El Regreso De La Villana

—Ahora, habrán sus libros en la pág...—

Anya suspiró pesadamente mientras hacía lo que indicó el docente. Miró la página buscando algo entre las letras del libro, sin querer volver a leer algo que no le interesaba por el momento.

—Disculpe, profesor Britney....—

La joven de cabellos plateados suspira por tercera vez en el día, fingiendo leer algo que no existe en el pesado libro de ciencias.

—Señorita Ver...—

Anya se acomodó en su asiento. —"Se ha descubierto que la magia podría tener la capacidad de regresar..."— Empezó a leer la joven interesada al notar la palabra "regresar".

Estaba tan absorta en lo que leía que no prestaba atención a su alrededor. —"...el agua contaminada a su normalidad..."— La joven Villana frunció su ceño en decepción al contenido que estuvo leyendo pensado que se trataba de otra cosa.

—¡Señorita Anya Vertron!— Gritó el docente al ver que ella no respondía. Anya volteó a verle desconcertada.

—Parece que le interesa mucho la clase, Señorita Vertron. Discúlpeme por interrumpirla, pero la buscan.—

Dijo el profesor enseñándole a una joven Señorita de cabellos oscuros que desconocía. Nunca la había visto y no creía tener motivos para que ella la buscara.

La joven de cabellos plateados se puso de pie y caminó hacia la chica que se notaba alterada.

—¿Por qué me busca?— Pregunta directa la joven Villana al estar un poco apartadas de la puerta.

—Perdóneme por molestarla, Señorita Vertron. Pero es urgente. El joven Calixto y el joven Alioth se están peleando.—

Exclamó la joven preocupada. Anya no sabía que responderle porque ella no tenía nada que ver con ellos y ni con su absurda pelea.

La joven de cabellos plateados la observó ¿cansada? —No era necesario informarme acerca de eso, no soy cercana a ellos. Bueno, volveré al aula.— Dijo Anya sin ánimos.

—Pero Señorita Vertron, usted es la única que podría detenerlos. Es por usted que están discutiendo.— Insistió la joven de cabellos oscuros preocupada.

La joven Villana la miró incrédula. No creía lo que estaba diciendo esa Señorita. — ¿Por mí? Entonces dice que es mi culpa y por ello tengo la obligación de detenerlos. Señorita, yo no les dije que discutieran y además, ni siquiera me interesa intervenir en su pelea. Ellos deben ser lo suficientemente maduros para saber cuando parar, no creo necesario que alguien intervenga.—

La joven de cabellos oscuros la miró suplicante y al ya no saber qué hacer. Tomó del brazo a la joven de cabellos plateados y se la llevó con ella.

Anya fácilmente se hubiera sacado de su agarre, pero simplemente rodó los ojos molesta.

Por otra parte, en el salón de entrenamiento. Una gran multitud de estudiantes se encontraban de pie haciendo bullicio por presenciar una ruda pelea entre dos jóvenes nobles.

Nadie los detenía, ambos peleaban bruscamente entre ellos y al ser de un estatus mayor, nadie podía intervenir.

...PUNTO DE VISTA DE ARIAN...

La luz del sol alumbraba  el entorno haciendo que las gotas de sudor fueran más frecuentes en nuestra frente. El sol estaba en su punto más alto y podiamos decir que nos observa desde las alturas.

Solo se podía escuchar como nuestros puños impactaban en la piel del otro y como nuestras respiraciones estaban aceleradas. También se podían escuchar jadeos por partes de los dos ya que estábamos cansados porque ya habían pasado casi veinte minutos en las cuales seguíamos peleando seguidamente.

Esta pelea se veía como si no tuviera fin. Los puños de Howard ahora apenas podía evitarlos.

Mi vista se nublada por las gotas de sudor que llegaron a aterrizar en mis ojos. El ardor en ellos por esas simples gotas de sudor son tan insoportable que ya no podía evitar más a que mis manos se elevaran para limpiarlos, pero ya que mi oponente no paraba de atacar no podía darme el lujo de detenerme y hacerlo.

Sería mi fin y una derrota escrita. No podía permitírmelo, no cuando se trata de luchar por la señorita Anya.

Podía notar que Howard estaba igual de cansado que yo. Pero no puedo compadecerme de alguien que se a declarado un rival.

Desde la distancia, escuchó una voz de una dama gritándonos que nos detengamos.

—¡Ya basta!—

Veo como Howard también ha escuchado la voz...