Renacer Entre Telas

El silencio en el pasillo se volvió ensordecedor. Víctor y Montenegro estaba frente a Camila y Leonardo, con miradas que revelaba más de lo que ellos esperaban. Habían dejado a los guardias retirarse, pero no por amabilidad, sino porque lo que estaba a punto de decir requería absoluta privacidad.

—Camila… —repitió con una sonrisa calculada—. O debería llamarte… mi obra maestra.

El corazón de Camila se detuvo por un instante. ¿Qué quería decir con eso?

—¿De qué estás hablando, Víctor? —preguntó Leonardo, dando un paso adelante, aunque su voz cargaba una mezcla de incredulidad y furia.

Víctor soltó una breve carcajada, oscura y burlona.

—Oh, Leonardo, siempre tan protector, pero tan ingenuo. ¿De verdad crees que todo esto fue una coincidencia? ¿Que Isabela simplemente "regresó" después de aquel accidente? No. Yo lo hice posible.

Camila sintió que sus piernas flaqueaban. Su mente giraba tratando de asimilar las palabras de Víctor.

—¿Tú…? —murmuró con la voz entrecortada.

—Sí, Camila —continuó Víctor, acercándose con pasos lentos y seguros—. Todo esto fue parte de mi plan. La antigua Camila la Ceo imponente , implacable… era un obstáculo, una mujer difícil de controlar, con demasiados principios. Intenté llevarla hacia mi lado, pero siempre encontraba una forma de resistirse.

Leonardo apretó los puños.

—¿Qué le hiciste?

—No fue necesario ensuciarme las manos directamente —respondió Víctor con frialdad—. La vida se encargó de apartarla del camino. Pero no podía permitir que su legado continuara interfiriendo en mis planes. Así que, cuando tuve la oportunidad, tomé una decisión: sustituir su alma en otro cuerpo y vaya que funcionó jajaajaj sonrio de una forma macabra.

Camila retrocedió un paso, sintiendo que la revelación la golpeaba como una ola fría.

—¿Me… elegiste a mí? ¿Por qué?

Víctor la miró con satisfacción, como un artista admirando su obra.

—Porque eras perfecta. Una mente brillante atrapada en un cuerpo que no tenía poder, sin familia que te extrañara. Y qué mejor lugar para ubicarte que en la vida del hombre que siempre ha sido tu mayor rival: Leonardo del Valle.

Leonardo lo miró con furia.

—¿Esto fue un juego para ti? ¿Reemplazaste a Isabela por Camila solo para destruirme desde dentro?

Víctor asintió, su sonrisa nunca desapareciendo.

—Exactamente. Sabía que no prestabas atención a tu esposa. Era una figura decorativa para ti, alguien que no influía en tus decisiones ni en tu empresa. Pensé que sería fácil infiltrarme en tu mundo a través de ella. Pero… debo admitir que subestimé a la gran Camila Villagrán.

Camila sintió que la ira comenzaba a arder en su interior.

—¿Subestimarme?

—Sí. Esperaba que, al renacer, fueras más manipulable. Pero resultaste ser igual de terca y difícil de controlar. Y ahora aquí estás, intentando derribarme.

Leonardo se colocó al lado de Camila, enfrentando a Víctor.

—Te equivocaste, Victor. No puedes controlar a Camila, ni a mí. Y esta vez, serás tú quien caiga.

Víctor dio un paso atrás, aún confiado.

—Veremos quién cae primero, Leonardo. Porque ahora que sabes la verdad, debes comprender algo: yo siempre estoy un paso adelante.

Camila apretó los dientes.

—No eres invencible Víctor, Camila me dijo la verdad de quién era antes de ocupar el cuerpo de mi esposa Isabela. Esta vez, tienes algo que no habías tenido antes: a dos personas que no se detendrán hasta verte caer.

Víctor los observó en silencio por un momento, y luego sonrió con una frialdad que helaba la sangre.

—Disfruten de esta pequeña victoria… mientras puedan. Pero recuerden, este no es el final.

Dicho esto, Victor y Montenegro se dieron la vuelta y se alejaron, dejándolos solos en el pasillo.

Leonardo y Camila salieron rápidamente del edificio de Nexus. Sus corazones latían con fuerza, pero ambos sabían que no podían detenerse. Había mucho en juego, y cada minuto contaba.

Cuando llegaron al café donde Santiago y Daniel los esperaban, las caras de ambos reflejaban la preocupación.

—¿Qué pasó? —preguntó Santiago, poniéndose de pie al verlos entrar.

Camila se dejó caer en una silla, todavía procesando lo que había escuchado.

—Víctor… lo sabe todo. No solo eso… él me hizo lo que soy ahora. Planeó mi renacimiento.

Santiago y Daniel intercambiaron una mirada incrédula.

—¿Qué? —preguntó Daniel, acercándose—. ¿Cómo es eso posible?

Leonardo tomó asiento junto a Camila, colocando una mano firme sobre la suya.

—Víctor utilizó algún tipo de tecnología o cosas de ocultismo para trasladar mi alma y conciencia al cuerpo de Isabela. Y lo hizo para infiltrarse en mi vida y en la empresa de Leonardo.

Santiago respiró hondo.

— Te lo dije en un inicio Camila y eso aún me parece monstruoso.

—Lo es —dijo Camila, levantando la mirada con determinación—. Pero ahora que lo sabemos, podemos usarlo en su contra.

Daniel abrió su laptop, conectado al dispositivo que contenía la información extraída.

—Si lo que está aquí nos ayuda a exponerlo, será nuestro primer paso para derribarlo.

Leonardo asintió.

—Y después, nos aseguraremos de que Víctor pague por todo.

Camila apretó la mano de Leonardo, sintiendo que, a pesar de la oscuridad que los rodeaba, no estaba sola.

La batalla apenas comenzaba, pero esta vez, estaban preparados para enfrentarlo juntos.