Cómo Ligarte Sin Querer A Un Millonario

Lo verdaderamente difícil vino a la hora de dormir, Destiny entró a la tienda quedándose de rodillas para colocarse su pijama. Encendió la linterna permitiendo que la sombra de sus movimientos se marcara en la carpa, dándole un espectáculo inconsciente a James de sus acciones.

Por respeto, él le dio la espalda en un ávido y acertado intento por mantener su cordura. Solo rogaba al cielo que esa noche Destiny hubiese escogido un atuendo decente.

—Terminé, es tu turno —indicó, quitando el seguro para intercambiar lugares.

—¿Puedo saber qué clase de campamentos frecuentabas? —preguntó James con una mueca inquisidora.

—Pues ninguno muy formal, nunca me destaqué tanto en la escuela como para ir a un campamento con los intelectuales.

—Lo entiendo, pero estás casi en ropa interior mujer, ponte esto —vociferó.

Antes de adentrarse en la cueva convertido en una bestia, James le arrojó una camiseta. Destiny revisó por segunda vez su atuendo, pasó mucho tiempo meditando sobre qué usar esa noche. La ropa pesada le impedía conciliar el sueño, su camisola de tirantes era linda y cómoda. Pero por supuesto que al idiota de James Miller le ofendería una lencería bonita en una mujer que él consideraba ordinaria.

Rezongando se colocó la camiseta y el maleficio de la culpabilidad se cernió sobre ella. ¿Qué necesidad había de dormir usando ropa de un hombre que no era su prometido? Ninguna. Pero estaba ahí esperando meterse bajo la misma sábana de un atractivo seductor.

Intentaba que la conversación que tuvo con Megan esa tarde no sugestionara su corazón, sin embargo lo hacía. Las distintas etapas del humor de James comenzaban a confundirla. Mientras bailaban percibió en él una mirada distinta, como si le hubiese parecido atractiva por una fracción de segundos. Pero ahora estaba ahí, gritándole de nuevo.

James dio un largo suspiro inspeccionando el esmero de su entorno, era el lugar adecuado para dos amantes. No para dos personas que tenían prohibido tocarse. Notó que el celular de Destiny ocupaba un lugar junto a su almohada y sintió compasión por ella. Tuvo mucha razón cuando dijo que vivía esperando, no había necesidad de conocerle más para darse cuenta que el novio no le prestaba la suficiente atención.

—Puedes pasar —indicó abriendo la cortina.

Se quedó sentado sobre sus pies, observando de forma insana cómo Destiny gateaba para acomodarse sobre su cama. Darle una camiseta suya había sido un grave error.

—Pareces molesta, ¿qué te sucede, prefieres dormir en tu habitación?

Destiny arrugó su naricilla salpicada de pecas y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Me gritaste, no me gusta que me griten.

—Discúlpame, pero debes entender que soy hombre y debo tomar ciertas medidas por tu bienestar y el mío —dijo con voz resuelta.

Destiny cambió su gesto adusto por una expresión incrédula.

—¿Estás diciendo que, de alguna forma, crees que soy atractiva? —Quiso darse una bofetada después de hacer tal pregunta. Acababa de ponerse en evidencia, su voluntad quedó al nivel de un pobre bufón. Había eludido vehemente y exitosamente todas las trampas de James que la hicieran admitir que ella era otra mujer del montón que lo consideraban terriblemente galante—. Olvídalo, no me respondas, soy una tonta. No debí ponerte en esa situación tan incomoda. Me iré a mi habitación.

Se levantó de manera atropellada, olvidando que no podía erguirse dentro de la carpa, su cabeza chocó contra el travesaño haciéndola agacharse. Pero no fue eso lo que le hizo perder el equilibrio, sino las manos de James alrededor de sus hombros, instándola a regresar a su lugar. Tuvo que apoyarse de su pecho para evitar caerle encima. Él apretó su agarre para sostenerla, sus rostros quedaron a pocos centímetros de distancia por segunda vez en el día. El azul de sus ojos era denso y cautivador, contrario al latido errático del corazón bajo su mano.

—Nunca he dicho que no lo seas —susurró James, Destiny casi cerró los ojos por la forma tan dulce y aterciopelada en la que le habló. De pronto sintió cómo los dedos de James apretaron alrededor de su anillo de compromiso, deslizándolo un poco afuera de su dedo—. Si esto no existiera, ya habría hecho mucho más que besarte.

A Destiny se le escapó un jadeo después que él le diera un pequeño beso en la comisura de su boca, permaneciendo ahí, esperando que ella tomara la decisión de continuar. Se moría por hacerlo, todos sus amigos tenían razón. El motivo por el que ella seguía tan de cerca los pasos de James era porque desde la primera vez que lo vio, sintió un flechazo por él. Le tenía una envidia tremenda a todas esas mujeres que conocían sus maneras de amar.

—Yo también pienso que eres muy atractivo —reconoció, echándose atrás. Dolía aún más aceptarlo ahora que sabía que James no era el mujeriego despreciable que ella imaginaba—. Pero no puedo hacer esto.

James sonrió liberando a Destiny de su agarre. Había sido rechazado. La verdad no esperaba menos de esa ingenua chiquilla. Tuvo que conformarse con acariciarle el rostro buscando su tímida mirada para hacerle saber que todo estaba bien entre ellos.

—Eres muy bonita, Destiny. Siento haberte hecho pensar lo contrario. ¿Amigos de nuevo?

Destiny tomó la mano que él ofrecía en medio de un sollozo que disfrazó de risa.

—Amigos.

...***...

A la mañana siguiente Destiny despertó más pronto de lo usual, no tenía la fortaleza suficiente para encontrarse de cara con James después de lo sucedido entre ellos. Salió con cuidado de su sábana cuidándose de no hacer ruido, abrió la carpa con una precisión milimétrica y se cubrió la cabeza con su abrigo mientras atravesaba el jardín.

No tenía demasiado sentido ocultarse pero ella se sentía demasiado avergonzada con el mundo entero por haber estado tan cerca de engañar a Ian. Puso su mano sobre el pomo de la puerta de la casa principal y se fue de bruces cuando esta fue abierta desde adentro con antelación.

Era la abuela de James.

Ella miró por encima de Destiny la carpa donde seguramente descansaba su nieto y alzó una ceja.

—Me juraste que no dormían juntos —acusó.

Destiny se sonrojó desviando la mirada.

—No dormimos juntos, solo descansamos uno al lado del otro —excusó alisando una arruga en su camiseta. Era la peor justificación de su vida.

—No me importa lo que seas o lo que hagas, lo que te dije ayer va muy en serio y lo reitero, niña —la ausencia de maquillaje en su rostro, atemorizó a Destiny más que sus amenazas.

—No se preocupe, señora. Le prometo que no le daré ningún problema a nadie de esta familia. —Era una frase ensayada, era lo que siempre decía cuando llegaba a cualquier hogar nuevo.

—Ve a ponerte algo decente, no me gusta que andes por ahí en fachas.

Destiny asintió, subiendo las escaleras a toda velocidad. Jang dejó salir un ruido agotado, tenía jaqueca y ver a esa niña tratando de confundir a su nieto le exasperaba aún más. Sus labios se arrugaron como pasas después de descubrir el desastre en el que estaba convertido su jardín.

En la hoguera yacían un montón de cenizas humeantes cuando apartó la cortina de la tienda de acampar con su bastón, casi sintió que su malhumor desapareció al notar que James estaba completamente vestido y durmiendo plácidamente como un chiquillo.

Verlo la conmovió, quizá había regañado injustamente a la extraña mujercita que solía exhibir sus diminutas pijamas por los pasillos, pero lo que hoy era un bálsamo para James, mañana podía ser su ruina.  

—Ya despierta, niño —le dio toquecitos en el pie con su bastón.

James tardó unos segundos para descifrar dónde se encontraba, cuando identificó el rostro de su abuela, recordó que Destiny estaba a su lado. Se incorporó con movimientos abruptos y su confusión fue aún peor al darse cuenta que ella ya no estaba. Había abandonado el barco antes de que se hundiera. Genial.

—No me juzgues. Recuerda que tienes resaca —bromeó James.

—Dime, querido, ¿exactamente por qué debe quedarse ella a dormir en esta casa?

James estiró su espalda, sin ánimos de responder.

—Creo que la necesito —murmuró mirando los ojos de su abuela los cuales eran muy parecidos a los de él—. Anoche estuve a punto de ir a buscar a April; desde que llegué a esta cuidad, estoy caminando en una cuerda floja, constantemente me caigo y me levanto para iniciar de nuevo. Pero convivir con ella, me hace mantenerme en equilibrio.

—Mi pobre criatura —consoló Jang.

James salió de su idílico escondite y le ofreció su brazo a Jang para retornar juntos a la casa. La niebla fría aún no se desvanecía por completo, así como sus recuerdos de la noche pasada. Por su bien y el de Destiny, tenía que hacer un esfuerzo por enterrarlos.

Tomó un ligero desayuno con su abuela en vez de cumplir su rutina de ejercicio, no estaba de ánimos. Antes de entrar en su habitación notó que la puerta de Destiny seguía cerrada y su estruendosa voz desentonando una canción de moda, traspasaba las paredes.

Después de ducharse se sintió con un estado de ánimo diferente, fue hasta que bajó al vestíbulo que sus nervios borbollaron por culpa de su pequeña acompañante.

—¡No lo puedo creer! Pensé que era la única a la que le gusta la nieve de fresa con un toque de limón —exclamó ella de manera risueña.

—Tenemos varias cosas en común —fanfarroneó Oliver, el chófer.

James apretó los dientes. ¿Qué hacía ella riendose tan cómodamente con alguien que acababa de conocer después de abandonarlo e ignorarlo gran parte de la mañana? Perdió los estribos en el momento en el que Chispita puso su mano en el brazo de Oliver para decirle algo indescifrable en el oido.

—Vámonos, estoy listo —gruñó, tirando del brazo a Destiny para que entrara en el coche.

Oliver abrió la boca para saludar a su jefe, pero notando su humor de los mil demonios, prefirió pasar desapercibido tras el volante.

Destiny hizo un puchero buscando la mirada de James. Él giró el rostro hacia la ventana.

—Pareces enojado —conjeturó.

—¿Cómo quieres que esté después de que me dejaste durmiendo solo?

El aire se llenó de tensión y el rostro de Destiny se coloreó de rojo.

—Me dio pena despertarte, eso es todo —miró de soslayo a Oliver, quien también parecía incómodo escuchando una conversación fuera de contexto.

—Tampoco viniste a mi habitación para desayunar como siempre haces.

—¡Porque siempre termino comiéndome tu parte! Tú insistes en quedarte con ese estúpido batido —gritó ella, ese ingrato olvidaba que había iniciado un régimen dietético estricto.

Ahí estaba, James Miller volviendo a ser él. Pese a su falsa discusión, Destiny se sintió aliviada de que todo marchara de forma normal entre ellos. Mientras que James se sentía al borde de la locura, era ridículo sentir celos y competir por la atención de una mujer que contaba los días para irse de su lado.