Isabella Belmonte siempre obtuvo lo que quiso, más aún cuando era tranquila y lograba actuar como cupido para que su tía Amanda y su madre Marisol consiguieran buenos hombres, pero ¿Qué pasará con ella?
Nunca tuvo novio porque no le atraía nadie, aunque tampoco tenía mucha opción con los hombres que le tocaron en su familia, Celos y Protectores.
Ahora, siendo quién es y cumpliendo sus sueños, chocará con muchos prospectos masculinos sin educación, pero ¿Podrá con eso? ¿Será alguno de ellos diferente?
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Aceptación
*Isabella Belmonte*
La reinauguración fue todo un éxito y la compañía de Pascal ha sido gratificante, por lo que mi padre no estuvo tan enojado al ver lo educado que el chefcito fue conmigo.
Por parte de Marina, la vi cómoda al principio y luego estuvo un poco triste, pero no quise preguntar en ese momento. Tal vez, extraña a su ex.
Bastian era el más dichoso y no lo disimulo para nada, incluso fue tan amoroso en la cena que Cortó la carne para su chica. Estuvo pendiente de ella y la besó antes de subir juntos al auto.
Isaías siempre estuvo alejado de las posibles conquistas, pero él menor de mis hermanos, Federico, fue un galán, bailando con todas. Emilio, en cambio, estuvo acompañando a la abuela Fátima, toda la noche, por lo que ninguna chica se acercó, aunque sí fue la atracción de varias.
Papá abrazaba a mamá como si alguien quisiera robarle su tesoro y miraba a cada hombre que los saludaba, con desagrado, por el simple hecho de acercarse y estrechar manos con su esposa.
...
En la salida, todos volvimos como llegamos y hacíamos fila con los autos.
Mientras que Marina llegará con Antonio, a mí me lleva Pascal, para ser más clara. Bastian es quién hará un camino diferente, ya que regresará sana y salva a Ariam.
En la puerta de casa, Antonio y Pascal se despidieron de mis padres, mi abuela y mis hermanos, pero mi hermanita parecía tener otro tipo de despedida con Antonio, pero no del tipo amoroso, sino amistoso.
Para mi suerte, mamá convenció a papá de entrar y Pascal suspiró pesadamente.
—¿Cansador no? — bromeé — Mi familia es así, muy... — no hallaba la palabra ideal.
— Son protectores, bromistas y cariñosos. Lo noté, ninguno de los hombres apartaba la mirada de ustedes dos— nos señaló junto con Mar— y Ariam.
— Si te aturdiste por un par de horas, imagínate nosotras durante 18 años. — me reí.
— Estuve bien, no me sentí mal — miró a su amigo, que está hablando con Marina.
Yo también los observé un rato y estudié los gestos corporales que ambos hacían. Marina se notaba tímida hablando con Antonio, pero sin mirarlo a los ojos, mientras el hombre busca conectar con sus ojos. Ella se cruza de brazos y él se acerca un poco, ¿Por qué? No lo sé. Parece que le interesa.
— ¿No dijiste que Antonio no se fijaría en una mujer más chica que él? — miré a Pascal que rascó su nuca, avergonzado.
— Creo que me equivoqué, pero es la primera vez que esto sucede. Para mí es nuevo ver ese tipo de interacción en él.
—¿Nunca habló con una mujer?— Pregunté sin entender.
— Sí, tres palabras para luego llevarla a la cama, algo que obvio aquí no sucede — Me hace un gesto con su mentón para que vuelva a mirar y su preocupación es... No hay palabra.
Antonio se quitó el blazer para abrigar a Marina.
— ¿Qué? — Dije asombrada — No hace frío— estoy inmóvil con su acción, estamos entrando en la estación más calurosa del año, imaginen el supuesto frío que podría hacer.
— En verano puede estar frío— se burló Pascal.
— ¡Ay, que poco caballero eres! — bromeé
— Lo siento, me faltó educación, le diré a Nana que me dé lecciones nuevamente— Nos reímos y luego él se acercó.— Gracias por la invitación, princesa — me miró con ternura y pasé mis brazos por detrás de su cuello.
— Un placer, chefcito — le sonreí y me besó despacio.
— Que delicia. — Murmuró con sus ojos cerrados.
— Lo mismo digo— Respondí enseguida
— Descansa, bella. — me besó por tercera vez está noche y esperó hasta que crucé la puerta.
Al cerrar, sentí el motor de un auto y toqué mis labios recordando su sabor.
DOS PASOS, solo dos pasos di cuando vi a papá sentado en el sillón.
—¿Por qué no estás en tu habitación?— pregunté con vergüenza
—¿Desde cuándo las hijas le hacen esa pregunta a sus padres? — Exclamó serio.
— Lo siento, papi lindo — dije para apaciguar las cosas.
—¿Y tu hermana?— miró detrás de mí y obvio, no la vió.
—Se despide de Antonio — Dije tranquila, ya que no estaban haciendo NADA malo.
Papá se levantó y caminó en mi dirección, pasando por mi lado, dispuesto a abrir la puerta y automáticamente, mi mente pensó que él haría un escándalo si veía a mi hermanita con un hombre mayor, por lo cuál dije lo primero que mi cerebro "escupió".
—Me gusta Pascal — fui rápida y papá no llegó a tocar el picaporte.
— Lo sospechaba — me miró con su frente fruncida
— Papi, él es bueno — excusé ganando tiempo para Marina
— Lo pude notar, aunque no estoy seguro. Sigo pensando que es muy grande para ti.
— Son ocho años, no es tanto, solo son...
— Números — interrumpió completando mi frase.
— Sí, por favor, papi. No me quites la oportunidad de experimentar la vida — Rogué con las manos juntas y haciéndole ojitos tiernos, pero al mismo tiempo rezando que mi hermana entre de una buena vez.
— Le daré a ese chico una sola oportunidad de estar contigo. El día que tú llores por su culpa, te mandaré al planeta Marte. Muy lejos de él y de paso, lo mando a la quiebra. Así que debe pensarlo bien si quiere arriesgarse.
— Entendido, te quiero — Lo abracé y al fin escuché el auto de Antonio irse.
Marina entró con el blazer del hombre y papá la miró rojo del enojo.
— ¿Me dirás que te gusta ese chef? — Le preguntó a Mar y ella no contestó, solo se ruborizó. — Lo sabía, mamá hizo de las suyas y las unió casi en matrimonio con quienes les llevan diez años — Dramatismo en todo su esplendor.
— No es así, papá. Todavía no nos casaremos, primero debemos saber si es lo que nosotros deseamos para nuestro bienestar — Expliqué
— ¡ESPERA!— algo llegó a su memoria y nos silenció con un pequeño grito. — ¿Tú no estás de novia con el fulano compañero de Bastian? — La miró a Marina
— Ya no. Bastian tenía razón— dijo tímida— Él me engañó con una chica, lo descubrí esta mañana. Además, con Antonio solo tengo una sana amistad, sin traspasar límites— Concluyó.
Papá estaba sorprendido, pero abrazó a Mar y la consoló.
— Lo siento, bebé.— Dijo por la traición— Afortunadamente, lo descubriste y no viviste en una mentira. — Consoló de cierto modo, aunque no son palabras muy alentadoras. — Gracias por mantenerte lejos de ese chef.
— Sí, pá. Es verdad. — aceptó mi hermana. — Eh, tengo que descansar— dijo alejándose del abrazo, esquivando lo último.
— Claro, vayan. —Nos permitió y subimos al segundo piso casi corriendo, antes de que recuerde algo para seguir sermoneándonos.