Introducción En un mundo donde todo está cambiando, debemos enfrentar nuestras virtudes y debilidades, pero sin olvidar el amor. Esta es la historia de Valeria, una abogada dedicada a ayudar a otras mujeres. Después de su trágico rompimiento, se dedicó enteramente a su profesión. Sin esperarlo, conoció de nuevo el amor, ese amor sincero en el que te da estabilidad. Claro no todo lo que brilla es oro, ya que este caballero viene con una sorpresa que le cambiará por completo la vida. El caballero que conquista a Valeria, es un hombre mayor, viudo, que al vivir en constante conflicto con sus hijos, lo hace huir lejos de todo para buscar la tranquilidad que le han arrebatado, la traición viene de quien menos lo esperas. Pero el destino le tenía preparado una recompensa por todo el dolor que había experimentado. Al mismo tiempo disfrutaría de nuevo del amor y la pasión.
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Desacuerdo
Capítulo 5
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Pasaron los días, aunque ya era tarde Federico seguía trabajando, acababa de llamar a su casa para avisar que no iría a cenar. Mientras terminaba de leer los contratos más importantes y los lanzamientos en la televisora, recibió una agradable llamada.
—Mi amor, pero qué sorpresa.—respondió Federico
—Te extraño, además quería agradecerte las flores y el collar que me enviaste, debió costar una fortuna. ¿Cuando vendrás a verme?.—preguntó Adela
—Me alegra saber que te gusto, mañana enviaré al chofer por ti, organice una cena en mi casa para que conozcas a mis hijos. Así les anunciaremos nuestro compromiso.—respondió Federico
—Estoy tan emocionada, te amo tanto. Lo único que quiero es estar siempre a tu lado. No trabajes demasiado amor mío, te envío muchos besos.—le decía Adela
—También yo te envío muchos besos, hasta mañana querida.—respondió Federico, terminó la llamada. Después de soltar un suspiro continuó con su trabajo.
Mientras Adela estaba en su departamento, recibía la visita de un joven que le encantaba. Era su amante, la diferencia de edad no detenía sus encuentros fortuitos.
—Pensé que hoy no vendrías guapo.—lo recibía Adela
—Como me perdería de estar contigo, eres hermosa, toda una mujer, no como esas jovencitas inexpertas que me rondan.—respondió su amante mientras la besaba con mucha pasión
Su amante estaba sobre el sofá, Adela se sentó encima de él para besarlo hasta robarle el aliento. El con sus manos acariciaba sus piernas, mientras ella con sus movimientos incitaba su miembro, el la llenaba de besos al mismo tiempo tocaba su parte íntima para hacerla sentir aún más pasión, así deleitarse con su agitada respiración, ya no podía más. Así que la cambió de postura, de una manera bestial la embestía hasta hacerla nuevamente suya, era adicto al cuerpo de esa mujer, en pocas palabras lo definía como algo perfecto y a pesar de la diferencia de edad, mantenía firmeza y belleza en cada centímetro de su escultural figura. No existía amor entre ellos, solo una descontrolada pasión, así pasaron toda la noche entre caricias vacías, llenando sus cuerpos de satisfacción carnal.
Aunque Adela le encantaba su joven y hermoso amante, porque siendo ella honesta era el único que la dejaba totalmente satisfecha, pero también sabía que con él no tendría la vida de reina que ella se merecía. Por eso solo disfrutaba del buen rato que pasaban juntos.
Al día siguiente, Federico despertó radiante y lleno de vida. Marbella e Ingrid lo estaban esperando para desayunar.
—Papá pero ¿que te pasó?.—preguntó Marbella
—¿Por qué la pregunta?.—preguntó Federico
—Porque te ves radiante, joven y muy feliz.—respondió Ingrid
—Es que pedí que organizaran una cena hoy aquí en la casa, con la familia para darles una noticia que cambiará nuestras vidas. Así que espero que mi hijas se vean más lindas de lo normal, para que acompañen a su padre.—se los pedía a ambas.
—Mientras no nos digas que vas a casarte, y que traerás una extraña a la casa. Estaré feliz de apoyarte.—respondió Marbella
—Tendrán que esperar para saber de lo que se trata, Marbella ¿Estaría mal si vuelvo a casarme?.—preguntó Federico
—La verdad si, por favor papá. La mujer que elijas tiene que tener su propia fortuna, y la mayoría en nuestro círculo social están casadas o son muy jóvenes. Te recomiendo que para tu crisis de la edad, te compres un convertible. Nadie va a ocupar el lugar de nuestra madre, así que si me disculpas ya no tengo hambre.—respondió Marbella, se levantó de la mesa. Federico le sorprendía el egoísmo, pero era claro que no podía detenerse por los caprichos de Marbella.
—Papá no le hagas caso, aquí lo importante es que tú seas feliz. Yo apoyaré todo lo que decidas, sería bueno tener a alguien que te hiciera compañía y sobre todo que quisiera ser nuestra amiga.—respondió Ingrid
—Mi princesa, no hay duda que eres la luz de mis ojos, ¿sabes que te amo?.—preguntó Federico
—Si lo sé, también te amo papá.—respondió Ingrid
Más tarde Ingrid se despedía de su padre, ella trataba de darle las menos preocupaciones que pudiera. Segundos después entró su hermano Damián.
—Buenos días hermanita.—saludo Damián
—Habrá una cena importante hoy, así que dile a tus malas compañías que faltarás a sus reuniones que no sirven para nada.—respondió Ingrid
—Wow, me sorprende que estés adoptando la misma actitud de Marbella, suficiente tenemos con que ella se crea nuestra madre, qué buena escuela estás aprendiendo.—le dijo Damián
—Lo hago por mi padre, pero en fin si no quieres estar, mejor. Date un baño apestas a cigarro y alcohol, eres una vergüenza para nosotros.—dijo Ingrid, después subió al coche para que el chofer la llevara al instituto.
Damián se sorprendió con todo lo que le había dicho su pequeña hermana, entró a la casa y se dirigió a su habitación. No podía dejar de pensar en las palabras tan duras que había recibido de ella, le afectaba porque para él, Ingrid era una niña, su pequeña hermanita, aún así las palabras que le había dicho eran de una mujercita madura. Cancelo con sus amigos la salida para estar presente en la cena que daría su padre.
Se acostó para dormir un rato, había tenido una noche muy placentera. Sin duda alguna esa mujer le hacía hervir la sangre, pensaba en el momento en que la hizo suya una y otra vez, la belleza de su anatomía lo tenía hechizado.
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