Casada Por Mí Reino.

Casada 23. 

Viaje a Escitia. 

Después de unos días de navegación con vientos benéficos llegaron al Muelle Girasoles. Los morenos vieron la nave de lejos y los esperaban en la playa.

Llegar a casa así sea por poco tiempo ya que pronto partirán a Escitia, era siempre muy grato para Drago.

 Amaba Alubia. Tener a su mujer para el solo, dormir con ella, cabalgar por la aldea, corretear entre los Girasoles,domar los caballos con Gordon, hacer cuentas con Vivet, conversar con Maliusa y el Maestro, era sentir una familia como propia y metida en su corazón profundamente. 

Amaba a Sol Lisbeth y amaba todo de ella. Los morenos eran sus amigos casi hermanos. Le gustaba trabajar con ellos y beber con ellos. Le molestaba sobremanera tener que ir a Escitia. 

– ¡Me siento tan feliz aquí mujer! Odio tener que ir a Escitia. – dijo tirado en la cama y desnudo. Sol le miró. Tampoco quería ir, pero le había dado su palabra a Alcira. 

– Supongo que te asusta el casamiento esposo mío. Quizás querías una doncella para la ceremonia. – dijo Sol secándose el cabello con una toalla.

 Observó el cuerpo de su esposo y sintió mariposas en su sexo. Tenía urgencia de Drago siempre. Quizás algún día hiciera la receta de su hermana. Todo en él se veía hermoso y apetitoso. 

– ¿Qué haces?-- dijo Drago– ¿qué haces mujer que no vienes a mí lado?

– Solo me seco el cabello y te miro, Drago de Escitia. Tú cuerpo me gusta. Dime, ¿qué opinas del mío?--dijo tirando la toalla que le cubría. 

–¿Quieres volverme loco? En las malditas carabelas no hay un solo reducto para estar juntos.¿ Cómo diablos podré poner un bebé en tu vientre,si no te toco?-- dijo mirándola con amor. 

– Lo haremos hoy,verdad amado. Está noche haremos el niño – dijo Sol Lisbeth saltando a sus brazos. 

– Haremos lo posible. Toda la noche amada mía. 

Y la pasión empezó a arder en la recámara. Cada embestida era una posibilidad. Cada latido de su vientre, cada posición distinta, cada nueva profundidad alcanzada. 

Entonces vino casi al amanecer el sueño. 

Y Sol Lisbeth vió a su madre Artemisa que la consolaba mientras ella lloraba. 

– “Tendrás tus hijos Sol. Pero primero tienes que luchar por la adversidad. Y la adversidad llegará pero no puede destruirte. Las tormentas no destruyen al sol, hija mía. “

Al despertar Sol Lisbeth y Drago fueron a la casa de piedra. Allí comieron todos juntos. 

– No iré a Escitia hermana. Estoy embarazada otra vez. El viaje es largo y alguien debe quedarse aquí para controlar todo – dijo Martina. 

– Maestro…Madre…

– Escucha Sol. Te has casado con Drago aquí con todos nosotros. Ahora debes hacerlo en el reino de los padres de tu esposo. Nosotros te esperaremos aquí. Cumples y vuelves. El señor Chu puede llevarte y luego regresar. Nos ayudará en la destilación del aceite. – dijo su madre. 

– Madre. Hermana. Tengo miedo de ir sola, sin ustedes. He soñado con mí madre y me habló de adversidad. Quizás nos pasará algo malo en el viaje o en la corte. 

– Yo te Cuidaré amada.-- dijo Drago. Nunca dejaré que nada malo te suceda. Es solo un sueño. 

– Gordon y Vivet pueden acompañarlos y lleven guardias. Todo irá bien– dijo el maestro. 

Pero Sol Lisbeth armó sus baules con reticencia. Tiririca aulló la noche entera antes de la partida y para colmo de males no quiso ir a la carabela con ella y Drago. Se quedó junto al maestro. 

– Algo malo nos pasará Drago de Escitia. Ni mí perro quiere ir conmigo al velero. Chu ya estaba subiendo a los guardias y estableciendo el lugar para baúles y provisiones. El sol estaba hermoso y el mar calmo.

– Tienes miedo de casarte conmigo en Escitia. Nada malo nos irá a pasar. Ven amada mía. 

Y Sol Lisbeth lloró al mirar a su gente y su tierra mientras la nave se perdía en el horizonte azul. 

Pero Drago tenía razón. Nada malo sucedió en el viaje. Los vientos eran benéficos y el océano pacifico y tranquilo. Cómo nunca dijo Chu. 

Entonces Sol Lisbeth pensó que la adversidad estaría al llegar. Solo podía pensar que Alcira y Maluski la rechazarían cuando llegue a Escitia. 

Tampoco eso sucedió. 

Multitud de personas con banderolas del reino aguardaban a Drago y su futura esposa. La familia real en pleno llegó al puerto a recibirlos. 

Y entonces se convenció de que lo que su esposo le decía era verdad. Solo había sido un mal sueño. Sus deseos de tener un heredero habían logrado llenar de pesimismo su mente. 

Abrazó a la familia de Drago que lloraba de emoción cuando llegaron y alzó a su pequeña hermana. 

–Sol.. Sol Lisbeth, haz venido – decía la niña que le amaba. 

– He venido princesa. Aquí estamos todos. Hemos venido para cumplir nuestra palabra. –

– Debiste traer a Martina, Mariusa y el maestro. Debiste Sol –

– No molestes a mí esposa. No pudieron venir. Martina espera otro bebé. - dijo Drago. 

– Y tu nuera mia – dijo Alcira. – 

– Será pronto seguro. Vendrá cuando deba venir mí reina – respondió Sol Lisbeth. 

– Excelentes palabras. Me llamarás Madre no reina. Seré tu madre mientras no esté Mariusa contigo. 

– Padre. Hermano. – dijo Drago abrazando al rey. 

–Hijos míos. Saluden al pueblo de Escitia. Están aquí esperándolos con ansias. 

Y la comitiva del Rey Maluski llevó en varias carrozas revestidas en oro y piedras preciosas a los recién llegados hasta el palacio. La población les arrojaba flores al paso de Sol y Drago. 

La sonrisa de Drago León era radiante si mientras junto a su esposa. Llegaban para casarse con gran pompa en el fabuloso Castillo de Escitia. 

Y tenían solo tres días para preparar la ceremonia y recibir a los invitados. 

La comida de recepción fue extraordinaria. 

“Madre. Porque me has asustado” repetía murmurando Sol ese día. Quizás solo estaba enojada. Sol Lisbeth lo tenía todo, no tenía derecho a pedir más nada a los dioses. Ya llegaría el niño o la niña si los Dioses así lo querían. Solo debía agradecer. Solo eso. Y ese día, del primer encuentro, agradecio bastante.