Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Arquero mágico
Orien había ido al jardín de los santos por llamado de Elios, el elfo parecía querer hablar con él sobre algo. Orien atravesó la cascada cristalina, al otro lado estaba repleto de cristales mágicos, brillantes y hermosos. Orien observó como un ser pequeño volaba a gran velocidad; era un espíritu.
—Siéntate —Elios invitó a Orien para que tomara asiento a su lado, él estaba en posición de buda y en frente suyo había un charco cristalino. —Me agradas. —Así Elios inicio la conversación. —Me recuerdas al antiguo emperador de Goren, y por eso me caes bien —dijo con una sonrisa leve en los labios. —Quiero enseñarte algo, es una técnica que los reyes pasan a la otra generación. —Orien escuchaba atento. —Tu personalidad me recuerda a Mirzen — dijo el elfo al notar la seriedad de Orien. Elios carcajeó. —¿Sabes sostener un arco?
Orien negó. Elios se levantó sonriendo.
—Hoy aprenderás una técnica de disparo. —Elios hizo la pose que hacían los arqueros al momento de disparar, entonces una flecha hecha de energía apareció; Elios apuntó y luego disparó, el aire se cortó en dos, la flecha había atravesado velozmente. El impactó destruyó algunas piedras mágicas. —Inténtalo, es fácil.
«Claro, muy fácil». Orien pensó sarcásticamente.
Orien regresó al palacio en la tarde, mientras que Elios se quedó en el jardín de los santos. Estaba cansado, pues aunque intentó hacer lo que hizo ese anciano le fue imposible y lo peor era que consumió gran parte de su maná, por lo tanto, el moverse le dificultaba un poco.
—¡Orien!
—¡Ahhh! —Orien lanzó una bola de fuego que Happy esquivó bastante bien. Orien no podía acostumbrarse todavía, era imposible creer que el dragón pudiera hablar.
—Deja de exagerar, me estás haciendo sentir mal, papá.
«¿Papá?», la mente de Orien quedó en blanco ante esas palabras, ¿Papá? Se preguntaba una y otra vez. Pero pensándolo mejor entendió el porqué, pues él había ayudado a Happy a eclosionar y también fue lo primero que el dragón vio al nacer.
—Es que suenas como raro… ven aquí —Orien miró al dragón un momento recordando que no podía pasar por la ventana. —¿Cómo entraste?
Happy sonrió nervioso, Orien levantó la vista notando el gran agujero en el techo, hizo una mueca y sonrió fingidamente.
—No me gusta quedarme afuera.
—Pero hace poco te hiciste pequeño —Orien sostuvo las mejillas de Happy, intentó jalarlas pero eran duras por las escamas.
—Eso consume maná y soy muy pequeño todavía —Orien volteó los ojos. —¿Estás enojado?
—Ajá. —Orien se acostó en la cama, la cual tenía la encimera de madera caoba, con algunas flores talladas en el. Cerró los ojos algo cansado, ese día había sido muy agotador.
Al día siguiente, buscó más información sobre los dragones, quería entender más y prepararse para poder cuidar bien a un dragón. Se había levantado temprano, ya que, alrededor de las ocho iría a dar clases a la escuela IU.
Se sentó en el escritorio, había tomado al menos unos cinco libros sobre dragones. Abrió la primera, ojeó las páginas a gran velocidad, encontrándose con nada importante, solamente hablaba sobre la misteriosa desaparición de algunos dragones, al principio muchos pensaron que se habían extinguido. Si embargo, los dragones habían ido a una isla cercana al reino de los demonios.
«Reino de los demonios…» Orien meditó al recordar la conversación con Zura. El mundo en el que había renacido parecía haber un reino para cada raza, pero, era muy obvio que la mayoría eran gobernados por humanos, pues contando a Goren y a Glassus, Orien ya había conocido dos reinos de humanos, mientras que Alfreimr era el único reino de elfos. ¿O podía ser el único de ese continente? Había tantos misterios por descubrir sobre ese nuevo mundo, que el corazón de Orien se apretaba de la emoción. Siempre había sido un fantástico de las aventuras, por ello también había sido un tanto friki en su vida anterior, había un juego que formaba parte de su lista de favoritos, [Neverland] y [Lol].
Orien tomó el que sería el tercer libro, volvió a pasar las hojas a gran velocidad pero, se detuvo al ver un dibujo de lo que parecía un medio dragón, con apariencia humana.
—Los dragones son criaturas mágicas sumamente inteligentes —Orien leyó en voz alta. —Comparados a los elfos; en la edad temprana adquiere la capacidad de hablar dependiendo sus alrededores, además, crecen a una velocidad incomprensible. En la etapa media serán fuertes como magos de alto rango y por último, ya de adultos tienen la capacidad de tomar la apariencia de un humano.
«Con razón muchos dragones desaparecieron…» Orien pensó mientras cerraba el libro, sintiéndose algo extraño al pensar que Happy podría verse como un humano común.
Orien regresó a la habitación, notando que el techo estaba reparándose por si mismo, ahora entendía a lo que se refería Elios al decir que Alfreimr era mantenida por la magia. Tomó lo que le hacía falta, solamente una bola de cristal, él la había pedido antes. Quería examinar la capacidad de cada estudiante.
—Buen día —saludó entrando al salón, los elfos que estaban parados fueron a sus asientos. Gaal estaba en la parte de atrás, sentado junto a la ventana y Zura tenía más heridas que la vez anterior. Orien pensó en preguntar pero, desistió luego de la idea. —Pasen uno por uno al frente, quiero evaluarlos.
Muchos se levantaron a regañadientes, ya que, Orien los amenazó diciendo que serían castigados los que no avanzaran. Luego de conocer los elementos de cada uno, su nivel en la magia, comenzó el entrenamiento físico.
«Debería haber una clase para cada elemento… entiendo que sean pocos pero, será difícil». Orien suspiró, él se desenvolvía mejor con el fuego, hasta su magia electro le era difícil de comprender a veces y por ello solamente la utilizaba para ser rápido, en vez de atacar siempre con el. Para poder hacer un ataque necesitaba el doble de maná que cuando usaba magia de fuego.
—¿Maestro? —la elfo dudó al llamar Orien de esa manera. —Gaal y Zura se están peleando. Orien suspiró, no había notado el estruendo. Siguió a la elfo, quien lo condujo donde los otros dos peleaban. Orien encontró a Zura encima de Gaal golpeándole con el puño, estaban luchando sin magia.
—¿Quién les dijo que podían pelear? —La voz de Orien era seria y molesta. Esos momentos eran en los que necesitaba un trago, desde que llego a ese mundo no pudo encontrar un sabor igual de bueno que el whisky, extrañaba un poco su anterior vida…
Zura se quitó de encima de Gaal, ambos estaban muy heridos, «Los elfos son realmente fuertes…», pensó Orien. Zura se quedó sentada en la tierra verdosa mientras que Gaal se levantó sacudiendo su ropa. Terra, la arquera de la otra vez observó a Orien con molestia.
—Esa estúpida —Terra escupió al suelo, miraba con odio a la elfo que había informado a Orien. Orien también la observó, fue extraño que lo fuera a buscar, pero, talvez se llevaba bien con Zura.
—¿Quieren duelos? También estoy aburrido de enseñar teoría… —Orien sonrió con una gran sonrisa, los elfos lo miraron confundido. Y vaya que no estaba bromeando, pues escribió el nombre de cada uno y lo echó en un frasco.
Gaal fue el primero en acercarse pero, su rostro cambió cuando descubrió el nombre de Terra escrito en el papel. Ambos eran amigos.
—¿Qué esperan? Gaal contra Terra, inicien.
Y así pasó el día, Orien observando en donde cada estudiante tenía sus fallas. En los siguientes días Orien agradeció a los dioses, ya que, algunos elfos que estaban en Goren habían regresado, permitiendo que se librara del fastidioso trabajo de maestro, lo peor era no recibir una paga por todo su esfuerzo.
Orien subió la montaña, desde arriba se veía el hermoso reino, las casas en lo alto y esas enormes flores. Orien estiró su brazo derecho al frente y con la izquierda fingió tomar una flecha, la energía se formó de acuerdo a la mente de Orien, pero, otra vez duraba poco.
—Ese maldito viejo dijo que era fácil… claro, muy fácil. —Orien se sentó en el suelo, concentrando el aura alrededor de su núcleo mágico.