En el siglo XV, Ángela, una joven noble, es enviada por Derya, la reina del Imperio Escocés, al Imperio Otomano para recibir una educación de élite. Tras años de instrucción financiera y cultural, regresa a su hogar solo para descubrir que sus padres han concertado su matrimonio con un joven aristócrata. La dulce joven que partió ha regresado transformada en una mujer valiente y decidida.
Derya no solo quería la mejor educación para Ángela, sino también que sanara su corazón roto por Niall, quien la había rechazado antes de su partida. Ahora, de regreso, Ángela se enfrenta a un mundo de intrigas políticas y expectativas familiares, mientras redescubre sentimientos por Niall.
El regreso de la guerrera, narra el viaje de Ángela en busca de su libertad, amor y lugar en una sociedad cambiante.
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Celos
Angela y Damián se quedaron charlando por un largo rato. La joven sonreía con cada cosa que Damián le decía; él era un gran parlanchín y un sujeto muy agradable. Derya los observaba desde la distancia, con la pequeña Safiye en sus brazos y Henry a su lado.
—Tu hermano, al parecer, puede llegar a ser agradable —le dijo Derya.
Henry miró en la dirección en que veía su esposa, encontrando a Damián susurrándole algo al oído a Angela, mientras ella se echaba a reír.
—Si es su deseo ser agradable, lo será —Henry suspiró—. Ya está advertido con respecto a Angela, así que no te preocupes. Dudo que sea una de sus conquistas.
Derya miró a su esposo.
—Angela es una adulta, es mi amiga, pero está en su derecho de equivocarse. No puedo tratar de alejarla de todos los hombres; ella no es tonta, sabe defenderse —le dijo con una sonrisa al final.
Henry sonrió y asintió; su esposa tenía razón. Angela ya estaba bastante grandecita. Derya continuó observando hasta que se fijó en la mirada que Niall le lanzaba a la pareja. Derya sonrió con sarcasmo. Henry se levantó para charlar con algunos Lairds que estaban cerca. Sandra, cansada de tanto bailar, se sentó de inmediato junto a Derya, mientras Kieran iba por algo de beber para ambos.
—Niall gusta de Angela —fue lo primero que soltó Sandra cuando ya estaba acomodada junto a Derya.
—Lo sé, pero es demasiado tonto para darse cuenta —respondió Derya mientras acariciaba la cabeza de Safiye, quien dormía plácidamente en sus brazos.
—Pues Damián le está sacando los celos. Míralo, está que hierve —continuó Sandra.
—Jajaja, creo que Damián lo hace exactamente para molestarlo un poco. Ya sabes que ambos no es que se lleven de maravilla; Damián es un poco pesado con Niall.
Ambas soltaron la risa al recordar todas las veces que Damián había sacado de sus casillas a Niall, quien solo lo miraba mal. Angela había estado tensa en la fiesta, pero ahora con Damián se sentía más relajada.
—De verdad necesitaba esta charla —le dijo la joven.
—Lo sé, yo también necesitaba alejarme de las madres que tratan de casar a sus hijas —dijo, señalando con la mirada a un grupo de mujeres que, apenas veían a un hombre soltero, corrían de inmediato con su hija para presentársela al caballero. Angela se rió.
—Parecen desesperadas.
—Cosas de madres. Te sorprenderías cuán parecidas son en el infierno —dijo de inmediato—. Pero, por suerte para mí, no me gustan las nenitas de mamá.
—Sí, ya tienes cierta fama. La mayoría de tus conquistas son viudas —le dijo, mencionando lo que había estado escuchando desde que llegó.
—Saben más cosas. Una nenita no tiene idea de nada. ¿Qué puedo decir? Me gusta la experiencia —dijo él con indiferencia.
Angela dirigió su mirada a Niall. Pensó en lo que él le había dicho antes de marcharse. Era obvio que los hombres como ellos siempre preferirían a mujeres experimentadas. Ella, a pesar de ya no ser una nenita como él decía, seguía siendo virgen. Angela dejó de sonreír, y Damián entendió a qué se debía.
—Los hombres a veces somos tontos. Pero yo prefiero la experiencia porque no pienso casarme; es algo que no está en mis planes. Odio los compromisos —le dijo con sinceridad.
—Y si pensaras por un momento en casarte, ¿qué tipo de mujer escogerías? —le preguntó Angela de inmediato.
—Definitivamente, ninguna de las mujeres con las que he estado. Sería alguien igual a mí: inteligente, fuerte y valiente —le respondió.
Angela sonrió. Lo que él quería para sí era algo que un hombre normalmente no buscaba. Allí, en Escocia, los hombres preferían mujeres sumisas, dedicadas a su esposo y matrimonio, sin aspiraciones. Algo que ella, definitivamente, no era.
Seth miraba en dirección a su hijo. La joven que estaba con él le pareció muy guapa, una chica encantadora, así que sonrió y se acercó a Niall, quien se había quedado solo debido a su falta de atención hacia las jovencitas.
—¿Quién es la joven que está con mi hijo? —le preguntó Seth a Niall de inmediato.
Niall suspiró. No podía creer que ahora tenía también que informar al padre del joven sobre la chica que lo estaba volviendo loco en ese preciso momento.
—Se llama Angela. Acaba de llegar del imperio —le dijo—. Es la hija del duque Macquena.
—Así que es la hija de aquel hombre tan respetable. Digna hija de su padre. Se ve que es una joven encantadora.
—Lo es —respondió Niall con una nota de resignación.
El hombre, ya saciada su curiosidad, se alejaba, pero antes dijo algo que hizo que Niall sintiera aún más enojo.
—Sería una perfecta nuera. Además, ha mantenido a Damián alejado de las demás. Me gusta.
Niall decidió alejarse; aquello le estaba haciendo mal. Angela se despidió de todos, ya era hora de volver al ducado. Caminó un poco por el oscuro lugar, buscando a su caballero y tratando de encontrar dónde había quedado su carruaje. Mientras avanzaba, empezó a sentir pasos detrás de ella, por lo que se preparó, sacando su daga de la manga de su vestido. Cuanto más rápido avanzaba, más aceleraba también la persona que la seguía. Angela se estaba asustando un poco, pues no había un solo alma por aquellas calles. De repente, una mano se posó en su hombro. Angela, con su fuerza y entrenamiento, tomó la mano y, dando una patada hacia atrás, se volteó con la daga en su mano, arrinconando a su víctima contra la pared mientras la daga amenazaba su garganta. Niall la miró orgulloso. Angela aflojó su agarre al ver de quién se trataba.
—Idiota, por poco y te mato —le dijo, mientras su pecho subía y bajaba.
—Soy el general de los ejércitos de Derya, y dices que ibas a matarme. No seas graciosa —dijo este, con una mueca a medio lado.
Angela le dio un golpe en el hombro.
—Pues muy general y todo, pero bastante ruidoso y idiota —le dijo mientras guardaba su daga.
—No intentaba ocultarme —replicó él.
—Bastardo —suspiró ella.
—¿Con esa boca saludas a tus padres? —le preguntó Niall, indignado por lo que ella había dicho.
—Saludo a mis padres con esta boca y a los idiotas como tú los insulto con la misma —le dijo, mirándolo directo a los ojos.
Niall miraba como el pecho de la joven subía y bajaba dejando ver parte de sus pechos gracias al escote del vestido, podía imaginarlos desnudos en sus manos masajeándolos y chupándolos, su garganta se secó, por lo que tuvo que pasar saliva, al levantar la vista se encontró con los ojos acusadores de Angela que se había dado cuenta en dónde estaba la mirada de aquel.
— pervertido — Le gritó está antes de salir casi corriendo del lugar