Haniel Estrada ha logrado obtener su título oficial de detective de la policía tras los eventos ocurridos en contra de su ahora muerto padre.🕵️♂️
Ahora como el tutor de su hermana adolescente y de la hija del detective Rodríguez, debe dividir su tiempo entre ser "Padre" y su pasión, pero toda felicidad tiene su fin.🙃
Su medio hermano Carlos ha jurado venganza en contra de Haniel y sus protegidas por la muerte de su padre y promete ser el próximo asesino serial y superar a su padre😬
¿Podrá Haniel proteger a sus seres queridos y evitar tantas muertes como las que ocurrieron antes?💀
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SIN REMORDIMIENTOS
Siete días habían pasado desde el caso de la bodega y la herida de bala de Haniel había mejorado notablemente. Aunque todavía sentía un poco de dolor y molestia, estaba en camino de recuperarse por completo.
La familia Estrada se reunió en la cocina y el comedor, disfrutando de un desayuno improvisado. Haniel y Sofía estaban preparando hotcakes en la estufa, mientras el aroma a pancake y azúcar llenaba el aire. Los hotcakes estaban un poco sobre cocidos, pero el olor a comida casera era irresistible.
Jessica estaba en el rincón de la cocina, dándole de comer a Max Junior, el perro que Haniel había adoptado años atrás. Ahora, Max Junior era un adulto, con un pelaje grisáceo y ojos sabios. Jessica le estaba dando trozos de comida para mascotas, y Max Junior los devoraba con entusiasmo.
Haniel observaba la escena con una sonrisa, pero su mente estaba en otro lado. No podía sacudirse la idea de que fue un perro igual a Max Junior quien le había dado la oportunidad de salvarse y terminar con la vida del detective Rodríguez -el padre biológico de Jessica-. La memoria de aquel día todavía estaba fresca en su mente, y la culpa y la responsabilidad pesaban sobre él.
Mientras observaba a Jessica, Haniel se preguntaba si ella sabía la verdad sobre la muerte de su padre. Le habían dicho que había sido en un tiroteo de pandillas, y Haniel sabía que la niña de 7 años había creído esa historia. Pero ahora, con 12 años, Jessica podría empezar a cuestionar la verdad. Haniel se sentía incómodo al pensar en eso, sabiendo que la verdad podría cambiar la percepción que Jessica tenía de él y de su familia.
El entorno de la cocina era cálido y acogedor, con el sonido de la sartén chisporroteando y el murmullo de la conversación entre Sofía y Jessica. El sol entraba por la ventana, iluminando la habitación y creando un ambiente de paz y tranquilidad. Pero para Haniel, la paz era una ilusión, ya que la culpa y la responsabilidad seguían pesando sobre él.
Sofía se acercó a Haniel y le dio un hotcake caliente. "¿Quieres uno?", preguntó, sonriendo.
Haniel asintió, tomando el hotcake y dándole un mordisco. El sabor a azúcar y pancake llenó su boca, y por un momento, se olvidó de sus preocupaciones. Pero solo por un momento. La realidad y la culpa seguían allí, esperando a ser enfrentadas.
Mientras los tres desayunaban, el celular de Haniel sonó, rompiendo el ambiente tranquilo de la cocina. Al ver la pantalla, Haniel vio que era Erick quien llamaba. Contestó la llamada y Erick lo saludó
amablemente.
Roberto se puso de pie, con una sonrisa irónica y desafiante en su rostro, y comenzó a hablar con una voz llena de veneno. "¿Psiquiátrico? ¿Tratamiento? ¡Eso es una mentira! ¡Yo sabía exactamente lo que estaba haciendo, y lo volvería a hacer sin pensarlo dos veces! ¡Nadie determina mis acciones, soy yo quien decide! ¡Y lo que decido es matar, y matar, y matar!"
La sala se quedó en silencio, con todos los ojos fijos en Roberto, mientras él continuaba hablando con una voz cada vez más alta y más agresiva. "¡Ama matar? ¡Eso es poco! ¡Adoro mi accionar! ¡Me hace sentir vivo! ¡Y si no fuera por ese detective Haniel, seguiría cazando, seguiría matando, y nadie podría detenerme!"
Roberto miró a Haniel con una mirada de odio y desafío, y continuó hablando con una voz llena de ironía. "¡Gracias, detective! ¡Gracias por arruinar mi diversión! ¡Pero no creas que has ganado, porque siempre habrá alguien como yo, siempre habrá alguien que seguirá mis pasos!"
La tensión en la sala era palpable, y el juez tuvo que golpear su martillo para restaurar el orden. "¡Silencio! ¡Señor Sánchez, controle su comportamiento! ¡No toleraré más interrupciones en esta corte!" Pero Roberto simplemente se rió, una risa baja y amenazante, y se sentó de nuevo en su silla, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. La sala permaneció en silencio, con todos los presentes conmocionados por la intensidad y la falta de remordimiento de Roberto.
"¿Cómo estás, Haniel? ¿Cómo va la herida?", preguntó Erick, mostrando preocupación por la salud de su amigo.
Haniel se tomó un momento para responder, mientras masticaba un bocado de hotcake. "Estoy bien, Erick. La herida está sanando bien. Gracias por preguntar", dijo, con la boca llena.
Erick se rió ligeramente al otro lado de la línea. "Me alegra saber eso. Saluda a Jessica de mi parte, y especialmente a Sofía", dijo, con un tono ligeramente coqueto en su voz.
Haniel sonrió y miró a Sofía, que estaba sentada al otro lado de la mesa, sonriendo ligeramente. "Claro, se lo diré", respondió Haniel.
Erick se puso serio de repente. "Haniel, quería recordarte que el juicio del hombre de la bodega es hoy a las 10 de la mañana. ¿Estarás allí?"
Haniel se enderezó en su silla, sintiendo un aumento en su nivel de alerta. "Sí, estaré allí. Gracias por recordarme", respondió.
Erick confirmó que él también estaría presente en el juicio. "Estaré allí a tiempo. Nos vemos en la corte", dijo, antes de colgar la llamada.
Haniel se quedó sentado en silencio por un momento, pensando en el juicio que se avecinaba. Miró a sus hermanas y se sintió un poco ansioso por lo que podría suceder. Pero sabía que tenía que estar allí, para hacer justicia y cerrar el caso de una vez por todas.
Después de terminar el desayuno, la familia Estrada se puso manos a la obra para limpiar la cocina. Levantaron los trastes y los lavaron rápidamente, mientras el agua caliente y el jabón hacían su trabajo. Jessica se dirigió a su habitación para ponerse su uniforme escolar y tomar su mochila, lista para enfrentar otro día de clases.
Mientras tanto, Haniel se preparó para su día como detective. Puso su arma en la funda y se colgó su placa identificadora en el cuello, sintiendo el peso de la responsabilidad que conllevaba su trabajo. Sofía, por su parte, tomó su pequeña mochila con su laptop y un par de libretas de la universidad, lista para asistir a sus clases.
Antes de salir de la casa, dejaron comida para Max Junior, el perro que Haniel había adoptado años atrás. Querían asegurarse de que tuviera suficiente alimento para cuando quisiera comer de nuevo.
Justo cuando estaban a punto de salir, llegó el autobús escolar de Jessica. La niña se despidió de sus hermanos con un abrazo y un beso, y Haniel y Sofía le desearon un buen día en la escuela.
Después de despedirse de Jessica, Haniel y Sofía subieron al auto de Haniel. Sofía se sentó en el asiento del pasajero, mientras Haniel se puso al volante. Antes de arrancar el motor, Haniel se volvió hacia Sofía y le preguntó si estaba lista para ir a la universidad. Sofía asintió con la cabeza, y Haniel arrancó el auto, listo para llevar a su hermana a su destino y luego dirigirse al juicio del hombre de la bodega.
Después de un largo recorrido por las calles de la ciudad, el sol comenzaba a brillar con fuerza en el cielo, iluminando los edificios y las calles empedradas. El aire estaba lleno del sonido de los coches y el murmullo de la gente que se dirigía a sus destinos. El aroma a café y pan fresco salía de las cafeterías y panaderías que bordeaban las calles, creando un ambiente acogedor y animado.
A medida que se acercaban a la universidad, Haniel y Sofía pudieron ver los edificios imponentes y modernos que albergaban las aulas y las facultades. La universidad estaba rodeada de jardines bien cuidados y fuentes que creaban un oasis de tranquilidad en medio de la bulliciosa ciudad.
Eran más de las 8 de la mañana cuando llegaron a la universidad. Sofía se despidió de Haniel con un abrazo y un beso en la mejilla. "Nos vemos más tarde, hermano", dijo, mientras se bajaba del coche y se dirigía hacia la entrada de la universidad.
Haniel sonrió y le deseó un buen día en la universidad. "Que tengas un buen día, Sofía. Nos vemos luego", respondió, mientras Sofía se alejaba hacia su clase.
Después de despedirse de su hermana, Haniel prosiguió su camino hacia el tribunal, donde se llevaría a cabo el juicio del hombre de la bodega. El tráfico comenzaba a aumentar, y Haniel tuvo que navegar por las calles congestionadas para llegar a su destino a tiempo. El sol seguía brillando en el cielo, y Haniel se sintió un poco ansioso por el juicio que se avecinaba. Pero estaba decidido a hacer justicia y cerrar el caso de una vez por todas.
Al llegar a la sala del juicio, Haniel se encontró con un ambiente tenso y expectante. La sala estaba llena de gente, con familiares de las víctimas y personas que simplemente querían presenciar la sentencia. El aire estaba cargado de emoción y ansiedad, y el murmullo de las conversaciones era constante.
La sala era grande y solemne, con paredes de madera oscura y una tarima elevada en el frente donde se sentarían los jueces. La luz entraba por las ventanas altas y estrechas, iluminando la sala con una luz suave y difusa. El suelo estaba cubierto de una alfombra oscura que amortiguaba el sonido de los pasos.
En una de las primeras filas, Haniel vio a Erick, que lo esperaba con una expresión seria y concentrada. Erick lo saludó con un gesto de la cabeza, y Haniel le respondió de la misma manera. La presencia de Erick en la sala era un recordatorio de que este juicio era importante, y que Haniel no estaba solo en su búsqueda de justicia.
El sonido de los murmullos y las conversaciones se detuvo abruptamente cuando el juez entró en la sala y tomó asiento en la tarima. La sala se quedó en silencio, expectante, mientras el juez comenzaba a hablar. Haniel se sentó en su asiento, preparado para escuchar la sentencia y ver justicia siendo servida.
El abogado que representaba a las víctimas, el señor García, se puso de pie y comenzó a hablar con voz firme y convincente. "Su Señoría, señores miembros del tribunal, después de una exhaustiva investigación y con las pruebas obtenidas, hemos llegado a la conclusión de que el acusado, el señor Roberto Sánchez, es el presunto autor de los asesinatos de las mujeres que prestaban servicios sexuales en la zona de la ciudad conocida como 'El Barrio Rojo'".
El abogado continuó, "Las pruebas presentadas en este caso, incluyendo la evidencia forense, los testimonios de testigos y la documentación financiera, demuestran claramente la participación del acusado en estos crímenes atroces. La investigación ha revelado que el señor Sánchez utilizó su posición y recursos para seleccionar y asesinar a sus víctimas, aprovechándose de su vulnerabilidad y explotando su situación de desventaja".
El abogado García se refirió a los cargos específicos, "El acusado enfrenta cargos por homicidio calificado, asesinato en serie y explotación sexual, entre otros. La fiscalía argumentará que el señor Sánchez actuó con premeditación y alevosía, y que sus acciones causaron un daño irreparable a las víctimas y sus familias".
El abogado concluyó, "Pedimos que el tribunal considere las pruebas presentadas y declare al acusado culpable de los cargos que se le imputan. La justicia exige que se haga responsable al señor Sánchez por sus acciones y que se le imponga la pena correspondiente". La sala permaneció en silencio, expectante, mientras el juez tomaba nota de las palabras del abogado.
El juez miró hacia la sala y preguntó si el agente encargado de la detención del acusado estaba presente. Haniel asintió con la cabeza y se puso de pie, subiendo al estrado para relatar su versión de los hechos.
"Señor juez, después de investigar varios casos de asesinatos de mujeres que prestaban servicios sexuales, llegué a la conclusión de que era necesario implementar una estrategia para atrapar al culpable", comenzó Haniel. "Decidimos implantar localizadores con una alarma en las mujeres que trabajaban en la zona, de manera que si un hombre sospechoso se acercaba y ellas se sentían en peligro, podían activar la alarma y el localizador se activaría, permitiéndonos localizar su ubicación".
Haniel continuó, "Hablamos con varias de las mujeres que prestaban sus servicios y les explicamos el plan. Les pedimos que si un hombre sospechoso se acercaba y mostraba alguna característica que lo hiciera parecer peligroso, activaran la alarma. Desafortunadamente, hubo otras víctimas antes de que el plan funcionara".
La sala permaneció en silencio, escuchando atentamente el testimonio de Haniel. El juez y los miembros del tribunal tomaron nota de sus palabras, y el abogado del acusado tomó nota para preparar su defensa.
Haniel continuó, "Pero finalmente, gracias a la valentía y la colaboración de una de las mujeres, logramos activar el localizador y localizar al acusado. Fue un trabajo en equipo y una estrategia bien planificada lo que nos permitió detener al señor Sánchez y poner fin a estos crímenes atroces". La sala permaneció en silencio, reflexionando sobre la importancia del trabajo de Haniel y su equipo en la detención del acusado.
El abogado del acusado, el señor Martínez, se puso de pie y comenzó a hablar con una voz suave y persuasiva. "Su Señoría, después de un análisis exhaustivo de la conducta de mi cliente, Roberto Sánchez, por varios especialistas en psiquiatría, hemos llegado a la conclusión de que el acusado no estaba en pleno uso de sus facultades mentales en el momento de los hechos".
El abogado continuó, "Los expertos han determinado que Roberto Sánchez sufre de una condición psiquiátrica que afecta su capacidad para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. Sus acciones fueron el resultado de un estado de alteración mental que lo llevó a actuar fuera de sus sentidos".
El señor Martínez miró al juez con una expresión seria y convincente. "En vista de esto, creemos que el mejor lugar para mi cliente sería un centro psiquiátrico para criminales peligrosos, donde pueda recibir el tratamiento y la atención que necesita. Allí, podrá recibir la ayuda que requiere para entender la gravedad de sus acciones y trabajar para rehabilitarse".
El abogado concluyó, "Pedimos que el tribunal considere esta evidencia y tenga en cuenta la condición psiquiátrica de mi cliente al dictar sentencia. Creemos que la justicia se servirá mejor si Roberto Sánchez recibe el tratamiento que necesita, en lugar de ser condenado a una pena de prisión". La sala permaneció en silencio, mientras el juez y los miembros del tribunal consideraban la argumentación del abogado.
Después de una deliberación exhaustiva, el juez se puso de pie y miró a Roberto con una expresión seria y firme. "Roberto Sánchez, después de considerar todas las pruebas presentadas en este caso, este tribunal lo encuentra culpable de los cargos de homicidio calificado, asesinato en serie y explotación sexual. La sentencia para estos crímenes es la pena de muerte por inyección letal".
La sala se quedó en silencio, con todos los presentes absorbiendo el peso de la sentencia. Roberto, sin embargo, no mostró ninguna emoción, simplemente se encogió de hombros y sonrió ligeramente, como si la sentencia no le importara.
El juez continuó, "La ejecución se llevará a cabo en la fecha y hora que se determine según las leyes y procedimientos de este estado. Se le informará oportunamente sobre los detalles de la ejecución".
La familia de las víctimas y los presentes en la sala comenzaron a murmurar y aplaudir, algunos llorando de emoción y alivio. Haniel, sin embargo, se mantuvo serio y calmado, sabiendo que la justicia había sido servida, pero también consciente de que nada podría devolver la vida a las víctimas y que la sentencia no podría borrar el dolor y el sufrimiento que Roberto había causado.
El juez golpeó su martillo una vez más, y la sala comenzó a vaciarse, con todos los presentes saliendo lentamente, cada uno procesando la sentencia a su manera. Roberto, por su parte, fue escoltado fuera de la sala por los guardias, sin mostrar ninguna emoción, pero con una sonrisa leve en su rostro, como si supiera que su legado de muerte y destrucción permanecería para siempre.