Yo Soy La Madre Del Heredero.

El barón regresó con los libros contables en sus manos, su semblante aún reflejaba nerviosismo mientras los colocaba frente a Aura con cuidado.

“Mi lady, ¿Por que ha solicitado tan repentinamente los libros de contabilidad del territorio? Le puedo asegurar de que todo está en orden”. Sonreiría el Barón.

A lo que Aura le contestaría. “Confío en usted Barón, solo quiero estudiarlos para darme una idea de como esta el territorio, la guerra nos a afectado mucho debido a la falta de mano de obra y la ausencia del Duque”.

Aura tomó los libros y comenzó a revisar meticulosamente cada página, su mirada enfocada en los números y registros. El silencio llenó la habitación mientras ella escudriñaba cada detalle, buscando cualquier indicio de irregularidad o falta de transparencia en las cuentas.

El Barón observaba con ansiedad, sintiendo el peso de la mirada de Aura sobre él. Cada segundo que pasaba le parecía una eternidad, y su mente trabajaba a toda velocidad tratando de anticipar las preguntas que podrían surgir.

Finalmente, Aura cerró los libros y levantó la mirada hacia el Barón, su expresión seria pero calmada. "Todo parece estar en orden", dijo, sorprendiendo al barón con sus palabras. "Parece que has estado haciendo un buen trabajo en la gestión de los recursos del pueblo".

El alivio inundó el rostro del Barón, aunque un rastro de nerviosismo persistió en sus ojos. "Gracias, mi lady. Hemos estado trabajando arduamente para garantizar el bienestar de todos los habitantes del pueblo".

Aura asintió con aprobación, entregando los libros cuidadosamente antes de dirigirse nuevamente al Barón. "Aprecio tus esfuerzos", dijo con sinceridad. "Pero recuerda que estoy aquí para apoyarte aun que no sea una experta permiteme ayudarte en cualquier momento. Si hay algo en lo que pueda contribuir lo haré, no dudes en decírmelo".

El Barón asintió con gratitud, sintiendo un peso levantarse de sus hombros ante las palabras de Aura. "Lo tendré en cuenta, mi lady. Gracias por tu apoyo y su confianza".

Con eso, la tensión en la habitación disminuyó, y Aura y el Barón continuaron su conversación sobre los próximos pasos para asegurar el bienestar del pueblo durante los meses de invierno.

Después de la reunión con el Barón, Aura se sumergió en sus pensamientos mientras observaba por la ventana cómo las últimas hojas del otoño caían lentamente. A pesar de la aparente normalidad en los libros contables, aún había algo que la inquietaba.

Luego de todo aquello decidió dar un paseo por los terrenos del castillo para despejar su mente y reflexionar sobre lo que acababa de suceder. Mientras caminaba por los jardines, el viento frío del otoño le acariciaba el rostro, recordándole la proximidad del invierno y la importancia de asegurar el bienestar de los habitantes del pueblo.

A lo lejos, divisó a James, el jardinero, ocupado recogiendo las hojas del jardín antes de la llegada del inminente invierno. Se acercó a él con paso decidido, decidida a buscar su opinión sobre la situación del pueblo y las necesidades de sus habitantes.

"James", lo llamó Aura con amabilidad cuando estuvo lo suficientemente cerca. "¿Puedo hablar contigo un momento?".

El jardinero levantó la vista y le dedicó una cálida sonrisa. "Por supuesto, mi lady. ¿En qué puedo ayudarla?".

Aura se detuvo frente a él, sintiendo la necesidad de compartir sus preocupaciones con alguien que es de confianza. "Estaba pensando en el pueblo y en cómo podemos ayudar a sus habitantes durante los meses de invierno", comenzó, sus ojos reflejando determinación.

James asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. "Es una preocupación válida, mi lady. El invierno puede ser especialmente duro para aquellos que no tienen suficiente para sobrevivir".

"Exactamente", coincidió Aura. "Pero necesitamos encontrar la mejor manera de ayudarlos. El Barón ha hecho lo que puede, pero siento que aún hay más por hacer".

James reflexionó por un momento antes de responder. "Quizás podríamos organizar una donación de alimentos y ropa abrigada para aquellos que más lo necesitan. También podríamos ofrecer refugio en el castillo para aquellos que no tienen un lugar donde quedarse durante el invierno".

Aura asintió, impresionada por la sugerencia de James. "Eso suena como un buen plan", dijo con admiración. "Organizaré una reunión con el Barón y otros líderes del pueblo para discutir cómo podemos llevar a cabo estas iniciativas".

James sonrió, satisfecho de poder contribuir con sus ideas. "Estaré aquí para ayudar en lo que necesite, mi lady. Juntos, podemos marcar la diferencia en la vida de aquellos que más lo necesitan".

Con una sensación de determinación renovada, Aura agradeció a James por su consejo y se dirigió de regreso al castillo para comenzar a trabajar en los planes para ayudar al pueblo durante los duros meses de invierno.

Las sirvientas, mientras observaban la interacción entre Aura y James desde luna ventana del castillo, intercambiaban sus comentarios creando un murmullo de opiniones y reflexiones.

"¿No les parece que James es increíblemente atento?", susurró una de las sirvientas, con una expresión de admiración en su rostro.

"Sin duda lo es", respondió otra, asintiendo con admiración. "Siempre está dispuesto a ayudar en lo que sea necesario. Es un verdadero caballero".

"Me preocupa un poco la señora Aura", murmuró la tercera sirvienta con un tono de compasión. "Debe ser difícil para ella estar aquí sin su esposo".

"Es cierto", coincidió la primera sirvienta. "Pero la manera en que maneja todo con tanta gracia y determinación... Realmente la admiro".

Mientras tanto, el mayordomo se acercó, notando la conversación de las sirvientas. Con un gesto discreto, les indicó que era hora de regresar a sus quehaceres, aunque no pudo evitar escuchar parte de sus comentarios sobre Aura y James.

"Señoritas, por favor, volvamos a nuestras labores", anunció el mayordomo con voz firme pero cortés y aplaudiendo para llamar la atención. "Hay mucho trabajo por hacer y debemos mantenernos enfocadas".

Las sirvientas asintieron y se dispersaron, aunque continuaron compartiendo sus impresiones entre ellas mientras cumplían con sus responsabilidades en el castillo.

Mientras tanto, el mayordomo permaneció un momento más en la ventana, observando la interacción entre Aura y James a través de la ventana con una mezcla de preocupación y admiración. Sabía que Aura era una mujer fuerte y capaz, pero no podía evitar sentir cierta inquietud por ella en momentos como estos. Sin embargo, confiaba en que ella encontraría la manera de superar cualquier desafío que se presentara en su camino. Con esa certeza en mente, se dispuso a continuar con sus propias tareas, confiando en que el castillo estaría en buenas manos bajo el liderazgo de Aura.

Días más tardes, el aire gélido de la mañana se colaba entre los árboles, llevando consigo los primeros copos de nieve que caían suavemente sobre el pueblo. Era la primera nevada del invierno, un acontecimiento que marcaba el inicio de una nueva estación y con él, una nueva etapa para el territorio bajo el cuidado de la señora Aura.

Habían pasado alrededor de tres meses y medio desde la llegada de Aura al territorio tras su matrimonio, y en ese corto tiempo, muchas cosas habían cambiado. Todo se sentía apresurado, con Aura trabajando diligentemente para asegurarse de que todo estuviera en orden para la temporada de invierno.

Desde la plaza del pueblo, se organizó la distribución de abrigos para los necesitados, con la ayuda conjunta de la iglesia que proporcionaba sopa caliente y ropa para aquellos que lo necesitaban. Aura se había comprometido plenamente con la tarea, trabajando incansablemente para garantizar que cada persona recibiera la ayuda que necesitaba.

Mientras la nieve caía suavemente a su alrededor, Aura se encontraba ocupada coordinando los esfuerzos de ayuda. Emily, su sirvienta personal, se acercó a ella con un abrigo fino hecho de piel de conejo blanco, un gesto de cuidado y atención hacia su señora.

"Mi lady, por favor, permitidme ayudaros con este abrigo", dijo Emily con gentileza, extendiéndolo hacia la señora Aura.

Aura sonrió con gratitud y aceptó el abrigo, sintiendo el cálido tacto de la piel sobre su piel. "Gracias, Emily", respondió con amabilidad. "Es un gesto muy considerado".

Después de asegurarse de que todos estuvieran siendo atendidos, Aura se dispuso a regresar al castillo. El Barón se despidió de ella con un gesto de respeto, antes de sumergirse nuevamente en sus responsabilidades en su amable sonrisa levemente se distinguió un pequeño malestar.

Mientras de regreso al castillo, Aura reflexionaba sobre el trabajo realizado hasta ahora y las tareas que aún quedaban por delante. A pesar del frío y la adversidad del invierno que se avecinaba, sentía una profunda satisfacción por haber podido ayudar a su comunidad en tiempos de necesidad.

El corazón de Emily latía con fuerza mientras veía a Aurora desmayarse en los brazos del mayordomo. Sin perder un segundo, corrió hacia la puerta y gritó por ayuda a pleno pulmón, esperando que alguien respondiera a su llamado de socorro. Pronto, varios sirvientes acudieron a la escena, alarmados por la situación.

Entre el bullicio y el caos, uno de los sirvientes salió corriendo en busca del médico del castillo, mientras que otro se apresuró a traer una silla de ruedas para transportar a Aura a una habitación más cómoda y tranquila.

El mayordomo, con la preocupación reflejada en su rostro, levantó cuidadosamente a Aura en sus brazos y la llevó a la habitación designada, seguido de cerca por Emily y los otros sirvientes.

Una vez en la habitación, colocaron a Aura en la cama con suavidad, asegurándose de que estuviera cómoda y bien cuidada mientras esperaban la llegada del médico. Emily se apresuró a traer más agua y compresas frías, mientras que el mayordomo permanecía a su lado, observando con atención cualquier cambio en su estado.

La incertidumbre llenaba la habitación mientras esperaban ansiosamente la llegada del médico, preguntándose qué podría estar causando el repentino malestar de Aura.

El médico irrumpió en la habitación con paso rápido y determinado, seguido de cerca por Emily, la fiel sirvienta de Aura. Su rostro grave y concentrado reflejaba la urgencia de la situación. Al ver a Aura tendida en la cama, el médico se acercó con precaución, examinándola con atención mientras Emily observaba con ansiedad.

Aura, aún inconsciente, parecía frágil y pálida en contraste con las sábanas blancas que la envolvían. Su respiración era tranquila pero irregular, y su frente estaba perlada de sudor. Emily miraba con preocupación, esperando ansiosamente que el médico ofreciera alguna indicación sobre la salud de su señora.

El médico comenzó su examen con meticulosidad, tomando el pulso de Aura y revisando sus signos vitales. Después de unos momentos de silencio tenso, el médico se apartó de la cama y se dirigió hacia la ventana, frunciendo el ceño en pensativa reflexión.

"¿Qué le sucede, doctor?", preguntó Emily con voz temblorosa, incapaz de soportar más el suspense.

El médico suspiró, volteándose hacia Emily con una expresión seria. "Aún no puedo decir con certeza qué le aqueja a la señora Aura", respondió con cautela. "Su desmayo podría ser causado por varias razones, algunas más preocupantes que otras".

Emily se mordió el labio inferior, conteniendo las lágrimas mientras asimilaba las palabras del médico. "¿Hay algo que podamos hacer para ayudarla?", preguntó con desesperación, su voz apenas un susurro de angustia.

El médico le ofreció una mirada compasiva y asintió. "Por ahora, lo mejor que podemos hacer es mantenerla cómoda y tranquila", aconsejó. "Voy a continuar con mis exámenes para intentar determinar la causa exacta de su desmayo".

Con un nudo en la garganta, Emily asintió, agradecida por la atención y el cuidado del médico. Mientras observaba cómo éste reanudaba su examen, no pudo evitar sentir una profunda preocupación por el bienestar de su amada señora. La incertidumbre pesaba sobre ella como una losa, esperando con desesperación cualquier indicio de mejora en la salud de Aura.

El mayordomo, con su autoridad natural, logró espantar a los curiosos sirvientes que merodeaban por la puerta, asegurando así la privacidad de la dama. Con unas cuantas palabras de aliento, calmó la conmoción que se había desatado en la habitación, recordando a todos la importancia de mantener la compostura en momentos de crisis.

Una vez restablecida la calma, el mayordomo cerró la puerta con decisión, dejando solo a la sirvienta encargada de Aura, Emily, para asistir al médico. Emily se acercó rápidamente a la cama donde yacía su señora, tomando su mano con ternura mientras sollozaba de preocupación.

"Es mi culpa, mi lady", murmuró Emily entre lágrimas. "No la cuidé lo suficientemente bien. Debería haber estado más atenta".

El mayordomo interrumpió su autoincriminación con su voz serena pero firme. "Emily, no es momento para culpas. Lo importante ahora es asegurarnos de que la señora Aura reciba la atención médica que necesita".

Mientras tanto, el médico continuaba con su examen, evaluando los signos vitales de Aura con minuciosidad. Después de unos momentos de silenciosa contemplación, el médico asintió con satisfacción y se dirigió hacia Aura con una sonrisa tranquilizadora.

"Señora Aura, creo que hemos encontrado la razón detrás de su desmayo", anunció el médico con voz serena. "Pero antes de darle la noticia, necesito hacerle una pregunta: ¿recuerda cuándo fue su último período menstrual?".

Aura, aún algo aturdida por la experiencia, frunció el ceño en concentración. Su período solía ser irregular, pero en ese momento, su mente viajó hacia un recuerdo lejano de su vida anterior, cuando tomaba anticonceptivos y estos afectaban su ciclo menstrual.

"No lo recuerdo con certeza", admitió Aura con sinceridad y casi resignación, mientras su corazón comenzaba a latir con fuerza en su pecho.

El médico sonrió con comprensión y asintió con satisfacción. "Mis sospechas son ciertas entonces, mi lady", anunció con una sonrisa cálida. "Está usted embarazada, aproximadamente de tres meses".

Un silencio tenso se apoderó de la habitación mientras las palabras del médico se hundían en la mente de Aura, revelando una verdad que cambiaría su vida para siempre. Con la noticia resonando en su interior, Aura contempló el futuro con una mezcla de emociones: sorpresa, y temor junto una profunda incertidumbre sobre lo que le deparaba el destino.