💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
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4. DIVORCIO
POV. MARLA
No quería ser la esposa resentida. La que deja de apoyar a su marido solo porque le quitaron su puesto de trabajo.
No.
Para mí, primero estaba mi matrimonio.
No soy una mujer que huya o se esconda, pero la traición de Gerónimo me ha hecho pedazos… Me ha demostrado que no soy tan fuerte como creí.
DESPUÉS DE 20 AÑOS DE MATRIMONIO… TODO SE VINO ABAJO.
"La traición es un golpe brutal."
Te deja sin aire, sin rumbo, sin ganas de seguir… Y lo peor de todo es que sus cicatrices no se ven. No hay moretones ni heridas en la piel, pero por dentro… por dentro hay un alma rota, vagando entre sombras de dolor.
Nadie tuvo que contármelo. No fueron rumores ni suposiciones.
Lo escuché.
Con mis propios oídos.
Escuché su voz jadeante, susurros cargados de deseo mientras se la follaba.
Lo fantástica que era.
Lo increíble que la estaba pasando con esa maldita zorra.
Cada palabra fue un puñal directo al corazón.
Flashback
—Verónica, ¿confirmaste el hotel y la habitación de Gerónimo? —pregunto por décima vez mientras nos acercamos al aeropuerto.
Mi asistente levanta la mirada con timidez.
—Sí, señora. Le envié toda la información a su WhatsApp.
Asiento con un leve movimiento de cabeza.
—Bien. ¿Las reservaciones para la cena de aniversario están listas?
—También están en su teléfono.
—Perfecto… Y recuerda, solo llámame si es una emergencia de vida o muerte —le advierto con una sonrisa traviesa.
"Hulk, voy por ti."
Camino con pasos seguros hasta el mostrador para hacer el check-in de mi vuelo.
—Buenas tardes —saludo con cortesía.
—Buenas tardes, señora. ¿Me regala su pasaje y documento de identidad?
Asiento y se los entrego.
La empleada teclea con rapidez en la computadora, pero su expresión cambia. Frunce el ceño.
—Señora Báez… su reservación fue cancelada hace quince minutos.
El impacto de sus palabras me golpea en el pecho.
—Eso es imposible.
La tensión se agolpa en mi garganta. Aprieto los puños.
Un nudo se forma en mi estómago. Mis oídos comienzan a zumbar. Quiero pensar que es un error, un simple fallo en el sistema… pero el tono firme de la mujer me dice que esto no es un malentendido.
—¿Quién la canceló?
La empleada duda un segundo antes de levantar la vista y mirarme fijamente.
—Fue usted, señora.
Parpadeo, incrédula.
—Eso es ridículo —gruño, negando con la cabeza—. Yo no hice ninguna cancelación, y necesito abordar ese avión.
Mi voz ha subido de tono. Lo noto en la forma en que la mujer baja la mirada, incómoda.
Mis dedos vuelan hasta mi celular. Abro la aplicación de la aerolínea y reviso con rapidez.
Nada.
No hay correos. No hay notificaciones.
"No fui yo. Esto no es un error mío."
Entonces los veo.
Una segunda empleada de la aerolínea avanza hacia mí. No está sola. A su lado, un guardia de seguridad camina con una expresión seria.
—Señora, por favor, mantenga la calma —dice con voz firme—. Acompáñeme. Revisaremos lo sucedido y buscaremos una solución.
Respiro hondo. Me obligo a calmarme.
Asiento con una leve sonrisa, recordando que soy Marla Andrade de Báez, esposa del candidato más popular al parlamento. Esto se puede solucionar.
Al llegar a la oficina, la empleada revisa nuevamente en su sistema y me gira la pantalla.
Doy un bufido de frustración.
—No sé qué pasó… pero necesito viajar hoy. Por favor —suplico—, ayúdeme a conseguir otro vuelo. No importa si es en clase turista… solo necesito llegar.
La mujer asiente y vuelve a teclear.
—Déjeme revisar… Hoy tenemos un flujo grande de viajeros…
Me recargo sobre el escritorio, agotada. Es la primera vez que me sucede algo así.
"Si tan solo tuviera el jet privado… pero Hulk lo tiene. Y necesito llegar de sorpresa."
Las horas pasan. La desesperación me embarga, cada uno de mis planes de aniversario se están yendo al carajo. Golpeo el suelo con la punta del zapato.
Los nervios me están devorando.
Entonces la mujer levanta la vista.
—Señora, le conseguí un boleto en clase turista.
Cierro los ojos, aliviada.
No importa si tenía que viajar en la zona de carga. Lo único que importa es llegar.
Abordo el avión, sintiendo una energía eléctrica en el pecho. Tal vez ansiedad o nervios por volver a ver a mi Hulk... pero hay algo más...
Tal vez un presentimiento... Obviamente quería que todo pasara sin incidentes... pero como lo dije, cada uno de mis planes se fue al demonio.
Llegué en horas de la noche. Gerónimo debe estar en plena medianoche.
"Bueno, ni modo, Marla… Lo importante es que estás aquí."
Me dirijo a la recepción.
—Buenas noches, señorita. Soy Marla Báez…
Pero la mujer no me deja terminar.
—¿Es usted la esposa del señor Gerónimo Báez? Imagino que necesita la llave de su habitación.
Asiento, sorprendida. Pensé que sería más complicado.
—Aquí la tiene, señora Báez.
La recepcionista se gira hacia el botones.
—Manolo, ayúdela con sus maletas.
—No hace falta, traje solo una de mano —respondo.
Como si el día no pudiera ir peor, mis maletas también se perdieron en el aeropuerto. Hoy los espíritus chocarreros están jugando conmigo.
Respiro hondo y tomo el elevador.
Cuando llego al pasillo, algo me extraña: no hay escoltas en la puerta de Gerónimo.
Ignoro la punzada de inquietud y abro con cuidado.
La habitación es de cinco estrellas. Todo está en silencio… hasta que entro al recibidor. Estoy a punto de quitarme el abrigo cuando algo en el suelo llama mi atención.
Ropa.
Su ropa.
Y la de una mujer.
Toda regada en el piso.
El estómago se me revuelve.
Entonces los escucho.
Murmullos.
Jadeos.
Mi piel se eriza. Mi cuerpo se tensa. "No. No puede ser. Debo estar imaginando cosas."
—Mmm, qué rico… Muévete… No te detengas… ¡Eres una diosa!
Un temblor sacude mi cuerpo entero.
"No… no… No puede ser."
—Gero, mi amor… ¿Cuándo le vas a pedir el divorcio a la bruja? —gime la zorra que lo está cabalgando.
Mi corazón deja de latir.
No alcanzo a verle el rostro al maldito perro traidor.
—Mi amor, deja que termine la campaña y lo haré —responde él con voz ronca.
Entonces, la zorra gira y me observa desafiante.
Sonríe con total descaro. Me está sepultando en vida y ella lo sabe.
Esa sonrisa me destruye.
Podría gritar… Podría entrar y arrancarle el cabello a esa maldita perra sarnosa…
Pero… no lo hago.
Un nudo se forma en mi garganta. Las lágrimas nublan mi visión mientras escapan sin control.
Ahogo cada uno de mis sollozos, sintiendo cómo me desgarro por dentro.
No grito.
No suplico.
No me quedo.
Solo me giro.
Y camino buscando alejarme lo más que pueda…
Porque si me quedo un segundo más… los mato.
Mi corazón duele. Mi cuerpo tiembla.
Veinte años de matrimonio…
A la mierda…
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras