FORTALEZA DE UN AMOR DESTINADO

Vladimir se levantó de un salto al ver al señor Giuseppe con Elda del brazo, preocupado por su ausencia. Se adelantó rápidamente hacia ellos, con una expresión de alivio en su rostro. —"Mi amor, ya estaba preocupado. Iba a ir a buscarte", dijo Vladimir con un tono de urgencia, extendiendo su mano hacia Elda.

Elda se soltó rápidamente del brazo del señor Giuseppe y enlazó su mano con la de Vladimir, sintiendo un impulso de seguridad al sentir su contacto. Antes de que pudiera decir nada, Vladimir le dio un sutil beso en los labios, marcando su territorio con delicadeza pero con firmeza.

—"Gracias, señor Giuseppe, por acompañarla", expresó Vladimir con cortesía, mostrando su agradecimiento al anfitrión por su gesto.

El señor Giuseppe asintió con una sonrisa, observando la escena con interés sin antes mirar los senos de Elda antes de desviar la mirada hacia otra parte.

Elda miró a Vladimir con gratitud y afecto, sintiéndose reconfortada por su presencia y sus palabras. Sabía que, con él a su lado, siempre se sentiría protegida y amada.

Una vez que el señor Giuseppe se retiró, Elda miró a Vladimir con gesto de alivio y se acercó a abrazarlo, sintiéndose reconfortada en sus brazos. —"Me sentí muy incómoda con ese señor que me miraba de arriba a abajo", confesó ella, buscando consuelo en su pareja.

Vladimir la estrechó con suavidad, acariciando su espalda con gesto protector. —"Lo noté", respondió con seriedad. "Pero tenemos que ser muy cuidadosos. No podemos permitirnos provocar ningún problema aquí", advirtió, preocupado por la seguridad de ambos. —"Si vuelves a sentirte incómoda con alguien más, no dudes en decírmelo. Estaré a tu lado en todo momento", aseguró, transmitiéndole su apoyo incondicional.

La voz del anfitrión resonó en el salón, invitando a los presentes a dirigirse al jardín donde se llevaría a cabo la ceremonia de bodas. Con paso pausado, todos comenzaron a moverse hacia sus lugares asignados. Elda se quedó inmóvil al ver a Marco Rossi, el novio, esperando a su futura esposa.

Vladimir notó de inmediato cómo el cuerpo de Elda se tensaba al ver a Marco. Una corriente de incomodidad recorrió el ambiente mientras el pasado parecía colisionar con el presente. Con gesto serio pero firme, Vladimir tomó suavemente la mano de Elda, brindándole un apoyo silencioso pero palpable, de algo que no entendía bien todavía.

Vladimir, visiblemente preocupado al ver a Elda pálida y sin respuesta, le preguntó con voz suave: —"¿Estás bien?". Sin embargo, ella no contestó, su mirada se encontraba perdida mientras la marcha nupcial comenzaba a sonar. Con un escalofrío recorriendo su espalda, Elda vio aparecer a la novia, su antigua compañera de escuela, quien solía hacerle la vida imposible. Valentina, caminaba hacia el altar con un hermoso vestido blanco que resaltaba su figura esbelta y elegante. Cada detalle del vestido estaba meticulosamente diseñado, desde los encajes hasta los bordados, realzando su belleza natural y haciéndola parecer como sacada de un cuento de hadas.

Elda se encontraba paralizada, con sentimientos encontrados que le arrebataban el aliento al presenciar la escena frente a ella. El corazón le latía con fuerza, como si intentara escapar de su pecho, mientras sus ojos se abrían desmesuradamente ante el impacto de lo que veía.

Por un lado, la presencia de Marco, su exnovio, le provocaba un torbellino de emociones dolorosas y angustiantes. Recordaba con claridad los momentos de humillación y maltrato que había sufrido a su lado, las cicatrices emocionales que comenzaban a sanar se veían interrumpidas. Verlo allí, en el altar, como el novio perfecto, le revolvía el estómago y le llenaba de una sensación de impotencia y molestia. Por otro lado, la novia, una excompañera de la escuela que le había hecho la vida imposible, añadía otro nivel de impotencia a la situación. Los recuerdos de burlas y humillaciones resurgían en su mente, recordándole el dolor y la incomodidad que había experimentado en aquellos años. Verla ahora, radiante y feliz en su día especial. Elda se sentía consumida por el resentimiento al presenciar la escena frente a ella. No era solo el hecho de que Marco y su excompañera de escuela estuvieran a punto de casarse, sino el doloroso recordatorio de los años de sufrimiento que había soportado a manos de ambos. Verlos juntos, radiantes y felices, como si su pasado de bullying y humillación no hubiera dejado ninguna secuela, le provocaba una sensación de profunda injusticia y amargura. La realización de que los dos, Marco y su excompañera Valentina, podrían haber planeado hacerle la vida imposible a propósito, la golpeó como un puñetazo en el estómago. El pensamiento de que sufría a causa de su malicia y crueldad, mientras ellos ahora se disponían a unir sus vidas como si nada hubiera pasado, encendía una llama de ira en su interior.

Elda contemplaba con una mezcla de dolor y resignación cómo Marco y su excompañera se miraban amorosamente frente al juez, como si el mundo entero desapareciera a su alrededor. Mientras tanto, Vladimir, comprendiendo la situación entendió todo, entendió el cambio en Elda, su miedo, su cuerpo temblar, su palides.

—"¿Es él?", murmuró Vladimir, su voz cargada de indignación contenida. Elda asintió débilmente, sin apartar la vista del hombre en el altar. Vladimir apretó los puños, sintiendo una mezcla de furia y determinación. —"Estaré a tu lado, mi amor", dijo Vladimir con firmeza, su tono lleno de promesas de protección. —"Nadie te hará daño mientras yo esté aquí".

Con una contención palpable, sostenía su cintura con firmeza, transmitiéndole una fortaleza silenciosa pero reconfortante. Sus susurros de fortaleza resonaban en los oídos de Elda como una suave melodía, recordándole que no estaba sola, que él estaba allí para sostenerla en su momento de necesidad. Con cada palabra, cargada de amor y determinación, Vladimir le recordaba a Elda su propia fuerza interior, su capacidad para superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. Aunque su lado mafioso podía estar luchando por salir a la superficie ante la escena que presenciaba, él elegía mantenerse firme, centrado en brindarle a Elda el apoyo y la contención que necesitaba en ese momento tan difícil.

Elda se aferró a Vladimir, buscando consuelo en sus brazos fuertes. Sus emociones se agolpaban en su pecho, pero la presencia reconfortante de Vladimir la ayudaba a mantenerse firme. Entre lágrimas, susurró: —"Gracias, mi amor. Te necesito más que nunca".

Los ojos de Vladimir centelleaban con determinación mientras observaba al hombre en el altar. Sabía que tendría que mantener la calma y actuar con cautela. Con un gesto protector, envolvió a Elda en un abrazo más fuerte, prometiéndole que estaría a su lado pase lo que pase, colocó su mano con firmeza en el cuello de Elda, inclinándose hacia ella con determinación. Su voz, normalmente suave y reconfortante, adoptó un tono grave y amenazante mientras pronunciaba las palabras con una intensidad gélida.

—"Recuerda, Elda", susurró Vladimir con voz ronca y penetrante, —"la venganza se sirve en frío". Cada sílaba resonaba con una promesa de justicia implacable, y el tono de su voz enviaba escalofríos por la espalda de Elda.

La mirada de Vladimir ardía con una intensidad calculada, mostrando la determinación de un hombre que no toleraría ninguna injusticia contra la mujer que amaba. Con su mano aún firme en el cuello de Elda, transmitió la seguridad de que, aunque el camino fuera difícil, estarían juntos en cada paso del camino hacia la venganza.

Ella volteo ligeramente su cabeza y el gesto de Elda no pasó desapercibido para Vladimir. Al girarse, sus ojos irradiaban una aquella mirada digna de una futura señora Tarásov llena de venganza, pero también una chispa de malicia que no había visto antes. La mirada fija de Elda transmitía una complicidad profunda, como si estuviera compartiendo un secreto oscuro con Vladimir, un secreto que los unía en un propósito común. La expresión de Elda no solo mostraba aceptación, sino también un cierto deleite ante la perspectiva de la venganza. Sus ojos brillaban con un aura maliciosa que reflejaba una disposición sin reservas a seguir el camino de la venganza junto a Vladimir.

Al ver esa mirada en los ojos de Elda, Vladimir sintió una mezcla de satisfacción, complicidad y compenetración . Sabía que, con Elda a su lado, no había obstáculo insuperable ni enemigo invencible. Juntos, estaban preparados para enfrentar cualquier desafío y hacer justicia por todo lo que habían sufrido.