La Bruja Maldita Y El Dios Demonio

Ámbar no pudo terminar ni siquiera la mitad del plato cuando empezó a sentir esas ganas desesperadas de vomitar, Coral se dio cuenta de eso y la ayudó a ponerse boca abajo cerca del borde de la cama y poder dejar salir todo en un tacho que llevo corriendo a su lado.

Por momentos le acercaba un vaso de agua para que bebiera de a sorbos y así poder sacarse los restos que quedarán en su boca. Le ato el pelo para que no se le llegara a ensuciar, y una vez que vio que ya no le quedaba nada en el estómago, le preparo todo el baño para poder ayudarla a higienizarse. Aunque no se conocían, ambas disfrutaban de la compañía y de la ayuda que se brindaban, así que Ámbar no dudo cuando la sirena le aviso del baño listo e intento pararse sola para poder llegar, pero no lo logro. A pesar de que el baño se encontraba en la misma habitación y solamente eran unos pasos desde la cama hasta allí, a mitad de camino se desplomó sobre sus rodillas, algo que asusto mucho a Coral, quien no dudo en correr a ayudarla, pero se encontró con una muchacha que no podía pararse nuevamente y que encima se iba poniendo cada vez más pálida. Al ver que no iba a poder lograr levantarla sola, le pidió que esperara ahí y que no intentará nada que iba a ir a buscar ayuda. Por suerte no necesito salir, ya que antes de llegar a la puerta, esta se abrió dejando ver a Caleb del otro lado.

Amo por favor ayúdeme, no puedo levantarla- dijo entre sollozos Coral.

él ni siquiera dudo en correrla a un costado e ir inmediatamente a ayudar a Ámbar, a quien pudo sostener sin ningún problema entre sus brazos y llevarla nuevamente a la cama.

¿qué es lo que ha pasado?- volteo a ver con odio a Coral quien se acercaba detrás de él.

No lo sé amo, le di un almuerzo de pescado y verduras, no tenía nada más lo juro, pero al rato de comer la mitad del plato empezó a querer vomitar y terminó por expulsar no solamente la comida sino también el líquido que tenía en su estómago- dijo con mucho miedo.

No la culpes a ella, solo fue amable conmigo como le pediste, es solo que por alguna razón mi cuerpo duele y mucho- dijo Ámbar lentamente.

Mi señor el baño está listo, necesito ayudarla a bañarse- comento Coral.

Vete a tu cuarto, yo la limpiaré- dijo antes el asombro de las dos mujeres. Pero no iba a discutir con él así que la sirena miró a la mujer por sobre la espalda del Lord y los dejo solos, esperaba de corazón que el amo no intentara nada con ella. - voy a levantarte así te llevo al baño, si te hago mal solo dime-

No es necesario, sé que estás ocupado- dijo avergonzada, sabía que la iba a ver desnuda de nuevo y la verdad era que prefería que ni la viera ni la tocara nuevamente.

No fue una pregunta, solo te avisé lo que iba a hacer- la cargo en sus brazos y se dirigió con ella hasta el baño. A pesar de tenerla encima, no le fue muy difícil desnudarla y otra vez ahí estaba su bestia interna pidiéndole que la hiciese suya de nuevo, pero como podría si estaba en estas condiciones. La dejo suavemente dentro de la bañera y comenzó a pasarle unos ungüentos que la hechicera le había dado, cuando termino de lavar su cuerpo, empezó a mojarle el pelo para limpiarlo también, Ámbar estaba entre avergonzada por la situación y con tristeza al recordar cuando si mamá templanza la bañaba así.

Como estaba de espaldas a Caleb, podía llorar o al menos derramar lágrimas de nostalgia por su pasado. No era justo todo lo que le había tocado vivir, no entendía por qué siempre ganaba el odio en todas las cosas malas que le habían ocurrido. Tan sumida en sus pensamientos estaba hasta que sintió los colmillos de Caleb clavándose en su hombro, el dolor de la ponzoña que le dejaban esos dientes en su cuerpo también la hacía dormir, cuando retiro los colmillos dos hilos de sangre brotaron de los agujeros recién hechos, como lo había hecho anteriormente, lamió la herida para que cerrara más rápido y vio como ella volvió a caer sumida en un profundo sueño.

La retiro del agua, la seco y la cambio. La recostó nuevamente en la cama y por primera vez en su vida, quiso recostarse a su lado. El rostro de ámbar reflejaba la paz de estar descansando, pero tenía los rastros de las lágrimas que había derramado. Pasó su mano por sus mejillas acariciándolas suavemente, nunca había tenía la necesidad de estar así con alguien y mucho menos con una humana. Esperaba que kiro volviese rápido de su misión porque perderla no era una opción. Sabía que su madre tenía razón, si alguien más se enteraba desataría una gran guerra y aunque él era un luchador experto, no iban a salir bien parados si se unían los dos reinos que quedaban.

¿Cómo podría explicarle a todos que en realidad fue su bestia interna quien la eligió? Y ahora tenía que pelear con ella por el deseo y la lujuria que no podía permitirse por las condiciones en las que ella se encontraba. Prefería que la próxima vez que la tomara, ella lo eligiera, si había algo raro en eso, él jamás había pedido permiso, pero no quería que ella lo odiara jamás, Ámbar tenía que elegirlo como su pareja, tenía que amarlo y darse cuenta de que a pesar de su pasado él desde ahora vivía solo por y para ella.

¿Podemos ir al jardín un rato por favor?- pregunto ámbar dejando sorprendido a Caleb, quien no esperaba que despertara tan rápido. - lamento haberte sacado de los pensamientos tan internos que tenías, pero en realidad deseo mucho ver el sol y el cielo, sentir la brisa fresca en mi piel-.

No le contesto, con solo decirle que deseaba hacer eso lo convenció para levantarla en brazos y llevarla. Al salir de la habitación y recorrer todo el castillo hasta la puerta principal, se cruzaron con muchísimos sirvientes y otros demonios sorprendidos de ver a su amo así, hasta las concubinas tenían no solo la sorpresa sino también los celos de que su maestro tenía ahora una nueva favorita.

Los rayos de sol obligaron a Ámbar a cerrar sus ojos, pero ni bien sintió el calor del sol en su cuerpo se relajó mucho más de lo que ya estaba. Caleb la llevo hasta donde había una pérgola con dos asientos, la depósito en uno de ellos y se sentó en el que estaba enfrente, se quedó mirándola un largo rato hasta que escucho las gracias de su boca seguido de su nombre y terminó por entregarse al destino y al infierno de ser necesario.