Maximiliano, un hombre lobo es transportado a otro mundo cuando huía de alguien que lo quería matar, en donde se topa con una humana muy peculiar, quien no solo le atrae, sino que trastoca su mundo y su ser. Juntos descubren que la humana no es de este mundo sino de donde viene Max, un mundo lleno de diferentes razas además de los humanos, y que hay un secreto detrás del encuentro entre los dos, que no solo los pone en peligro, también a sus mundos.
¿Descubrirán cuál es ese secreto? ¿Por qué los pone en peligro ese secreto?
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Capítulo 24
Luego de informar todo lo que había pasado durante su desaparición, Max regresó un poco agotado a su palacio y al entrar en su habitación se encontró a Raven sentada en el sofá del pequeño recibidor con un camisón ligero y casi transparente y su garganta se movió al tragar. Ella se levantó al verlo llegar y podía ver los pezones oscuros a través de la ropa e incluso la unión de sus piernas y su miembro se endureció con prisa.
-Max, ¿está todo bien?
Pero él no le respondió y se acercó, abrazándola y acariciando su cintura, sintiendo ella un ligero cosquilleo ante su toque.
-Sí – al fin respondió – ¿Quién te dio ese camisón?
-Ah – Raven sintió sus mejillas arder porque recordó que al ponérselo se le veía absolutamente todo y no era diferente de estar desnuda – La… la sirvienta mayor o la nana, no sé… solo…
-Está bien – la interrumpió y no pudo evitar bajar la cabeza y saborear los labios de ella – Ella entiende rápido las cosas contigo en mi palacio.
Max no le dio tiempo de responder y bloqueó de nuevo sus labios con un beso demandante y urgente, derritiendo la mente de Raven en un turbulento mar de sensaciones.
El camisón rápidamente se rompió con las garras de Max, dejando al descubierto la piel morena y deliciosa que le encantaba Max acariciar. Sin demora, alzó a Raven, y ella rodeó su cintura con las piernas y se dirigió a la habitación, donde su cama grande y suave lo esperaba para hacer suya a Raven de todas las maneras posibles.
La depositó con suavidad en el colchón y rápidamente se deshizo de su ropa, dejando al descubierto el cuerpo bien construido, sintiendo la mirada ardiente de su mujer en su cuerpo, se sintió orgulloso, dejando mostrar una sonrisa pícara.
-¿Te gusta lo que ves?
Raven salió de su estupor y aunque habían intimado muchas veces, aun podía sonrojarse ante las palabras descaradas de él. Giró su rostro, pero él se acercó y sujetó su barbilla, obligándola a mirarlo a los ojos. Raven solo sintió que su rostro ardía más ante la intensa mirada de Max.
-A mí me gusta lo que veo – murmuró Max mientras sus ojos recorrían desde el rostro de Raven hasta la punta de los pies y ella se sintió besada solo con la mirada – Me gusta demasiado…
Entonces se inclinó y mordisqueó los labios de Raven y sus manos pasearon por la piel sedosa de su mujer, haciéndola temblar, sintiendo en el aire el olor almizcleño de ella inundar toda su habitación, dejándolo eufórico. Había impregnado la casa de Raven con su propio aroma, y ahora, su habitación estaría mezclada con el aroma de ella combinado con el suyo propio. Rompió el beso y paseó sus labios y lengua por el cuello, rápidamente llegando a los pechos que tanto le gustaba juguetear. Pellizcó un pezón, arrancándole un ge*mido a Raven y chupó el otro, paseando su lengua una y otra vez por la zona sin dejar de admirar a su mujer entregándose al placer.
Soltó el pecho y se dirigió al otro para darle la misma atención sin olvidarse de llevar una de sus manos al centro de las piernas de ella para encontrar la perla y masajearlo con círculos suaves. Sintiendo que ya estaba empapada, se incorporó y con la respiración agitada de ambos, él se colocó entre las piernas de ella y restregó su miembro en la entrada de ella antes de introducirlo de una sola estocada.
Max apretó los dientes. No importara cuantas veces se habían apareado, aun sentía el fuerte apretón al introducirlo, sintiendo que no duraría si no se detenía para calmarse. Cuando sintió la palpitación de ambos en su unión, rápidamente empezó a moverse, colisionando con sonidos explosivos entre sus cuerpos. Sujetó las piernas de ella con sus brazos y se inclinó para besar la boca de ella que no dejaba de ge*mir ante su asedio incontrolable.
Cuando regresó del estudio de su padre, solo quería descansar, pero viendo a Raven con ese camisón, el cansancio se había esfumado reemplazado con su lujuria y anhelo. Y siendo recibido al regresar a su palacio, su corazón se hinchó de una emoción jamás sentida, que era el calor y familiaridad. Sí, Raven era su familia ahora, y esperaba que en un futuro pudiera aceptar el vínculo y tener hijos pronto.
Pronto la puso boca abajo y se introdujo más fuerte si es que eso fuera posible, y golpeó con fuerza sus caderas contra las nalgas generosas de ella, estrellándose sin contemplaciones mientras sujetaba las manos de ella para que la unión fuera más firme, hasta que la escuchó gritar ante el or*gasmo. A pesar de sentir que su miembro se apretaba con fuerza, no dejó de introducirlo con rapidez hasta alcanzar también el clí*max, desplomándose en la espalda de ella perlada de sudor. Besó la nuca de ella sin separase, y no pasó mucho tiempo antes de que su amiguito de nuevo se irguiera orgulloso.
La noche fue larga.
***
Zafiro salió de su habitación junto con su sirvienta cuando se topó en el pasillo al hombre desvergonzado. Ella no pudo evitar fruncir el ceño pero tampoco el calor que sintió en sus mejillas al recordar las acciones del hombre.
-Buen día… princesa – el murmuro con el título casi la hizo ignorarlo, pero tuvo que saludarlo de regreso.
-Buen día, majestad, Bassel.
El nombre lo pronunció casi masticado y el hombre solo sonrió imperceptiblemente ante el enojo evidente de la mujer, pero no evadió nada, ni se hiso al loco. Anoche lo había descubierto y es que era obvio, ella era su compañera de vida. Sus ojos se volvieron brillantes por un segundo antes de mantenerse firme ante sus instintos. El celo estaba comenzando y es que encontrar a la pareja destinada era raro, pero no imposible y ciertamente, aunque desconcertado, no estaba en contra de haber encontrado a su pareja en una mujer que no era de su raza. También le dificultaba estar racional, el aroma del cuerpo de ella, luego de descubrir que era su pareja, era más fragante y lo estaba volviendo loco.
Suspiró inaudiblemente y pasó al lado de la mujer quien quería ignorar su presencia, pero en el último momento, ella lo miró, estrellándose contra los ojos ambarinos del felino, y Bassel casi, la toma del brazo para evitar que se marchara. Sin embargo, con todas las fuerzas con las que había entrenado en batalla, se resistió y continuó su camino, pero en la noche quería hacerle otra visita.
Y Zafiro, habiendo sido atrapada al mirar por el rabillo, sintió sus mejillas calentarse, pero no se detuvo y continuó su camino. Su sirvienta la miró desconcertada ante ese evidente enojo hacia el emperador de otro reino
-¿Se encuentra bien, princesa? – se sorprendió de ver las mejillas sonrosadas de la princesa – Tiene el rostro…
-¡No…! – zafiro perdió la compostura por un momento, interrumpiendo las palabras de su sirvienta personal – No digas nada.
Su tono de voz volvió a la normalidad, aunque sus latidos no cesaban, recordando lo descarado que podía ser ese hombre la dejaba abochornada, lo que no esperó es que en la noche de nuevo le haría una visita.
***
Raven abrió los ojos sintiendo el cuerpo más cansado y adolorido que nunca. Vio un techo desconocido pintado de azul celeste y se medio incorporó para notar que estaba en una cama con sabanas de seda color crema y llevaba un camisón blanco con mangas largas. Al sentarse sintió dolor en su intimidad y casi maldijo a Max, sin embargo, recordando que ella misma también había pedido que continuara, solo le quedó tragar sus quejas y suspirar.
Max no estaba a su lado pero no se sintió perdida, cuando estaba dormitando de nuevo, el llamado de la puerta le hiso abrir los ojos y un poco dudosa permitió la entrada. La sirvienta mayor entró con una enorme sonrisa y Raven se sintió un poco avergonzada.
-Buen día princesa…
¿Princesa? Aun no se había casado con Max, y cuando quiso refutar ese título, la anciana no le dejó.
-Usted es la pareja destinada del príncipe y se casarán pronto, no hay nada de malo en usar el título antes.
Raven cerró la boca y su corazón se aceleró al escuchar las palabras y se peguntó si Max le pediría tal cosa, pero sus pensamientos fueron interrumpidos con la entrada de más sirvientas a la habitación, quienes empezaron a levantar todo, desde los tozos de tela de su ropa en el suelo, hasta unas sábanas sospechosas amontonadas en un rincón, llenaron la bañera de la habitación y trajeron varios vestidos de estilo victoriano y lujosos a primera vista. Raven se quedó mareada ante el ajetreo, y no tuvo tiempo de preguntar nada cuando la sacaron de la cama y la obligaron a ir al baño. Querían quitarle la ropa y Raven no dejó que la desnudaran, ella misma lo haría y se metería a la bañera, pero no pudo evitar que entraran a lavar su cabello y tallar su piel con una esponja de madera. Al salir, logró hacerlo sola y con un albornoz.
Luego hicieron que se ponga la ropa interior del lugar y se sintió horrorizada de ver que solo eran unos calzones enormes como pantalones y no había bikinis u otro tipo de ropa interior, pero no pudo protestar porque rápidamente le pusieron como tres faldas antes de poner el vestido exterior de colores brillantes y algunas decoraciones de oro y diamantes. La sentaron en un taburete y peinaron su cabello ya medio largo en un pequeño peinado alto y lo decoraron con algunas joyas y flores. Maquillaron su rostro y mostraron los zapatos a usar antes de salir.
Raven no aguantó y preguntó cansada.
-¿Por qué tengo que vestirme así?
-Vas a tener un desayuno con la familia imperial– respondió la sirvienta mayor – Tienes que verte presentable.
Raven entró en pánico. Ayer vio claramente que a los padres de Max no les agradaba y se sintió nerviosa, quería abrir la boca y desistir, pero en el pasillo, vio la figura de Max, vestido con un traje azul marino. La chaqueta era cruzada al frente, decorada con botones dorados y alforzas, el cuello con bordados dorados y tenía algunas medallas y los pantalones eran blancos metidos en unas botas negras. Tenía el cabello amarrado en una cola simple con un lazo azul. Realmente parecía un príncipe azul y Raven caminó hacia él con la mente en blanco.