El Omega Del Gobernante~

El zorro es un animal astuto, por lo tanto, un espíritu de zorro —un Kitsune ancestral— posee una astucia multiplicada por mil.

En el mundo de los alfas, betas y omegas, esa astucia se convertía en una herramienta letal. Los kitsune no solo eran conocidos por su belleza sobrenatural, sino también por su capacidad de manipular, seducir y engañar sin dejar huella. Para conseguir lo que deseaba, un espíritu de zorro haría cualquier cosa, incluso vender su sinceridad y su tristeza como si fueran monedas baratas lanzadas a un pozo seco.

Después de eso, no le importaría nada ni nadie, solo pensaría en sí mismo. Porque en su mundo, la compasión era una debilidad, y la supervivencia lo era todo.

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—¿Estás bien? —preguntó Theo, con una voz extrañamente suave, que vibraba con una calidez antigua, como si no perteneciera del todo a este plano. Pero en lugar de responder, Noah retrocedió usando ambas manos con torpeza, arrastrándose sobre el suelo húmedo. Sus pupilas estaban dilatadas por el miedo, y su aroma dulce —propio de un omega en pánico— comenzaba a esparcirse por el aire.

Su corazón latía con fuerza por el miedo. Un miedo que no nacía de la amenaza directa, sino del instinto más primitivo de su ser.

¿Cómo era posible que ese espíritu hablara con tanta claridad? Su voz no era humana, pero tampoco era del todo bestial.

¿Cómo podía estar un zorro de nueve colas justo frente a él, en su forma humana, con una belleza tan letal que dolía mirarla?

Su silueta parecía tallada por dioses caprichosos: cabello plateado, corto y desordenado, coronado por un par de orejas felinas, erguidas y atentas. Sus ojos dorados, intensos como fuego contenido, lo observaban fijamente . Vestía ropa simple, pero ajustada al cuerpo, lo suficiente para resaltar cada músculo de su torso y brazos como si estuviera hecho de mármol vivo. Detrás de él, sus nueve colas se desplegaban en una formación majestuosa, como una extensión viva de su voluntad: elegantes, hipnóticas y letales, marcando con su sola presencia que no era un ser común.

Pero Noah no veía el atractivo de Theo como un omega ve a un alfa dominante; sus ojos solo estaban fijos en esas nueve colas que se movían con una dinámica hipnótica, elegante y mortal, como si tuvieran vida propia. El vaivén de aquellas colas lo hacía temblar aún más. Eran como cuchillas de luz, desafiantes, sagradas y prohibidas.

Con un solo paso de Theo hacia él, Noah se desmayó. El hermoso chico de ojos azules perdió el conocimiento como si su mente no pudiera soportar el peso de esa presencia espiritual.

Theo sonrió de lado, con una mezcla de resignación y ternura. Sin pensarlo mucho, colocó su garra sobre el pecho del omega y trasladó la gema sagrada de su propio corazón al corazón de Noah. Una esfera de luz se desprendió de su cuerpo con un destello que iluminó el bosque entero.

¡Shat!

De inmediato, las aves sobrevolaron el cielo, huyendo en bandadas al sentir la alteración del equilibrio espiritual.

Rafael, que estaba cazando en los límites del bosque, detuvo su acción. El zorro alfa levantó el rostro, olfateando con intensidad. Aquella ráfaga de viento le indicaba que algo fuera de lo común había ocurrido. Era una vibración antigua, peligrosa… y muy conocida.

Aspiró el aire con fuerza, pero no percibió nada más allá del aroma tenue de hojas y rocío. Sin embargo, su instinto le decía que Theo estaba implicado.

—¿Qué está pasando realmente? —murmuró Rafael, alzando la vista hacia la luna que comenzaba a ocultarse tras unas nubes oscuras, como si también ella temiera lo que acababa de suceder.

—¿Dónde está Theo?

Rafael y Theo eran descendientes del mismo linaje. Ambos eran alfas espirituales, vinculados por una sangre poderosa y maldita. Pero mientras Rafael seguía las reglas, Theo las rompía todas... O eso parecía.

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Después de transferir la gema sagrada al cuerpo de Noah, Theo sintió como si parte de su energía vital se esfumara en el vacío. Su aliento se volvió inestable y el frío lo envolvió como una mordaza invisible. Estuvo a punto de desplomarse sobre Noah, pero logró sostenerse con ambas manos temblorosas, clavando las uñas en la tierra.

—Hah… hah… hah… —su respiración era agitada, casi dolorosa, no esperaba que al separarse de la gema sagrada fuera tan insoportable. Era como si lo hubieran despojado de su alma.

La gema debía permanecer dentro del corazón de Noah durante cien días, y durante ese tiempo, Noah debía comportarse bien, ayudar a los demás y no comer carne en absoluto. Solo así, Theo se convertiría en un humano de verdad. Su única oportunidad.

Si Noah rompía las reglas, aunque solo sea una vez, la gema se tornaría oscura y eso significaría la muerte para Theo. Su luz se extinguiría de inmediato, y ni siquiera un Dios podría salvarlo.

Un espíritu de zorro jamás podría cumplir todos esos requisitos por sí mismo. Por eso necesitaban de una sangre pura como reemplazo: un omega que no haya sido marcado, con un corazón limpio, y una sangre especial.

Y Noah, al recibir la gema sagrada, despertó de golpe. Su cuerpo se sentía renovado, como si acabara de recibir una inyección de energía directamente en el alma. Sus sentidos estaban agudizados, sus latidos acompasados, pero potentes.

—¡Ahhhk! —gritó al abrir los ojos y ver al espíritu zorro encima de él, con el rostro visiblemente afectado por el dolor, jadeando como si hubiera corrido durante horas.

—Ya despertaste… me alegra —susurró Theo, con una voz ronca, entrecortada por la fatiga espiritual.

¡Brug!

En ese instante, Theo colapsó justo sobre el cuerpo de Noah, quien aún no comprendía del todo lo que sucedía. Su cuerpo cayó con suavidad, pero con el peso de una vida que se estaba desvaneciendo.

El chico gritó, pero su voz solo provocó un eco molesto. El bosque no respondía, la noche era densa, espesa, como si el tiempo se hubiera detenido. Al calmarse un poco, se dio cuenta de que el espíritu de zorro estaba inconsciente.

En ese estado, Noah pudo observar claramente el rostro atractivo de Theo. Aunque la noche era oscura en cada rincón, sobre ellos brillaba la luz de la luna, directa, casi protectora. Era como si el cielo mismo vigilara ese encuentro.

Por un momento, Noah se quedó congelado, impactado por aquella belleza. Pómulos definidos, labios pálidos, pestañas largas. Pero luego sintió lástima al ver cómo el rostro del espíritu comenzaba a palidecer, y su aliento se hacía casi imperceptible.

Noah se movió con cuidado, empujando el cuerpo de Theo hasta que cayó a un lado. Poco a poco, las nueve colas comenzaron a desaparecer, disolviéndose en partículas plateadas.

—¿Se va a morir? —susurró Noah, con un nudo en el estómago, tratando de recordar algo que Caleb le hubiera contado sobre los espíritus de zorros, pero no venía nada a su mente.

—¿Qué hago? ¡Agh! ¿Por qué de repente me duele el pecho? —El dolor era punzante, justo en el centro del corazón, como si algo latiera con fuerza ajena a él.

Al toser, sus manos tocaron por accidente el cuerpo de Theo, y en ese momento, las nueve colas volvieron a surgir. Se alzaron como si despertaran de un sueño, ondeando con fuerza.

Noah abrió los ojos de par en par, retrocediendo rápidamente del susto, su respiración entrecortada.

Su corazón se aceleró.

—No tengas miedo… mi gema sagrada está dentro de ti —susurró Theo, abriendo los ojos con dificultad, aún tendido en el suelo, con una mirada vidriosa, pero cálida.

—¿Q-qué quieres decir?

—Mi gema sagrada te salvó de la muerte… pero ahora yo he perdido todas mis fuerzas.

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...Theo | Forma (2/3)...

...Kitsune —Forma original— | Alfa Ultra Dominante...

...Edad: +1000...