**Sinopsis**
En un mundo donde la biología define roles y los instintos son incontrolables, dos hombres de mundos opuestos se ven atrapados en una ardiente atracción. Leon, un alfa dominante y poderoso empresario, ha rechazado el amor… hasta que Oliver, un omega dulce y sensible, entra en su vida como asistente. Lo que comienza como un deseo prohibido pronto se convierte en una intensa relación marcada por celos y secretos. Cuando verdades devastadoras amenazan con separarlos, deberán enfrentarse a su pasado y decidir si su amor es lo suficientemente fuerte para desafiar las estructuras que los mantienen apartados. ¿Están dispuestos a arriesgarlo todo por un futuro juntos?
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Capítulo 24: Construyendo Puentes
A medida que el sol se alzaba sobre el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa, Oliver despertó con una renovada sensación de esperanza. El suave murmullo de la brisa y el canto de las aves le recordaron que un nuevo día estaba lleno de posibilidades. Se giró hacia el lado donde Leon había dormido, pero la almohada estaba vacía. Una ligera preocupación se deslizó por su mente, pero fue rápidamente ahogada por la emoción de saber que pasaría el fin de semana en la naturaleza con el hombre que amaba.
Se levantó de la cama y se vistió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y entusiasmo burbujear en su interior. ¿Estaba realmente listo para enfrentar los fantasmas del pasado? La idea de irse a la montaña le parecía una locura, pero también una oportunidad de renacer juntos.
Cuando salió al jardín, se encontró con Leon haciéndose cargo de los preparativos del viaje. Estaba levantando una tienda de camping con una eficiencia que Oliver encontraba admirable. Su rostro estaba concentrado, pero al mismo tiempo, había un rayo de felicidad que iluminaba su expresión.
—¡Buenos días! —saludó Oliver, sintiéndose un poco nervioso pero reforzado por la cercanía de Leon.
—¡Buenos días, campeón! —respondió Leon, girándose para darle un cálido abrazo. —Espero que estés listo para una pequeña aventura.
Oliver sonrió. —Listo y emocionado. Pero no puedo evitar sentir un poco de miedo.
—Es normal sentir miedo ante lo desconocido —dijo Leon, sus ojos profundos reflejando empatía—. Pero recuerda que no estamos solos. Esta experiencia es tanto para sanar las heridas del pasado como para construir un futuro. Así que respira profundo y confiemos en el proceso.
Ambos comenzaron a organizar el equipo destinado al viaje. Sus manos se encontraban a menudo, y cada pequeño roce enviaba una corriente cálida entre ellos, un recordatorio de su intimidad renovada.
Mientras colocaban las cosas en el maletero del coche, Oliver se detuvo por un momento, recogiendo el coraje para compartir algo que lo había atormentado. —Leon... ¿alguna vez temiste no poder superar lo que has vivido antes?
La pregunta flotó en el aire, y Leon se giró para mirarlo. El destello de la tarde iluminaba su cara, y después de considerar la pregunta, él asintió lentamente. —Sí, a menudo. Los fantasmas del pasado pueden ser abrumadores. A veces, me siento atrapado entre lo que fui y lo que quiero ser. Pero sé que enfrentarlos es la única forma de liberarme.
Oliver sintió un nudo en su estómago. Su propia lucha era similar, marcada por recuerdos que no siempre eran agradables. —Yo también. Desde mi infancia, siempre he tenido miedo de no ser suficiente, de decepcionarte... de decepcionarme a mí mismo.
Leon se acercó y lo tomó de la mano. —No tienes que ser perfecto. Te amo por lo que eres, con todas tus imperfecciones. No lo olvides. Juntos construiremos un puente hacia el futuro.
Oliver sintió que su clima interno cambiaba, igual que las estaciones. La calidez que emanaba de Leon lo envolvió como un abrigo, y con un suspiro, se sintió un poco más ligero.
Unos activos minutos después, ambos se acomodaron en el coche, el trayecto hacia la montaña preparado para ser un viaje compartido. Mientras el motor rugía y las ruedas giraban sobre el asfalto, Oliver observó el paisaje transformarse gradualmente. Los edificios se alejaban, dando paso a los bosques y colinas, una mirada más profunda a la belleza natural del mundo.
—Me encanta la manera en que aquí todo parece conectarse —comentó Leon mientras les daban la bienvenida las sombras de los árboles—. Es un recordatorio de que todos estamos entrelazados, no solo en nuestro dolor, sino también en nuestra red de amor.
Oliver sonrió, sintiendo que esas palabras resonaban en su corazón. —Tienes razón. Tal vez este viaje es una forma de conectarnos con nosotros mismos y con el mundo.
El camino finalmente los llevó a la base de la montaña. Mientras estacionaban, el aire se llenó con el aroma fresco de pinos y tierra, y la melodía del viento parecía cantarle a sus almas.
Al salir del coche, un viento ligero acarició sus rostros y Oliver sintió la energía del lugar moverse a su alrededor. Juntos, comenzaron a caminar por un sendero que se adentraba en el bosque. Las hojas crujían bajo sus pies como antiguos secretos revelándose.
—Aquí es donde debemos hablar, —dijo Leon, rompiendo el silencio, congregando el aire de la montaña con su voz—. Quiero que sepas que siento que este viaje es más que solo acampar. Es una oportunidad para abrir nuestras almas, compartir nuestros miedos y encontrar la manera de sanar.
Oliver asintió, sus piernas sintiéndose más fuertes con cada paso. —Me parece bien. Quiero que conozcas las partes de mí que he guardado escondidas por tanto tiempo. A veces, creo que mi pasado es un peso que no puedo soltar.
Leon se detuvo y miró a Oliver a los ojos, su expresión era de pura sinceridad. —Es importante desafiar esos fantasmas. A veces, el miedo puede tomar mucho espacio en nuestras vidas. Pero hoy, vamos a conquistar eso juntos.
Después de un breve silencio, Oliver se armó de valor y comenzó a hablar. —Perdí a mi padre cuando era joven. Me dejé llevar por el dolor, y ese vacío me ha acompañado durante años. El tenerlo ausente me ha hecho sentir que nunca podré ser lo que él quería, ni lo que merezco. Espero que entiendas que por eso a veces me vuelvo distante.
El rostro de Leon se tornó serio. —Siento mucho que hayas tenido que atravesar esto solo —dijo en un tono suave—. Ese dolor es parte de ti, pero no define quién eres. Te define cómo decides enfrentarlo.
Oliver sintió que las lágrimas amenazaban con brotar en sus ojos. —Siempre he creído que debía soportarlo todo solo. Pero contigo, siento la posibilidad de soltar ese peso.
Leon sonrió, un rayo de luz brillando en sus ojos. —Nunca más estarás solo. Lo que estás haciendo aquí es valiente. Hablar de nuestras heridas es el primer paso para sanarlas.
Continuaron su caminata, ahora más conectados que nunca. Cada paso que daban acercaba más sus corazones, y las conversaciones se tornaban más profundas a medida que desnudaban sus vulnerabilidades. Compartieron historias de traumas pasados, inseguridades ocultas y momentos que habían dado forma a quienes eran.
—Una vez, en un acto de desesperación, rompí con mi mejor amigo por un malentendido —dijo Oliver, su voz entrecortada—. A menudo sigo pensando en lo que podría haber sido si hubiera sido más paciente.
—Esas son las cicatrices que llevamos, Oliver. Pero ésas también nos enseñan. Solo porque lastimamos a otros, no significa que estemos condenados —contestó Leon, apretándole la mano con cariño.
Finalmente, llegaron a un claro en el sendero, donde los rayos del sol se filtraban entre los árboles, creando manchas de luz que danzaban en el suelo. Allí, decidieron establecer su campamento. Mientras comenzaban a armar la tienda, la energía entre ellos había cambiado; era palpable, casi una vibración en el aire.
Ellos trabajaron juntos, compartiendo risas y momentos de descubrimiento. Los demonios del pasado estaban presentes, pero en lugar de atar sus manos, ahora se transformaban en lecciones, en catapultas hacia su futuro.
Cuando la tienda estuvo lista y la fogata encendida, se sentaron juntos en torno a las llamas. Las estrellas comenzaron a asomarse en el cielo, y Oliver sintió que la belleza del universo lo rodeaba.
—Este momento es perfecto —dijo Leon, mirando a las llamas danzantes—. Las heridas pueden ser profundas, pero también hay belleza en la cicatrización. Y juntos, estamos construyendo puentes.
—Te agradezco por esto —respondió Oliver, el brillo en sus ojos oscurecido por la intensidad de sus emociones—. Nunca pensé que hablar de mis demonios me ayudaría a encontrar la paz.
Leon sonrió, su aliento cambiado por la cercanía. —Nunca dejes de hablar. Juntos somos más fuertes, y siempre estoy aquí para escucharte.
Mientras el crepitar del fuego llenaba el aire, Oliver supo que había encontrado un verdadero compañero en Leon. Cada palabra compartida era un ladrillo, cada risa era el mortero que construía su puente hacia un futuro donde las cicatrices no significarían debilidad, sino una fortaleza que solo se podía construir a partir de la verdad.
Esa noche, mientras las estrellas centelleaban sobre ellos como oportunos recordatorios de su amor, Oliver entendió que el verdadero viaje apenas comenzaba. Los puentes que estaban construyendo no solo los acercarían entre sí, sino que también les permitirían enfrentar cualquier tormenta que se avecinara en su camino. Con corazones abiertos, se abrazaron, dejando que el fuego compartido los envolviera en una nueva luz de esperanza.