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ENTRE PLUMAS Y DESEOS

ENTRE PLUMAS Y DESEOS

Status: En proceso
Genre:Comedia / Amor prohibido / Amor a primera vista / Oficina / Aventura Urbana / Jefe en problemas
Popularitas:932
Nilai: 5
nombre de autor: Cam D. Wilder

¿Qué pasa cuando tu oficina se convierte en un campo de batalla entre risas, deseo y emociones que no puedes ignorar?

Sofía Vidal nunca pensó que un simple trabajo en una revista cambiaría su vida. Pero entre reuniones caóticas, sabotajes inesperados y un jefe que parece sacado de sus fantasías más atrevidas, sus días pronto estarán llenos de sorpresas.

Martín Alcázar es un hombre de reglas. Siempre profesional, siempre en control... hasta que Sofía entra en su mundo con su torpeza encantadora y su mirada desafiante. ¿Qué sucede cuando una chispa se convierte en un incendio que nadie puede apagar?

"Entre Plumas y Deseos" es una comedia romántica llena de tensión sexual, momentos hilarantes y personajes inolvidables. Una historia donde las plumas vuelan, los corazones se tambalean y las pasiones estallan en los momentos menos esperados.

Atrévete a entrar a un mundo donde el humor y el erotismo se mezclan con los giros inesperados del amor.

NovelToon tiene autorización de Cam D. Wilder para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Trabajo Complicado

El sol porteño se deslizaba con una lentitud casi perezosa a través de las ventanas de Estilo Porteño, derramando su luz dorada sobre los escritorios desordenados y reflejándose en las pantallas de los ordenadores. El murmullo constante de la redacción, lleno de teclados apresurados y risas sofocadas, se detuvo momentáneamente cuando Sergio Montenegro apareció con su andar típico: un equilibrio entre el de un maestro de ceremonias y un depredador satisfecho con su próxima presa.

Sofía Vidal lo miró desde el borde de su escritorio, su taza de café equilibrada precariamente en una mano mientras con la otra jugueteaba con un bolígrafo que no había usado en todo el día. En cuanto Sergio abrió la boca con su sonrisa de tiburón, ella supo que no traía nada bueno.

—Quiero una columna sobre las citas modernas. Algo fresco, ingenioso y, sobre todo, auténtico —anunció con la voz melodramática de quien está a punto de cambiar vidas, aunque las vidas que cambien no sean precisamente las suyas. Sus ojos brillaron como los de un niño travieso al continuar—: Y tú, Sofía, trabajarás con Martín en esto.

El bolígrafo resbaló de sus dedos y cayó al suelo con un suave clac. La taza, en cambio, se mantuvo milagrosamente en su lugar, aunque tambaleó lo suficiente como para que Sofía la sujetara con ambas manos, como si de una cuerda salvavidas se tratara.

—¿Con Martín? —Su tono era una mezcla de súplica y horror.

Sergio asintió, encantado con su reacción.

—Exacto. Martín, sé que odias las colaboraciones, pero confío en que Sofía pueda sacar lo mejor de ti.

Del otro lado de la sala, Martín Alcázar, vestido impecablemente como siempre, levantó la mirada de su tablet con la calma calculada de quien se enfrenta a una amenaza conocida. Sus ojos oscuros se clavaron primero en Sergio, luego en Sofía, y finalmente regresaron a Sergio, con una ceja arqueada que parecía decir ¿Por qué me haces esto?.

—Siempre es un placer complacer tus caprichos, Sergio —respondió con una voz tan suave y afilada que podía haber cortado el aire entre ellos.

Sofía, aún aferrada a su café, lo miró, luego a Sergio, y comprendió que estaba atrapada. La chispa de pánico inicial dio paso a su habitual defensa: el sarcasmo.

—Bueno, no puedo esperar para aprender del gran Alcázar. ¿Debería tomar notas en mármol o en papiro?

Sergio, acostumbrado a sus comentarios, solo sonrió como quien observa a un par de ratones enjaulados.

—Quiero autenticidad. Así que, Sofía, propongo que investigues en el campo. Citas reales. Experiencias reales. Martín puede acompañarte como observador.

El café casi se le va por la nariz. Tosió ligeramente, intentando recuperar la compostura.

—¿Citas? ¿En el campo? —repitió, con una mezcla de incredulidad y miedo.

—Claro. Nada mejor para escribir sobre citas modernas que tener citas modernas. —Sergio le guiñó un ojo con esa sonrisa de quien sabe que el caos está garantizado, y salió del lugar dejando tras de sí un silencio incómodo.

Martín, apoyado en el borde de su escritorio, se cruzó de brazos y la miró con una expresión que podía interpretarse como diversión o amenaza, dependiendo de la perspectiva.

—Parece que te espera una semana interesante.

La sombra de una sonrisa bailaba en sus labios, pero sus ojos, brillantes y burlones, no ocultaban el placer que le provocaba la evidente incomodidad de Sofía.

Ella lo fulminó con la mirada, cruzándose de brazos también, como si esa postura pudiera protegerla de lo que estaba por venir.

—¿Interesante? No. Humillante, quizás —bufó, haciendo un esfuerzo por sonar más indignada que aterrorizada.

Martín inclinó ligeramente la cabeza, como un gato que acaba de descubrir una presa particularmente entretenida.

—Supongo que me tocará traer palomitas. Esto promete.

Sofía cerró los ojos y exhaló, sintiendo cómo el peso de la semana por venir ya le apretaba los hombros. No podía decidir qué era peor: las citas reales con desconocidos o la certeza de que Martín estaría allí, observándola con esa mirada suya, siempre crítica, siempre irritante… y, para su desgracia, demasiado atractiva para ignorar.

El café bohemio de Palermo tenía ese aire pretencioso que Sofía siempre había encontrado entre encantador y exasperante. Mesas de madera desgastada, paredes cubiertas de estanterías repletas de libros que nadie parecía leer, y una música de fondo lo suficientemente suave como para invitar a largas conversaciones. Ideal para una cita… o al menos eso había pensado hasta que conoció a Julio.

Frente a ella, Julio gesticulaba con entusiasmo, moviendo las manos como si intentara dibujar el desierto que describía. Su cabello cuidadosamente despeinado y su camisa de lino arrugada le daban un aire de artista incomprendido, aunque Sofía tenía la sospecha de que su "arte" consistía en monólogos interminables.

—Correr descalzo por el desierto es una forma de liberar la mente y reconectar con lo esencial —explicaba, inclinándose hacia ella como si estuviera revelando un gran secreto de la vida.

Sofía forzó una sonrisa mientras daba un sorbo a su café.

—Claro. Yo también conecto mucho con la tierra… cada vez que tropiezo y me caigo.

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Ana Karen Gascon
Hola cómo están
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