Erika: Heredera De La Mafia

Solntsevo, Moscú, Rusia, año 1995...

Varios días antes de lo ocurrido...

En una oscura y lujosa mansión, que más que nada, funcionaba como lugar de reuniones secretas, de ex-mercenarios vinculados a la ya extinta URSS y varios mafiosos.

En la amplia sala llena de lujos y decoraciones opulentas. Boris, el líder de la banda, estaba sentado en la cabecera de una gran mesa de caoba, fumando un habano mientras sus hombres discutían el plan. La luz tenue de la habitación creaba sombras amenazantes en los rostros de los hombres presentes.

[Diálogos traducidos del Ruso]

—Vincenzo, o Roberto, como se haga llamar está confiado, y sus hombres también. Ellos esperan dinero y joyas —dijo Boris con una sonrisa fría—. Pero nosotros tenemos otros planes para ellos.

—¿Y qué hay de Javier, su hijo? —preguntó Dimitri, un hombre fornido con una cicatriz en la mejilla —. El muchacho siempre está con ellos.

—Javier solo sería un peón más en este juego. Nuestro objetivo es Vincenzo. Sin él, la operación se desmorona, pero si está con ellos, matenlo —respondió Boris, apagando su cigarro en un cenicero de cristal.

—Tenemos todo listo para partir mañana mismo hacia Argentina. Las armas están preparadas y los hombres ya saben que hacer —informó Iván, otro miembro de la banda, mientas sacaba un mapa de la zona y lo extendía sobre la mesa—. Atacaremos en este punto, justo luego de que abran el regalo que les tenemos preparado.

Boris se inclinó sobre el mapa, señalando con un dedo grueso el lugar exacto.

—Perfecto. Quiero que todo salga sin problema. Nadie debe sobrevivir. No podemos permitirnos ningún cabo suelo, además debe verse como una advertencia a cualquier otro idiota que intente desafiarnos. —ordenó Boris, mirando a cada uno de sus hombres con una mirada penetrante.

Mientras los hombres revisaban el plan, un tema adicional surgió en la conversación.

—Ya tenemos al sobrino de Vincenzo, pero escuche que tiene una hija, Erika. ¿Que hacemos con ella? —preguntó Mikhail, levantando una ceja.

—Dudo que Vincenzo lleve a su hija con él. De todas formas no es una amenaza inmediata, pero no podemos ignorar que ella podría ser la heredera de todo el negocio de su padre, sobre todo si matamos a Javier, el único hijo varón de la familia. —dijo Dimitri, pensativo.

Boris asintió lentamente, reflexionando sobre la situación.

—Según sabemos, Erika es una joven inexperta en esos asuntos. Si dejamos que crezca sin control, o tome control de los negocios de su padre, sus errores serán un problema mayor a futuro. Tenemos que asegurarnos de que también quede fuera de juego, de una u otra manera.—dijo Boris, con un tono frío y calculador.

—¿Quieres que la eliminemos también? —preguntó Ivan, con un brillo peligroso en sus ojos.

—No necesariamente. Podríamos usarla como rehén si la situación lo requiere, recuerda que Vincenzo tiene más gente trabajando para el desde la sombra, podríamos usarla para hacerlos salir. Pero por ahora, enfoquémonos en los objetivos principales. Erika puede esperar —decidió Boris, con una sonrisa siniestra.

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...Una noche antes del ataque......

En un almacén abandonado, a unos kilómetros de la mansión de la familia Rizzo, los rusos se preparaban para la emboscada. El lugar estaba lleno de cajas de municiones, armas y equipos de comunicación.

Los hombres revisaban y cargaban sus rifles, ajustaban sus chalecos antibalas y verificaban el equipo de comunicaciones.

—¿Tienes todo listo, Mikhail? —preguntó Dimitri, mientras ajustaba la mirá de su rifle.

—Sí, todo listo. Este trabajo va a ser pan comido —respondió Mikhail, sonriendo con confianza.

—No sé confíen, no sabemos si Vincenzo llevará un grupo grande, o solo sus más cercanos, estén preparados para todo —dijo Dimitri, respondiendo serio.

—Recuerden, el ataque comienza cuando ellos abran las bolsas. No antes. No podemos arriesgarnos a qué se den cuenta de la trampa. —dijo Ivan, asegurándose de que todos entendieran el plan.

Dimitri asintió y miró a sus hombres.

—¿Ya enterraron los maletines con el cuerpo del sobrino de Vincenzo?. Tiene que parecer que ellos lo mataron, tenemos listo el papel con letra y las huellas de Vincenzo.—comentó Dimitri, con su voz seca y sin emoción.

—Todo está listo desde ayer —respondió Ivan, emocionado

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Al día siguiente, los rusos se posicionaron estratégicamente alrededor del lugar donde sabían que Roberto (Vincenzo) y su grupo estarían cavando. Ocultos a una distancia prudente y con sus armas listas, esperando la señal para comenzar el ataque. El ambiente estaba cargado de tensión, el sonido del viento era lo único que rompía el silencio.

Boris, observando todo desde un punto elevado con un par de binoculares, vio cómo Vincenzo y su equipo llegaban, viendo que había ido solamente con su hijo y sus hombres de confianza.

Espero un buen rato, mientras la tarde se iba lentamente, el tiempo parecía no transcurrir, hasta que vio cómo sacaban y abrían los maletines.

"—¡Nos traicionaron!—" Fue lo que se escuchó a lo lejos, dando pie al comienzo del ataque.

—Ahora —dijo Boris por el walkie-talkie, dando la señal a sus hombres.

Los disparos comenzaron a resonar en el aire, lo cual puso en fuga a Roberto y su grupo. La emboscada estaba en marcha, y los rusos atacaban con precisión letal.

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