Quédate Conmigo

Morgana intento guardar la compostura pero no pudo, cada minuto que el reloj marcaba la hora se sentía impotente sin poder saber que hacer. Edgar se mantenía alejado de ella, con una mirada seria y ladrando órdenes a las personas que iban y venían de la casa.

Ronald no había dejado ni una carta, ni un mensaje que pudiera decir donde se encontraban, incluso se llevó todo rastro del niño, fotos, ropa hasta los retratos familiares que ambos habían conservado.

No había obsolutamente nada.

El sol oscureció y la gente a su alrededor permaneció en silencio, sin decir una palabra, Edgar solo le entrego un plato de comida y se separo de ella. Su alejamiento solo aumentaba el dolor de la chica que se culpaba a sí misma no poder ser suficiente madre para Jacob, por no protegerlo del hombre que quizá ahora mismo estuviera haciéndole daño.

Cuando estaba a punto de levantarse y correr a las escaleras, Margarita, la madre de Ronald entró hecha una furia, su esposo, que era el más calmado de los dos, intento detenerla.

La mujer, corrió enseguida y le estampó una cachetada a Morgana perdiendo la estabilidad.

—Eso te mereces por ser una cualquiera, por hacer que mi hijo tuviera que huir con Jacob y nos hicieras la vida miserable. Ya sabía yo que eras demasiada mujer para mí Rony.

—¿¡Que le pasa, señora¡?—Edgar se entrepuso entre las dos—No voy a permitir...

—Ah y aquí tienes a tu amante, si ya sabia yo que no eras una buena mujer, ojalá y mi hijo se lleve al niño al fin del mundo y nunca lo puedas encontrar.

Morgana no tenía palabras para aquella mujer, siempre la había respetado incluso había permitido que la rebajará en cualquier momento que paso casada con Ronald.

—Vaya, hasta que conozco por fin un especie... exuberante.

—¿Quienes es usted?

—La verdadera abuela del niño que su hijo secuestro, lo cual la deja como principal sospechosa, así que si nos disculpa...

—¿De que habla esa mujer, Morgana?

—Señora, ella es mi madre, Margaret Smith y si, lo que ella dijo a verdad, así que señora podrá acompañar a mis...

—¡Yo no voy a acompañar a nadie!

Entonces después de un forcejeo interminable, el señor Holand camino hacia Morgana, su rostro arrepentido demostraba que había había que no estaba diciendo. El era uno más de la estadística de los hombres que sí sufrían violencia doméstica por una mujer.

—Morgana, sé donde está Ronald, pero te pido, que ayudes a mi hijo, sé lo que sucedió, sé que el es Gay, solo... ayudalo a salir de ese dolor que lo embraga. —Él hombre trago saliva y posó sus rodillas en el piso, las lágrimas se hicieron paso en sus ojos, Margarita solo lo miraba con ojos de odio—Él perdió a su amor el día que dispararon a Jacob. Yo descubrí todo y puse a prueba al hombre para ver si realmente era un juego de mi hijo ó si realmente lo amaba. Pero nos equivocamos, no quiero que los errores se vuelvan a repetir.

—¡Eres un idiota, Holand! Traicionaste a tu hijo por esa zorra.

—¡NO!, no traicione a nuestro hijo, lo hice por él.

—Creo que debemos hablar con calma—Callo Margaret— Señor, hable, diga donde se encuentra Ronald.

—En la casa de campo de New Hampshire. Acaban de llegar allá y nos pidieron que no habláramos pero no puedo, no puedo hacerle eso al hijo de otra persona.

Edgar miro a su empleado y asintio para despegar elementos en ese lugar, Morgana miro el gesto y se giro a mirar al hombre.

—Ni se te ocurra mandar a alguien más, quiero ir yo a buscar a mi bebé.

—Pero Morgana y el embarazo.

—Ni tu ni nadie me impedirán ir a ver a mi bebé—Sé giro y se dirigio directamente a Eider que miraba la escena asustada — Eider prepara la avioneta, nos vamos.

—¿Al menos deberíamos comentarle al doctor?

—No hay tiempo, temo que la loca de Margarita le diga algo a Ronald.

—No te preocupes, llegaremos a tiempo, cuida a mi Byron por favor.

Morgana ni siquiera le hizo caso, su nerviosismo era intenso, Margarita y Holand se unieron a la sala y permanecieron ahí hasta que ambos chicos estuvieron listos para salir. El pequeño vientre de Morgana sobresalía de sus pantalones negros y la blusa de mangas.

—¡Estas embarazada! Dime por favor que es de Ronald. —Margarita se veía desesperada —Dime por favor que Ronald te ama, Morgana. Dime que no es Gay.

—Lo siento, señora tanto Jacob como el bebé que estoy esperando es de Edgar y lamento tener que mentirles de esta manera toda la vida, pero ustedes y mis padres no me dejaron otra opción. Ronald y yo jamas nos amamos y jamas lo haremos.

—Pero pueden intentarlo, como ahora lo han hecho. —La mujer se levantó y la tomo sobre las manos— Sé podrán cuidar al bebé como suyo, ambos bebés, solo no dejes que mi hijo se pierda en esa vida de pecado.

—No señora, Ronald y yo merecemos ser felices.