Camila es obligada a casarse en lugar de su hermanastra, con un hombre que se encuentra en estado de coma. Acepta con el único fin de poder cubrir los costos médicos del tratamiento de su abuelo materno.
Pero...¿Qué pasará con ella y el contrato cuando su esposo despierte?
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Yo quiero que mejores
Luego de una reparadora noche de sueño, tras haber descansado muy bien, luego de la charla que había mantenido la noche anterior con Jackson, Camila despertó llena de energía dispuesta a intentar hacer algo por su esposo. Así que sin ningún tipo de demoras, luego de asearse, vestirse y desayunar, tomó el libro que había comenzado a leer la noche anterior donde hablaba de diferentes tipos de masajes que servían para estimular las extremidades de personas que habían perdido su movilidad. Se sentó en el amplio sofá de la sala, sabía que se encontraba sola en la inmensa mansión, su suegra y Andrew habían salido de viaje, y los empleados solo aparecían si alguien los llamaba. Comenzó a ojear el libro, pasó allí sentada largo rato, pero cuando se dio cuenta de que no lograba concentrarse en la lectura, dejó el libro de lado, llevó sus codos a las rodillas tomando luego su cabeza entre las manos con frustración.
-Bueno, parece que no te estás tomando tu papel de esposa en serio- la voz de Adrián la sorprendió haciéndole levantar la cabeza-¿Sabes que puedo divorciarme de ti?- agregó ganándose una mirada extraña de parte de la muchacha- Creí que habías dicho que estarías conmigo en la salud y la enfermedad- continuó él mientras ella pensaba quien le habría dicho acerca de eso- ¿Mentiste?
-¡No, claro que no!- exclamó ella- yo quiero que mejores- agregó.
-¿Y por qué lo querrías?- indagó él con inquietud- Cuánto más rápido muera, más rápido serás libre.
-Adrián- dijo la joven algo exasperada- no le desearía la muerte ni a mi peor enemigo, sin mencionar que...- ella decidió hacer silencio.
-¿Sin mencionar qué, Camila?- preguntó él.
-Sin mencionar que tú eres mi esposo, y quiero que tengas una larga y saludable vida- respondió ella con tranquilidad. El silencio se hizo presente entre ellos, ninguno de los dos dijo nada más, él no se movió de su lugar y ella agachó la mirada. Luego de un silencio absoluto entre ambos, la muchacha se levantó de su lugar, se acercó a Adrián quien se hallaba sentado en su silla de ruedas, mientras él observaba cada uno de sus movimientos atentamente sin entender que era lo que ella se proponía.
Cuando al fin estuvo frente a él, Camila se arrodilló.
-¿Qué estás haciendo?- le preguntó él mientras ella llevaba sus manos a las piernas del hombre.
-Practico lo que aprendí- le respondió ella mientras comenzaba a hacer los masajes de rehabilitación que había estado aprendido de los libros que llevaba semanas leyendo. La muchacha comenzó por sus pantorrillas, para luego ir subiendo lentamente, haciendo que sin saberlo ella Adrián se estremeciera en su interior por causa de aquellos movimientos.
- Por favor- le dijo él-Ten cuidado donde pones tus manos ¿si?- agregó disimulando un suspiro de satisfacción.
- No te preocupes- dijo ella- No estoy usando mucha fuerza- él la miró de soslayo y dio un respingo al sentir sus manos demasiado cerca de ciertos lugares peligrosos.
-Perdón, ¿te dolió?-le preguntó la muchacha obteniendo como respuesta un carraspeo de parte de él.
-Sin duda eres buena, Camila- dijo él.
-¿En serio? ¿Sentiste algo?- preguntó ella con clara alegría en su voz, mientras comenzaba nuevamente con el masaje y Adrián la observaba, ladeando su boca.
-¡Oh, sí! Sentí algo- respondió él alzando una ceja.
Adrián la observaba con detenimiento, era...no era bonita, era preciosa, su cabello de color rojo la hacía ver como una diosa inalcanzable. Por un impulso él acercó su mano al rostro de la muchacha, le tomó el mentón haciendo que sus miradas se encontraran, ella lo observó con intriga, con su dedo pulgar Adrián le acarició el labio inferior, mientras su corazón comenzaba a acelerarse dentro de su pecho, Camila se sorprendió ante la acción del hombre, sintió sus mejillas calentarse y su corazón latir más rápido, alejó su rostro de la mano de Adrián y se alejó confundida, para luego ponerse de pie y salir casi corriendo del lugar.
La muchacha se metió a su habitación, luego en el baño y una vez allí, abrió el grifo para poder mojar su rostro y su cuello, mirándose al espejo se dio un par de golpes suaves en las mejillas.
-No pienses perversión, Camila- le dijo a su reflejo, resoplando nerviosa.
Mientras tanto Adrián, había quedado solo en la sala estaba perdido en sus pensamientos, preguntándose la razón de haber actuado de aquella manera, se vio interrumpido por la presencia de Jackson.
-Adrián, tengo los documentos- le dijo entregándole un sobre, el cual contenía todos los detalles de la investigación que había enviado a hacer sobre su esposa.
El hombre sacó las hojas y comenzó a leer, a medida que terminaba una hoja, se la iba pasando a su amigo para que él hiciera lo mismo. Ambos se compartían todo.
-¿Así que es la hija ilegítima de la familia Mitchel?- dijo Adrián mientras leía.
-Su padre es un zorro astuto- acotó Jackson- no quería que Flora se casara y creo una doble.
-Él pensó que yo no despertaría- agregó Adrián- Lástima, ahora pagará por eso.
El hombre le pidió a su amigo que se acercara y comenzó a contarle al oído cuáles eran sus planes luego de hacer aquel descubrimiento.
-¡Me parece perfecto!- le dijo Jackson y luego ambos hombres se dirigieron al despacho de la mansión, a preparar todos los detalles para el regreso del empresario a su lugar de trabajo, que hasta el momento había sido dirigido por Andrew y el mismo Jackson.
Camila por su parte no volvió a salir de la habitación, se sentía apenada, no más bien avergonzada, se tiró en la cama y tomando uno de los libros continuó con su lectura, ella verdaderamente quería ayudar en la recuperación de su esposo, aunque dudaba que pudiera debido a que luego de que ella saliera casi huyendo de la sala, producto de todas las sensaciones que el solo tacto del hombre le produjo, era muy probable que él ya no le permitiera ayudarle, pero ella intentaría convencerlo para que aceptara su ayuda nuevamente.
Al día siguiente, no vio a Adrián, supo que había ido a la oficina y nada más, así que luego de desayunar, salió al jardín de la casa, se sentó en la hamaca y se dispuso a leer nuevamente.
FELICIDADES. ASTA LA PROXIMA.