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La Aventura Zodiacal (LA Sociedad Del Poder)

La Aventura Zodiacal (LA Sociedad Del Poder)

Status: En proceso
Genre:Mundo de fantasía
Popularitas:273
Nilai: 5
nombre de autor: Juliet Castillo

La historia se centra en 12 personajes que descubren que poseen poderes especiales y que son la clave para salvar al mundo. Estos personajes tienen que aprender a controlar sus poderes y luchar contra fuerzas oscuras. La historia se desarrolla en el marco de "La Sociedad de Poder", donde los personajes deben enfrentarse a diversos desafíos y peligros.

NovelToon tiene autorización de Juliet Castillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

3. Descubriendo el Secreto.

ESCORPIO:

—¿Alguien puede explicarme qué estamos haciendo aquí?—Interrogó.

—¡Yo sí!—La respuesta de Ofiuco fue seca y airada, sus dientes apretados delataban su enojo.

—¡Estupendo! Será más fácil, porque nadie sabe nada.—Le dio la espalda, ignorándolo por completo.

Él asintió, avanzó dos pasos y una sonrisa cruel se dibujó en su rostro. Retrocedimos todos, excepto Ofiuco, quien mantuvo su postura firme y se acercó a los enemigos. Al verlo prepararse para enfrentarlos solo, me uní a él, temblando de miedo y confusión.

—¡Escorpio, es mejor que te vallas!—Inmutable, con los ojos fijos en los hombres, me ordenó.

—¡Eres mi amigo y no pienso abandonarte!—Mis manos temblaban mientras le hablaba.

Mis puños se cerraron con fuerza mientras imitaba su postura. Aunque temblaba, la tensión muscular disimulaba el temblor. El aparente líder sonrió con crueldad, acercándose.

—¿Están seguros de poder hacerlo solos?—Pregunta aterrorizado Sagitario.

—Con un pie torcido, ¿qué podrías hacer tú?—Ofiuco, con un gesto de incredulidad pregunta.

—¡Asi es!—Sagitario, exclama.

—¿Qué piensas que lograremos sujetándote?—Pregunta Virgo al límite de su paciencia.

—¿¡Sujetándome?!—Sagitario, pregunta visiblemente sorprendido—¡¿Pensé que me estaban abrazando?!

—¡Dios mio!—El líder suspira con pesar—¿Estábamos a punto de asesinarlos y ustedes hablan de abrazos?—Se da la vuelta y les grita a sus hombres—¡Matenlos!

Retrocedo horrorizado. Ofiuco, con un empujón, me arroja junto a mis amigos antes de abalanzarse sobre un hombre, propinándole un puñetazo que lo deja tambaleándose. Sin darle oportunidad de reaccionar, Ofiuco le propina una patada en el estómago, dejándolo inconsciente.

Me incorporo rápidamente, rascándome la espalda adolorida, justo cuando veo a Ofiuco clavar una espada en el brazo de un atacante. Miro a mis amigos, igual de desconcertados que yo.

—¡¿Cómo apareció esa espada?!—Le preguntó Cáncer—¡No perdí detalle de sus movimientos.

—¡Tal vez se la arrebataron a algunos de esos hombres!—Lo propuse, aunque eso me confundía aún más.

—¡¿Chicos, qué están haciendo?!—Ofiuco gritó alarmado.

De pronto, una luz morada salió de la mano del jefe, impactando directamente en el pecho de Ofiuco y lanzándolo varios metros hacia atrás, hasta estrellarse contra un árbol.

—¡Ofiuco!—Gritamos al unísono.

Ofiuco cayó al suelo, inmóvil. Me levanté de inmediato y corrí hacia él, sin prestar atención a mi alrededor. Pero a pocos metros, choqué con algo invisible, perdiendo el equilibrio.

El líder nos miró fijamente y avanzó hacia nosotros. Con la ayuda de Cáncer, me levanté rápidamente y retrocedí para alejarme del enemigo.

—¿Cuál es tu motivo para querer matarnos?—Géminis lanzó un grito desgarrador, presa del pánico—¿Qué te hemos hecho para que recurras a tales medidas extremas?

—¡Géminis, silencio!—Géminis le dio la orden con frialdad.

El hombre se acercaba a grandes pasos, helándome la sangre. Incapaces de escapar, nos encontrábamos en una situación desesperada. Ofiuco había sido el más fuerte e inteligente entre nosotros; ¿qué podíamos hacer, incluso él herido?

SAGITARIO:

—¡Eh, amigos!—Habla con nerviosismo—¡Creo que me abandonan!

Sentado en el suelo, con un dolor de cabeza insoportable y la mente a punto de estallar, era incapaz de levantarme. El horror me invadió al comprender que probablemente no solo me había torcido la pierna, sino que la tenía rota. Mis amigos, a pocos metros, estaban paralizados por el miedo, incapaces de apartar la vista del hombre que seguía acercándose con aire de superioridad.

—¡Miren una mosca!—Soltó una carcajada señalándome con el dedo—¿Por qué no empezamos con él?

Se plantó frente a mí, su mirada dominante desde una posición superior, mientras una extraña luz morada irradiaba de su mano. En ese instante, algo hizo clic en mi mente, recorriendo un escalofrío por todo mi cuerpo.

Horrorizado, abrí los ojos y traté de retroceder, apoyándome en mis manos. El líder avanzó, colocando su pie a escasos centímetros de mi pierna fracturada. La idea que me asaltaba era inconcebible, simplemente imposible.

Eso no podía ser real...

—¡Tienen poderes especiales!—Susurré.

—¡Por fin alguien lo capta!—Exclamó el malo riendo con malicia—¡Ya es demasiado tarde para que te salves!

Sin contemplaciones, el líder aplastó mi pierna rota bajo su pie. Las lágrimas brotaron mientras gritaba de dolor. Mi orgullo herido y mi pierna empeorada me dejaron impotente ante su crueldad. Un inútil puñetazo fue mi única respuesta, un golpe que solo me causó más dolor.

Con violencia, el hombre me agarró de la camisa y me estrelló contra un árbol, cerca del cuerpo de Ofiuco. El impacto quemó mi espalda, y sentí un líquido caliente y pegajoso resbalar por mi frente. A pesar del dolor, mi mente trabajaba a toda velocidad buscando una forma de escapar de la muerte en ese bosque.

—¿Sigues con vida?—Me cuestionó al acercarse—Veo que tienes más fortaleza de la que pensaba.

La pierna del líder se elevó, a punto de aplastarme la cara. Aceptando mi destino, cerré los ojos. Aún era joven, con tanto por vivir. Morir así, tan injustamente, era algo que no podía aceptar. No como una...

Mosca.

Las palabras del líder, antes incomprensibles, ahora resonaban con una terrible claridad: iba a morir como una simple mosca, aplastado sin contemplaciones. Los segundos se sucedían, tensos y expectantes, pero el golpe no se producía. El silencio era una extraña y desconcertante respuesta.

Con un nerviosismo creciente, mis ojos recorrieron el entorno. Pero en el instante en que giré la cabeza, mi cuerpo respondió con un movimiento brusco e incontrolable, un giro completo de 180 grados que me dejó boca abajo sobre el suelo. El terror me heló la sangre, y un grito desgarrador escapó de mis labios.

—¡Ayuda! ¡Creo que estoy enloqueciendo!—Mi grito reflejó mi pánico.

—Has que se calle!—El jefe se dirigió a una mujer que parecía trabajar para él y le dió una orden.

La mujer extendió su mano derecha, y de ella emergió una diminuta bolita roja. La esfera creció gradualmente hasta alcanzar un tamaño considerable, antes de dispararse hacia mí con velocidad sorprendente, envolviéndome por completo. Mi vuelo cesó al instante, y caí al suelo de la burbuja. Sin embargo, la paz fue breve, pues la burbuja comenzó a flotar suavemente en dirección a la mujer.

—¡Detente!—Acuario, horrorizado, gritó mirando a la mujer.

A un metro y medio del suelo, la burbuja roja parecía inmóvil. En ese instante, Leo se separó del grupo y, con la atención de todos fija en mí, aprovechó la oportunidad para saltar sobre el líder.

—¡Protegeré a mis amigos a toda costa!—Leo gritó y le asestó un puñetazo al hombre.

En una fracción de segundo, la mano de Leo se encendió en llamas, justo antes de rozar la cara del líder. Un grito desgarrador, un alarido de puro dolor, resonó, arrancándome de mi concentración y obligándome a cubrirme los oídos.

Mientras Leo se tomaba un momento para procesar lo sucedido, Escorpio y Cáncer acudieron en su ayuda. Escorpio derribó a una mujer de un golpe y entabló una violenta pelea a puñetazos. Simultáneamente, Cáncer, blandiendo un enorme pedazo de madera recogido del suelo, golpeaba sin piedad a cualquiera que intentara acercarse.

Un hombre la atacó, inmovilizándola al sentarse sobre ella y arrojando un trozo de madera a varios metros de distancia. Cáncer luchó por liberarse, pero sin éxito. Al final, intentó recuperar la madera, solo para descubrir que estaba demasiado lejos.

—¡Dame eso!—Lanzó un grito desesperado hacia la multitud, buscando cualquier mirada que le prestara atención.

Con una rápida mirada a su amiga, Aries corrió hacia el trozo de madera, esquivando a una mujer y arrojándolo al suelo para evitar el ataque de alguien más. Milagrosamente, a escasos centímetros de su objetivo, la madera voló hacia la mano extendida de Cáncer, como guiada por una fuerza invisible.

—¡¿Qué está sucediendo?!—Aries se incorporó de golpe, gritando y con una expresión de confusión en su rostro.

Una mujer intentó derribarla, pero la chica reaccionó con sorprendente agilidad, asestándole un golpe en el estómago. El impacto fue tan fuerte que la atacante salió despedida, volando varios metros lejos de Aries.

—¿Yo hice esto?!—La chica miró su puño, sorprendida y atemorizada por su propia fuerza.

Un golpe de madera en la cabeza dejó al hombre inconsciente mientras caía. Simultáneamente, el bosque se incendió, y yo sentí una caída, la ruptura de una burbuja roja, aterrizando sobre una vegetación desconocida.

—¡Regresaremos por ustedes, no se cuando pero volveremos a vernos!—El jefe y sus hombres desaparecieron repentinamente tras su exclamación.

El dolor me impidió levantarme y correr hacia mis amigos; la caída me hizo llorar de nuevo.

—Qué alivio no estar loco.—Susurré, y con la ayuda de Capricornio, intenté incorporarme—¿Qué ha ocurrido?

—Quizás todos estamos enloqueciendo.—Piscis argumentó.

—Piscis, no es momento de bromas.—Tauro, rodando los ojos, le pidió que dejara las bromas.

—¡Hay un incendio en el bosque!—Libra, con nerviosismo, nos lo recordó—¡Ofiuco ha muerto! ¿Qué hacemos ahora?

De repente, una sombra misteriosa surgió de las llamas. Petrificados, esperamos un nuevo ataque. Pero la sombra se desplazó rápidamente, apareciendo frente a nosotros y dejándonos aún más sorprendidos.

Un pájaro de fuego apareció. Voló a nuestro alrededor antes de posarse en el brazo de Leo. Leo, impertérrito por las llamas, miró al pájaro con confusión, como si estuvieran conversando.

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