Absolutamente. ¿Acaso planea dejarme solito? — su sonrisa encantadora casi me derrite.
No estoy para nada de acuerdo, pero no tengo opción. Si tengo que asistir con él a esa reunión, no me queda de otra que aceptarlo. Según entramos a la tienda de ropa para mujeres de talla grande, habla con la empleada, quien nos trae un traje azul oscuro, de largo debe caer aproximadamente en mi rodilla. Todo fue tan rápido, que cualquiera diría que lo estaban esperando con el vestido en la mano. Entro al vestidor para probarme el traje, el cual me queda exactamente a la medida. Jamás había vestido un traje igual, aunque demasiado extravagante para lo que regularmente uso. Doy una ojeada al precio y casi me desmayo, ni un año de trabajo me daría para pagar esto. Salgo para mostrarle el traje al Sr. William, quien me sigue con la mirada tan pronto me ve salir.
—No sabía qué le iba a quedar tan bien. ¿Puede darse una vuelta? — doy una pausada vuelta y carraspea—. Se ve perfecta.
La vergüenza no tarda en aparecer y reflejarse en mis mejillas.
—¿Cómo supo que este vestido me serviría? — pregunto curiosa.
—Conozco sus medidas a la perfección. Quiero decir—traga saliva y lo observo curiosa—, fui yo quien mandó a hacer su uniforme, ¿lo olvida?
—Es cierto, no había pensado en eso— soy una subnormal.