Bertha

Una semana después de que Bertha saliera del hospital, Marco la llevó al bar Cantú, en ese lugar fue donde se vieron por primera vez.

Buscaron una mesa apartada.

Un mesero les preguntó qué iba a tomar.

Queremos una cubeta de tekate, por favor.

Rato después, ambos personajes tomaban muy alegremente.

Un hombre que iba acompañado de una rubia impresionante se les acercó.

Mira dónde te vengo a encontrar, le dijo el hombre a Bertha.

¡Lucca!, me da gusto verte, ¿es tu novia?, le preguntó mirando a la chica.

Es mi pareja de momento, tenemos una relación abierta, no hay compromisos entre ambos.

Pues se ve que disfrutan mucho la vida, no has cambiado nada, sigues igual de...

¿De qué?, preguntó Marco.

Nada, gusto en verte.

Lucca se fue a sentar con la chica en una mesa muy cerca a ellos.

¿Andabas con esa mujer?, parece como si fuera tu madre.

Gina, deja de criticar a Bertha, ella es tan mujer como la que más.

Uy, ¿estás muy enamorado de ella?, dijo Gina con burla.

Déjate de tonterías. Lo que pasa es que no me gusta que estén criticando a las mujeres delante de mí.

Esta ya no es una mujer, es una momia. Jajaja...

Bertha escuchó y se levantó tengo de la silla.

¿A dónde vas, amor?, le preguntó Marco.

Ahorita regreso, tú nomás observa.

Marco se mantuvo alerta, sabía que Bertha cuando se lo proponía era muy mala.

¿Te gusta mucho burlarte de las personas mayores? Y sin pensarlo dos veces le asestó una cachetada que hasta le dolió la mano.

Gina se sobó el cachete.

Esto es por haberme dicho momia y esta otra por burlarte de las personas si no sabes nada de ellas y la aventó otra cachetada más. Después de eso la pescó de las greñas y empezó a golpearla sin ton ni son.

Entre Marco y Lucca lograron quitársela de encima.

Luca se llevó a Gina de allí.

Y Marco se llevó a Bertha de nuevo a su mesa.

Creo que se te pasó la mano, mi amor, dijo Marco.

Se merecía más, antes di que fui leve. Esas mujeres no tienen respeto por nadie y a mí nadie me va a insultar.

Está bien, mi amor, cálmate, tómate tu copita.

Al poco rato el incidente había sido olvidado y Marco y Bertha estaban bailando alegremente.

Mientras que en otra parte, Gina estaba muy enojada peleándose con Lucca.

Ya cálmate, tú tuviste la culpa por andarte burlando de ella.

Maldita mujer, pero le voy a poner una demanda, vas a ver.

Deja las cosas así, hombre, ¿para qué te peleas?, es una señora mayor.

¿Y porque es una señora mayor tengo que aguantar sus majaderías y sus golpes?

Por favor, hace apenas una semana que salió del hospital, déjala en paz.

¿Y estos golpes qué?, no son gratis. Al menos le voy a sacar una lana por esto.

Bueno, si lo haces hazlo tú sola y a mí no me metas para nada, ni siquiera menciones mi nombre.

Eres un poco hombre, lárgate de aquí, cobarde.

Queda claro que no quiero volver a verte en mi vida, adiós. Lucca la dejó rumiando su coraje. No tuvo tiempo de conocer bien a Bertha y ya hasta la había golpeado.

Estúpida mujer, pero va a ver no se va a quedar así tan tranquila.

Al día siguiente, Bertha recibió un citatorio.

Marco lo recibió y se lo dio.

¿Qué es esto?, preguntó.

Mi amor, es una demanda que te puso la tal... ¿Gina?

Qué curioso, ni siquiera sabía su nombre.

Pues te puso una demanda y no nos queda más remedio que ir.

Pero, ¿qué va a alegar esta mujer?, ella me faltó al respeto, ¿qué quiere que yo haga, que me deje pisotear por cuanta mujer se le dé la gana?

Yo sé, mi amor, no estuvo bien, pero no le hubieras hecho nada. Ahora hay que aceptar lo que venga yo te apoyaré en todo momento.

Gracias Marco. Yo sé que lo voy a necesitar bastante. ¿Qué fecha tiene ese citatorio?

En dos días.

Pues ni hablar, si no hay otro remedio tendremos que ir.

.

.

Marco regresó a su trabajo.

Marco, ¿por qué no me has hablado?, preguntó Gisela cuando lo vio llegar.

Perdóname, mi amor, es que Bertha estaba muy mal y tuve que llevarla al hospital y después fuimos a festejar no he tenido tiempo, de verdad lo siento.

Está bien, no te preocupes. Yo entiendo que tu prioridad es ella porque vives ahí, pero yo no tengo por qué esperarte yo soy una persona libre.

Por favor, mi amor, no me digas eso yo te amo demasiado, pero tengo que cuidar a Bertha.

Yo te entiendo, mi amor. Y que conste que fuiste tú el que me buscó. Lo siento, pero será mejor que terminemos; arregla bien tus cosas con Bertha y luego hablamos tú y yo.

Gisela lo dejó hablando solo y se fue no podía soportar que Marco solamente la usara para aliviar sus penas de amores.

Ella no sería el juguete de nadie tenía su dignidad y eso era muy importante para ella.

Al día siguiente Gisela renunció al trabajo y se fue.

Por más que Marco le preguntó a Belén, por qué se había ido Gisela, esta no le dijo nada.

Marco, estos datos son confidenciales no te puedo decir nada.

Gisela decidió renunciar y es lo único que cuenta.

Marco no podía buscar a Gisela porque tenía que ir al citatorio de Bertha.

Pero estaba decidido a buscarla en cuanto arreglara ese problema.

"¿A dónde te fuiste, mi amor?, no puedes hacerme esto", Marco estaba muy triste.

En cuanto llegó a su casa, Bertha lo notó.

Estás muy serio, ¿qué te pasa?

Pues fíjate que Gisela renunció al trabajo.

¿Y eso?

No lo sé, ni siquiera se despidió de mí.

No te preocupes, sus razones habrá tenido.

Marco se quedó pensativo. Sí, tal vez tuvo una razón de peso, dijo.

Y luego, añadió, no se te olvide que mañana vamos a ir al juzgado.

Claro que no se me olvida.

En realidad, Bertha estaba preocupada por lo que pudiera pasar en el juzgado, tal vez sí se pasó, pero estaba consciente de que nadie iba a humillarla y menos estando ella presente.

Así que al día siguiente Marco y Bertha estaban puntuales en el juzgado.

Cinco minutos después, llegó Gina, llevaba un gran moretón en uno de los ojos.

Al verla, Bertha casi soltó una exclamación.

!Ah!