Mi Fiera De Ojos Azules

Leno cada vez más confundido susurró. “¿Aclarar algo sobre ellas?”

Luan continuó sirviéndose más cerveza. “Sí, ya saben, las mujeres son muy raras y a veces, viene bien conocer ciertas cosas o manías sobre ellas”.

Arthur. “En su caso, no es necesario,” río mirando a Lean por aquella maléfica respuesta, “aunque creo señores, que mis nietas en el fondo les hubiera agradado y sorprendido, son algo más que unas simples mujercitas criadas para tener hijos”.

Evender preguntó. “¿Por qué dices eso?” al ver a los dos viejos sonreír y mirarse de aquella manera.

Arthur clavando la mirada en Evander. “Porque los dos son sangre pura que están destinadas a ser sus mates para toda la vida, conozco a mis nietas y, a pesar de que a veces son un poco indisciplinadas, estoy seguro de que las hubieran hecho muy felices”.

Evander dice. “¡Eso no lo puede asegurar!,  ¿no crees anciano?”

Arthur responde. “No!” sorprendiéndolos por su seguridad. “Son dos fuertes y valientes guerreros, y como tales estoy seguro de que valoran la fuerza y la valentía, ¿acaso eso en una mujer no debe tenerse en cuenta?” desconcertado preguntó. “¿O debo pensar que cuando decidas tener hijos los casaran con dos jovencitas cómodas que se pasen el día cosiendo y bordando?”

Leno. “¡Que la diosa luna no lo permita!.”

Arthur. “Entiendo sus actitudes señores, por eso no los voy a poner en ningún aprieto, pero quiero sus palabras de norteño para pedirles un favor.”

Evander. “¡Por supuesto!”                

Arthur. “Por ser sus mates, si alguna vez nos pasara algo, ¿son los encargados de encontrar buenos maridos para las muchachas?”

Leno. “es importante que los hombres que elijan las cuiden, las valoren, las quieran y sobre todo, no las peguen, nunca me han gustado los hombres que se valen de su fuerza bruta para doblegar a una mujer”.

Arthur añadió. “Por supuesto, que las protejan, eso es indispensable” clavando la mirada en Leno y Evander - “entonces, ¿podemos confiar en la palabra que nos han dado?”

Evander y Leno se miraron espantados por la jugada que aquellos dos ancianos les acababan de hacer, la palabra de un norteño era su ley, si un norteño prometía algo, lo hacía hasta sus últimas consecuencias, a menos que se casaran con ellas, nunca estarían seguros de que todo aquello se cumpliera, se miraron, sorprendidos por haberse dejado liar por esos viejos que bajo su apariencia de corderos ocultaban a dos lobos en toda regla, sonriendo por su torpeza, miraron a los ancianos.

Evander. "Son unos viejos lobos, tienen mi palabra de Norteño".

Leno. "En vez de lobos parecieran zorros, por supuesto, mi palabra de norteño también, aunque ya la habíamos dado antes de escuchar lo que querían”.

“La edad no pasa en vano, muchacho!” dice Luan, haciéndolos reír a todos se levantó, caminó hacia la cabaña, luego salió con una jarra de cerveza en una mano y en la otra mano con cuatro vasos, se sentó a servir la bebida, le entregó un vaso a cada uno de los presente para decir - “¡esto se merece un brindis!”.

Arthur sonriendo y con cara de felicidad dice. “Brindemos porque nos quedan muchos años de vida y por la tranquilidad de las muchachas, salud.”

Todos gritaron ¡salud!.

Luan exclamó “Por la diosa luna hay vienen, muchachos guarden el secreto de lo que aquí se ha hablado, si la impaciente o la mandona se enteran de esta conversación, esta noche nos entierran vivos, tampoco creo que a las muchachas les agrade saber que han rechazado la oferta de casarse con ellas”.

Después de observar a los viejos reír, Evander y Leno se miraron confundidos, ¿se habrían vuelto locos aquellos ancianos? callados, observaron caminar a las muchachas hacia ellos y fueron testigos de su cara de sorpresa al verlos allí, al llegar a su altura y saludaron con una inclinación de cabeza, ellas se escabulleron dentro de la casa dejándolos a todos con la boca abierta.

“¿Qué mosca les ha picado?, ¿ha ocurrido algo que yo no sé?”, dice Luan confundido por la reacción de las muchachas.

Arthur está molesto. “¡esta juventud!”

Evender molesto al ver que Emma ni siquiera le había dedicado una mirada. “Nos marchamos, gracias por esta encantadora y desconcertante tarde,” levantándose para dar la mano a los ancianos.

Leno dice. “mañana partimos hacia nuestras tierras,” sorprendido porque Ashley tampoco le había mirado, pensó, ¿dónde estaba la jovencita que de forma continua y descarada le sonreía?

 “Que tengan un buen viaje muchachos,” dice Arthur mirando extrañado hacia la cabaña donde sus nietas habían desaparecido, nunca se habían comportado así ante ningún hombre.

Emma salió de la cabaña seguida por Ashley y se dirigió a Mirto. “¡Un momento!, toma llévale a Rebeca tu mujer este pedazo de tela seguro sabrá sacarle provecho, y a tu niña esta miel estoy segura de que le encantará”.

Mirto agarrando el paquete que portaba en sus manos, se quedó asombrado y agradeció con una grata sonrisa mientras aceptaba aquellos presentes. “Muchas gracias Señorita Emma, pero no era necesario este detalle”.

Emma mirando al guerrero. “te he dicho mil veces que no me llames así, sólo soy Emma.”

Mirto mirando de reojo a Evander, que les observaba muy serio subido a su espectacular caballo negro. “no puedo, Señorita Emma.”

Emma suspiró dándose por vencida, “De acuerdo”.

Mirto guardando el paquete aseguró. “Rebeca y mi hija les estarán muy agradecidas por este detalle, espero que algún día puedan conocerlas.”

Emma sin dejar de sonreír responde. “Estaría encantada.”

Evander, que la observaba a corta distancia, sintió que las entrañas se le revolvían al darse cuenta de que ella nunca le sonreía a él de ese modo y sin perderla de vista, vio que ella se movía hacia Miler.

Emma le ofreció un envase a Miler. “Esto es un ungüento que aliviará el dolor y sanará tus cortes, póntelo dos veces al día sobre la herida hasta que veas que el dolor disminuya y comience a cicatrizar.”

Miler agarrando aquel presente como algo maravilloso le dice. “Gracias, muchas gracias, Señorita Emma, no olvidaré su amabilidad.”