Más Allá Del Horizonte

Capítulo 5: Cosechas de Desconfianza

Los días siguientes transcurrieron con una mezcla de nerviosismo y determinación para Ana.

Se sumergió en la tarea de revisar meticulosamente todos los documentos y de recopilar la información adicional que Sergio le había solicitado.

Cada noche, pasaba horas en su pequeño apartamento, rodeada de papeles, tratando de entender los detalles del préstamo y ajustar su situación financiera.

El viernes por la tarde, Ana había logrado organizar la mayoría de la documentación y se sentía algo más aliviada. Decidió tomar un descanso y salió a dar una caminata por el parque cercano. El aire fresco y el canto de los pájaros le proporcionaron un alivio momentáneo del estrés que la había acompañado durante la semana.

Mientras caminaba, su mente seguía inquieta. La sensación de desconfianza hacia Sergio no había desaparecido. Aunque él había mostrado una disposición a ayudar, las cláusulas adicionales y los problemas con la documentación habían generado una serie de preguntas sin respuesta.

Cuando regresó a su apartamento, encontró un mensaje de texto de Sergio. Le pedía que se reuniera con él para discutir los documentos revisados y ultimar detalles sobre el préstamo. Ana sintió un escalofrío al leer el mensaje, pero sabía que debía seguir adelante con el proceso.

La mañana siguiente, se dirigió a la oficina de Sergio, preparada para entregar la documentación actualizada.

Al llegar, la recepcionista la condujo de nuevo a la oficina de Sergio. Esta vez, el ambiente parecía aún más formal y cargado de tensión.

Sergio estaba sentado detrás de su escritorio, revisando algunos papeles. Al verla entrar, se levantó y la saludó con un gesto de profesionalidad.

—Hola, Ana. Gracias por venir. —Sergio le indicó que se sentara—. Vamos a revisar los documentos que has traído y a discutir los próximos pasos.

Ana se sentó, sintiendo una mezcla de inquietud y esperanza. Sacó la carpeta con la información actualizada y se la entregó a Sergio.

Él comenzó a revisar los papeles mientras Ana observaba en silencio.

—Todo parece estar en orden hasta ahora —comentó Sergio después de un rato, levantando la vista—. Sin embargo, hay algunos detalles que debemos ajustar.

Ana lo miró, preocupada. —¿Qué tipo de ajustes?

Sergio se inclinó hacia adelante y comenzó a explicar. —Hemos encontrado algunas discrepancias en la información financiera que proporcionaste. Aunque no son graves, necesitamos hacer algunos ajustes para garantizar que el préstamo esté alineado con tu situación actual.

Ana asintió, aunque una nueva ola de preocupación la envolvió. —¿Qué ajustes son necesarios?

Sergio explicó que algunos de los ajustes implicarían cambios en la tasa de interés y en los plazos del préstamo. Aunque los detalles eran complicados, Ana entendió que la modificación podría aumentar la carga financiera a largo plazo.

—También —continuó Sergio—, me gustaría discutir un aspecto adicional del contrato. Dado que hemos tenido que ajustar los términos, debemos revisar las garantías del préstamo para asegurarnos de que están adecuadamente alineadas con los nuevos términos.

Ana frunció el ceño. —¿Qué tipo de garantías estás considerando ahora?

Sergio la miró con seriedad. —Quiero asegurarme de que todo esté claro para ambas partes. Necesitamos revisar y confirmar las garantías adicionales para cubrir el nuevo acuerdo. Esto incluye una revisión más detallada de cualquier bien que puedas ofrecer como respaldo.

El tono de Sergio era profesional, pero había una intensidad en su mirada que hizo que Ana se sintiera incómoda. Se preguntó si había algún motivo oculto detrás de la necesidad de ajustar las garantías.

—Entiendo. Haré todo lo posible para cumplir con los nuevos requisitos —dijo Ana, tratando de mantener la calma.

Sergio asintió y comenzó a preparar los documentos necesarios para formalizar los ajustes. Mientras trabajaba, Ana sintió que el tiempo se alargaba. La tensión en la oficina era palpable, y ella no podía evitar preguntarse si había algo más que Sergio no le estaba diciendo.

De repente, el teléfono de Sergio sonó y él respondió con un tono serio. Ana no pudo escuchar la conversación completa, pero el tono de la llamada la hizo sentir aún más inquieta. Cuando terminó, Sergio volvió a mirar a Ana.

—Gracias por tu paciencia —dijo, finalmente—. Vamos a necesitar otra reunión para finalizar todos los detalles y firmar los documentos ajustados. Me gustaría que te tomes el tiempo necesario para revisar todo nuevamente antes de nuestra próxima cita.

Ana asintió, sintiendo que el peso del mundo recaía sobre sus hombros. —Claro. Haré eso.

Sergio la acompañó hasta la salida, y mientras Ana se dirigía hacia la recepción, no pudo evitar una sensación de desconfianza creciente. Aunque había sido profesional y dispuesto a ayudar, las constantes revisiones y ajustes la hacían cuestionar sus verdaderas intenciones.

Al regresar a casa, Ana se sintió agotada. Decidió que era hora de buscar asesoría profesional para obtener una perspectiva externa sobre el préstamo y los ajustes que Sergio había propuesto. Llamó a un abogado especializado en finanzas y programó una consulta para el lunes siguiente.

Esa noche, Ana se sentó en su escritorio, rodeada de documentos, mientras la luz de la lámpara proyectaba sombras en las paredes. La realidad de su situación parecía más compleja con cada nuevo ajuste y cada nueva condición.