Haneul lleva años lidiando con su smor no correspondido hacia Dongho, un alfa su mejor amigo. Haneul está harto de que Dongho no pueda corresponder sus sentimientos por esa relación fraternal que han desarrollado desde pequeños, así que en un esfuerzo por superar y olvidar su amor no correspondido, renuncia a su trabajo y a su amor.
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Accidente
El día siguiente llegó con una luz fría que se filtraba por las ventanas de mi apartamento, un recordatorio implacable de la realidad que había intentado evadir. Desperté cerca del mediodía, y lo primero que noté fue la pesadez en mis ojos. Estaban hinchados y rojos por las lágrimas que había derramado durante toda la noche. La sensación de soledad y dolor se había intensificado, como si la tristeza se hubiera instalado en mi pecho, cómoda y pesadumbre.
Me giré en la cama, buscando mi teléfono con la esperanza de encontrar un mensaje de Dongho. Quizás se había arrepentido de lo que había pasado, tal vez había decidido que lo nuestro podía ser diferente. Con cada segundo que pasaba, la esperanza crecía dentro de mí, pero al mirar la pantalla, mi corazón se hundió aún más. No había nada. Ningún mensaje. Solo silencio.
Eso fue suficiente para que las lágrimas brotaran de nuevo. Me cubrí la cara con las manos, tratando de ahogar los sollozos, pero no pude evitar que se escaparan. Cada pregunta sin respuesta me desgarraba un poco más. Sentía que me estaba ahogando en un mar de emociones, incapaz de encontrar una salida.
Finalmente, tras lo que se sintió como una eternidad, logré levantarme de la cama. La habitación estaba desordenada, un reflejo de mi estado emocional.
Fui a la cocina y comencé a recoger los restos de la noche anterior. La botella rota aún yacía en el suelo, rodeada de fragmentos de vidrio y charcos de cerveza. Con cada movimiento, recordaba la rabia y la tristeza que me había llevado a esa explosión. Limpié con una toalla, recogiendo los pedazos más grandes, pero en mi mente aún resonaba la imagen de Dongho, su expresión seria mientras se alejaba.
Fue en un instante de distracción que sentí un leve pinchazo en mi dedo. Miré hacia abajo, y en un movimiento involuntario, me había cortado con un pedazo de vidrio. La sangre comenzó a brotar, pequeña pero suficiente para detenerme en seco. Sonreí amargamente, como si necesitara un recordatorio más de lo que había perdido.
Me llevé el dedo a la boca, intentando calmar el ardor y la frustración. En ese momento, todo se sintió como una cruel broma del destino, haciéndome reír. Todo lo que había hecho la noche anterior, cada decisión, me había llevado a esto, soledad, dolor, y un dedo cortado como la cereza del pastel de mis desgracias.
Mientras limpiaba la herida con un poco de algodón, me di cuenta de que el dolor físico era un alivio momentáneo frente al emocional. Con cada pequeño dolor que sentía, podía dejar de pensar en lo que había sucedido con Dongho, aunque solo fuera por un instante, sin embargo, en el fondo, sabía que las heridas del corazón tardan mucho más en sanar que las físicas.
Así que seguí limpiando, intentando poner en orden mi espacio, mi mente y, con suerte, mi corazón, pero sabía que el verdadero desafío era lo que sucedería cuando finalmente tuviera que enfrentar lo que había pasado.
El día pasó más rápido de lo que hubiera deseado, cada hora transcurriendo con una pesadez que parecía prolongar la espera. La tarde se instaló sin que pudiera evitarlo, y eso significaba que tenía que irme al bar a trabajar. Al prepararme, la ansiedad se instaló en mi pecho, una mezcla de nervios y desasosiego por ver a mis compañeros, especialmente a Dongho. Pensaba en cómo lo enfrentaría, sintiendo el peso de las horas que había pasado reflexionando sobre lo que había sucedido.
Al llegar al bar, me encontré con Jinwoo y Seoyoon, quienes estaban charlando detrás de la barra. El ambiente era animado, lleno de risas y el ruido de las copas, pero a mí me parecía un eco distante de la realidad. Mientras me acercaba, noté que ambos se volvieron hacia mí, y sus miradas se detuvieron en mi rostro.
-Haneul, ¿estás bien?- Preguntó Seoyoon, su voz llena de preocupación. -Te ves un poco… diferente.-
Negué con la cabeza, intentando sonreír aunque me costaba.
-No, solo tuve una mala mañana, eso es todo.- Respondí, tratando de restarle importancia. No quería hablar de lo que había pasado. No quería que supieran nada sobre Dongho, sobre lo que había sentido.
Jinwoo me miró con una mezcla de curiosidad y duda, pero no insistió. Aprecié su tacto, aunque su mirada seguía siendo inquisitiva.
-Bueno, si necesitas hablar, ya sabes dónde encontrarme.- Dijo, y eso fue todo. Me sentí aliviado y un poco menos solo, pero la inquietud seguía latente en el aire.
Finalmente, mientras organizaba algunas botellas en la barra, la campanilla de la puerta sonó, y levanté la vista. Mi corazón dio un vuelco al ver a Dongho entrar. Su figura, alta y familiar, hizo que un torrente de emociones me invadiera. El instante se congeló. La alegría de verlo se mezcló con la angustia de lo que había pasado entre nosotros.
Dongho se detuvo en la entrada, sus ojos buscándome en medio del bullicio. Noté que se mantenía serio, como si algo lo pesara. Su mirada se encontró con la mía y, por un breve momento, sentí una conexión, una chispa de lo que solía ser, pero luego, la realidad se impuso, y el recuerdo de nuestra última conversación regresó a mí como un torrente de agua fría.
Me esforcé por mantenerme tranquilo y continué organizando la barra, pero podía sentir la tensión entre nosotros, como un hilo delgado que podía romperse con cualquier palabra. Dongho se acercó lentamente, y aunque mis compañeros estaban en medio de su rutina, yo solo podía concentrarme en él.
-Hola.- Dijo, su voz baja y cautelosa, como si cada palabra estuviera medida.
-Hola.- Respondí, intentando sonar normal, pero mi voz salió más entrecortada de lo que esperaba. Era un esfuerzo vano.
El silencio se instaló entre nosotros, y podía sentir las miradas curiosas de Jinwoo y Seoyoon, pero no podía apartar la vista de Dongho. El tiempo parecía detenerse mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas, pero nada parecía lo suficientemente bueno, sin embargo, sabía que esto era inevitable, que tarde o temprano tendríamos que enfrentarnos a lo que había sucedido.
Evitar a Dongho se había convertido en una tarea casi imposible. Cada vez que estaba cerca, mi corazón latía desbocado, y una mezcla de miedo y frustración me invadía. Intentaba mantenerme ocupado, pero mis movimientos eran torpes, como si mi cuerpo no respondiera adecuadamente a la ansiedad que me consumía.
Fue en uno de esos momentos, mientras retiraba una mesa vacía y trataba de concentrarme en cualquier cosa que no fuera su presencia, que todo se torció. Tropecé con una de las sillas que había dejado mal colocada, y el mundo pareció ralentizarse mientras caía. En el caos del accidente, mi mano se encontró con los vidrios de una copa rota que había dejado caer junto a mí. Sentí el agudo dolor del corte atravesando mi piel, y una punzada de pánico me recorrió.
-¡Maldita sea!- Murmuré, tratando de aturdirme y enfocarme en el dolor, pero la sangre comenzó a brotar con rapidez. Intenté levantarme, pero el mareo me hizo tambalear. Antes de que pudiera reaccionar, sentí una mano firme en mi brazo.
-Haneul, ¿estás bien?- Era Dongho, y su voz sonó alarmada. Su preocupación se notaba en sus ojos, pero en ese momento, no podía permitirme pensar en eso. Todo lo que quería era desaparecer.
-Estoy bien, solo me caí- Intenté decir, aunque sabía que no sonaba convincente.
Sin embargo, al mirar mi mano, vi que el corte era más profundo de lo que había pensado. La sangre no dejaba de fluir, y el miedo se apoderó de mí.
-Esto es más grave de lo que parece.- Dijo Dongho, su tono decidido. -Necesitamos ir al hospital.-
Me sorprendió su determinación. Estaba a punto de protestar, de insistir en que no era necesario, pero antes de que pudiera abrir la boca, llamó a Jinwoo y Seoyoon.
-¿Podrían atender el local un rato? Haneul se ha cortado la mano, y necesitamos llevarlo a que le revisen esto.- Explicó, su voz era firme y clara.
Ambos asintieron de inmediato, reconociendo la urgencia de la situación.
-Claro, no te preocupes. Nos encargaremos.- Respondió Jinwoo, mientras Seoyoon se acercaba para ayudarme a levantarme.
Con mucho cuidado, Dongho me ayudó a ponerme de pie. La sensación de su mano en mi brazo, firme y cálida, era a la vez reconfortante y dolorosa. Me llevó a la parte trasera del bar, donde, con un paño de cocina, improvisaron un vendaje para detener la hemorragia.
-Tranquilo, no vas a desmayarte, ¿verdad?- Bromeó Jinwoo, intentando aliviar la tensión. Pero yo sabía que era más que un simple corte; era otro recordatorio de lo inestable que era mi vida en ese momento.
Con el vendaje improvisado, sentí que la presión del dolor disminuía un poco, pero el nudo en mi pecho permanecía. La presencia de Dongho era intensa, y a pesar de mi esfuerzo por evitarlo, no podía negar que necesitaba su ayuda. Sin embargo, al mismo tiempo, esa cercanía me recordaba todo lo que había querido y perdido.
Mientras caminábamos hacia la salida del bar, el peso de lo que había entre nosotros aún colgaba en el aire, y el futuro se sentía incierto.