Como hermano del antiguo rey, no había heredado ni siquiera una cualidad mágica. No obstante, su nivel de inteligencia lo llevó a ser asignado como el capitán del escuadrón de espías encargado de recopilar información contra un emperador enemigo. Esperando que aquella misión fuera su retirada, jamás pensó que le terminaría quitando la virginidad a una joven mujer. Así mismo se sorprendió al saber por parte del rey, que habían pedido su mano en matrimonio. Resultando que su futura esposa sería aquella chica de 20 años que desvirgó e hija del emperador enemigo.
“¿Es qué acaso no podré retirarme tranquilo” pensó con pesar.
“Esposo, ¡Me gusta que seas mayor! ¡Quiero ser tuya para siempre!” expresó su prometida.
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CAPÍTULO 4
Viendo como en la mano que tenía en la roca, la cual poseía unas extrañas venas negras marcadas, comenzaba a tornarse aún más negra, la mujer se dio la vuelta con sumo dolor y salió en forma de orbe de la caverna.
Mientras tanto, Elwin se encontraba aún sorprendido por lo sucedido. La confusión que sentía era grande, no podía recordar si aquello había sido un sueño o si de verdad había pasado.
—¿Abril?—intentó llamarla.
Al ver que sus muñecas y manos estaban bien, se tranquilizó un poco, pero el cansancio en el rostro de ella era más que evidente.
Pensando que aquello solo era producido por haberlo cuidado, y viendo que inclusive su ropa estaba seca, decidió moverse un poco para buscar alguna salida.
—Aquí se bifurca—dijo observando el camino con múltiples rutas.
Gracias a los pequeños cristales, podía ver con la claridad suficiente para seguir la corriente que sobresalía en algún momento de los manantiales. Fue así que terminó por encontrar una puerta, la cual poseía una escalinata de piedra que seguía de largo a su lado; sin embargo, lo que más le llamaría la atención sería una extraña inscripciones en la puerta.
—Dichoso los bienaventurados que aún encuentra la salida abierta antes de que los muertos despierten—leyó en voz alta con el ceño fruncido.
Terminando más confundido de lo que ya estaba, duró varios segundos analizando la inscripción. No podía entender cómo, si de verdad aquello era cierto, hubiera una entrada que servía como salida en el sótano donde vivía Abril. Si de verdad aquello era un espacio que servía de ante sala a algo maligno, escondido tras la puerta, entonces algo que hubiera allí adentro quería que Abril tuviera acceso desde otra entrada.
—Bueno, como sea...—dijo en un susurro—con tal de salir de acá, aquello bastará.
—¿Mi príncipe?—Abril preguntó a sus espaldas.
—¡Abril!—respondió acercándose a ella—¿Cómo estás? ¿Recuerda algo antes de quedarte dormida?
—No—negó con la cabeza—aunque cuando desperté me di cuenta de que mis amigos me trajeron el libro que olvidé.
—Pequeña Abril—le dijo señalando el camino al lado de la puerta—¿Has visto alguna vez ese pasadizo?
—No—negó con la cabeza.
—Puede sacarnos de acá—respondió acariciando su cabello—y si es una salida, ya no hay marcha atrás...¿Me quieres acompañar?
—¡Sí!—asintió moviendo la cabeza con alegría—¡No dejaré que otra cenicienta me lo robe! ¡Usted es mío! ¡Yo seré la futura madre de sus doce hijos!
—Eh...—intentó procesar lo que le diría—¡Je,je,je! ¡Vamos!
Sintiéndose un poco incómodo, ya que no supo cómo responderle, tomó su mano y enlazando sus dedos comenzó a caminar con ella. Si bien existían parejas con diferencia de edad en aquel momento, para el que, había jurado solo servir al rey hasta su jubilación y no tener familia, no creería posible el poder formar así fuera algo con aquella chica.
Mientras Abril y Elwin se adentraban cada vez más en el camino que supuestamente era la salida, dando pequeños tambaleos, el orbe negro logró llegar hasta otra zona aislada del palacio, donde un sendero conducía a una extraña cueva, el cual poseía un monumento en piedra casi destrozado y poco reconocible.
—¿Estás segura de poder continuar?—preguntó una voz que emergió del monumento.
—Aun si termino por disolver mi alma—dijo el pequeño orbe entrando en el monumento—tengo fe que él estará hasta el final para apoyarla.
—Espero que todo vaya como quieres—dijo el monumento antes de volver al silencio sepulcral.
Luego de más de dos horas de caminata, tanto Elwin como Abril pudieron encontrar el final del túnel. Como si la vida le estuviera facilitando las cosas, habían salido en una zona que estaba cubierta de vegetación, pero lejos del palacio imperial; sin embargo, aquello lo volvía un poco más complicada, puesto que Elwin no podía ubicarse por completo.
—¿Pasa algo, mi príncipe?—preguntó Abril.
La rojez de sus mejillas, debido al arduo esfuerzo, era más notoria al salir del túnel. Aunque llevaba ropa sucia y andrajosa, aquello no opacaba la belleza ingenua y joven de su salvadora. Carraspeando un poco, de modo que pudiera concentrarse, observó que casi sería de noche.
—Ven, súbete a mi espalda—le señaló—creo que, si encuentro un río cerca, puedo ubicarme mejor.
Abril abrió con emoción sus ojos, los cuales estaban somnolientos por el cansancio. La enorme espalda de Elwin era muy ancha para sus piernecitas; sin embargo, quería subirse, por lo que, saltando como si se tratara de un caballo, intentó subirse, pero terminó dando una voltereta que provocó que cayera de espaldas al otro lado.
—¿Estás bien?—preguntó preocupado.
—Mmmm—intentó hablar mientras contenía su llanto—la espalda de Elwin es muy grande...¡Soy muy chiquita para montarme!
—¡Vamos!—animó mientras la levantaba—un segundo intento.
Con paciencia, debido a que la chica de verdad era de la mitad de estatura de él, por fin vio como Abril pudo montarse a su espalda. Así que pudo continuar caminando antes de que se hiciera muy de noche. Mientras lo hacía, pudo notar que, si bien estaba en mejores condiciones pese a haber vivido tanto tiempo en aquel sótano, se sentía muy ligera. Si lograban llegar, pediría que el cocinero de su sobrino la alimentara personalmente.
—¿Ocurre algo?—preguntó al notar como Abril pellizcaba sus hombros.
—Si Elwin puede con mi peso—hizo un ademán como si estuviera calculando—entonces... ¿Puede cargar a doce bebés juntos?
Aquella pregunta lo tomó por sorpresa, provocando que casi se cayera con una roca. Agradecía que Abril no pudiera ver su rostro, ya que lo sentía caliente, lo más probable es que estuviera rojo. No sabía si era por la falta de vergüenza de la chica o que lo estuviera examinando tan de cerca, pero su corazón latía con fuerza.
—¡Decidido! ¡No serán 12!—resolvió dando pequeñas palmaditas—¡Serán 15 bebés los que me darás!
Elwin se detuvo un momento, cerrando sus ojos con fuerza para intentar calmarse. La imaginación de aquella chica era muy grande, si bien podía entenderlo hasta cierto punto, le hacía sudar un poco el pensar hasta donde podría imaginarse cosas teniéndolo a él cómo el centro de sus fantasías.
jajajajaja jajaja